Letras

«Del jardín de los consuelos». Gilmer Contín

«En este país nadie debió nacer para estar triste…»

Del jardín de los consuelos

Yo tenía un país que enterré en un jardín,
en una larga ceremonia despedí sus exequias…
cuando los recuerdos flotaban como islas en mis ojos
mis manos dolorosas adornaban su tumba con coronas de flores.

Bajo el techo de las ramas torcidas de la amapola
y los tristes brazos extendidos de los helechos,
poco a poco se exiliaron mis compañeros,
uno a uno fueron partiendo
y con un beso de despedida
sellaban para siempre el pasaporte de mi amistad.

Bajo el peso de las cayenas rojas
sembré la urna con los cuadernos de mi infancia
como tributo al jardín de mi abuela
quien me hizo amar la frescura de los jardines
en una mesa rodeada de verdes,
a pesar del dolor en los abismos.

Yo tuve un país que ahora es el sepulcro
de todas las edades que fui,
como un triste albacea
contemplo el polvo triturado que ahora son
en esta ceremonia virgen cuando sus huellas van desapareciendo
enterradas a la sombra de unas viejas orquídeas.

En este país nadie debió nacer para estar triste
ni para contar las veces que los cubiertos llegan a la boca,
ni para cargar la nostalgia por el mundo en una mochila de tres colores.
En el país que un día dejó de hacer telenovelas
ahora se cuentan por kilómetros
las afligidas historias de sus acongojados viandantes
huyendo bajo el cielo compartido de los miedos.

Yo tengo un jardín que ahora es el altar de las tristezas
donde espero que algún día estas penas tengan alas de mariposa,
cuando el beso de la muerte despida este presente pesado,
cuando los goznes de su portón suenen al abrirse
cuando los pájaros que huyeron regresen.

Gilmer Contín
Del libro inédito Los días del fin

MI TIERRA. MV Caldera

2 Comentarios

  • Vinicio Semprun

    A través de la poesía y la música el arte nos acaricia el alma de los venezolanos dentro y fuera de la tierra que nos vio nacer. Es una protesta y un poema musical de profundos anhelos de libertad y progreso.

  • José Luis Reyes Montiel

    Me quedo con éste sentido poema, con el cual me identifico plenamente, cuyas letras una a una las suscribo, con el sentimiento del forzado destierro, obligado por las circunstancias de un régimen de oprobio, hegemónico y tenaz, que nominalmente «no» te sentencia al exilio ni condena al destierro, sino, lo que resulta más doloroso: Al «autoexilio o autodestierro»… Por «no» quedar otro camino, sino la muerte sigilosa, por la afrenta antiética e ignominiosa, como decía Martí: «Donde sueltan la carga los traidores, donde no hay honor, sino ceniza». JLReyesMontiel.