Sabiduría de un Padre del desierto
Con la denominación Padres del desierto, se conoce, en el Cristianismo, a los monjes, ermitaños y anacoretas que en el siglo IV, tras la paz constantiniana, abandonaron las ciudades del Imperio romano, y otras regiones vecinas, para ir a vivir en las soledades de los desiertos de Siria y Egipto.
Hoy en Al Margen del tiempo, compartimos algunos apotegmas y anécdotas del Abba Antonio (Padre Antonio), un singular apóstol de Jesucristo que decidió hacer su vida en el desierto, a mediados del Siglo IV después de cristo.
Anecdotas y Sabiduría del Padre Antonio
Un día el santo Padre Antonio, mientras estaba sentado en el desierto, fue presa del desaliento y de densa tiniebla de pensamientos. Y decía a Dios : “Oh Señor!. Yo quiero salvarme, pero los pensamientos me lo impiden. ¿Qué puedo hacer en mi aflicción?.” Entonces, asomándose un poco, Antonio ve a otro como él, que está sentado y trabaja, después interrumpe el trabajo, se pone en pie y ora, después se sienta de nuevo y se pone a trenzar cuerdas, y después se levanta de nuevo y ora. Era un ángel del Señor, enviado para corregir a Antonio y darle fuerza. Y oyó al Angel que decía: “Haz así y serás salvo”. Al oir aquellas palabras, cobró gran alegría y aliento: así hizo y se salvó.
Dijo Antonio: “Nadie, si no es tentado, puede entrar en el Reino de los Cielos; de hecho, quita las tentaciones (dificultades), y nadie se salva”.
Dijo el Padre Antonio: “Vi tendidas sobre la Tierra todas las redes del Maligno, y dije gimiendo:- ¿quién podrá escapar de ellas?. Y oí una voz que me dijo: – La humildad.
Dijo aún: “El que permanece en el Desierto para guardar el sosiego de Dios, está libre de tres guerras: la del oír, la del ver y la del hablar. Le queda una: la del corazón”.
Un monje fue alabado por los hermanos ante el padre Antonio. El lo tomó consigo y lo puso a prueba para ver si soportaba el desprecio. Viendo después que no era capaz de sufrirlo, le dijo: “pareces un pueblo completamente adornado por delante y completamente saqueado por los ladrones por detrás”.
Había en el desierto uno que cazaba bestias feroces; y vio al Padre Antonio que bromeaba con los hermanos y se escandalizó de ello. Pero el anciano, queriendo hacerle comprender que conviene ser condescendiente en alguna ocasión con los hermanos, le dice: “pon una flecha en tu arco y ténsalo.” Y lo hizo. Le dice: “ténsalo más”. Y lo hizo. Le dijo una vez más: ”Ténsalo”. El cazador le dijo: “Si lo tenso más se va a romper”. Le dijo el anciano: “así sucede también con las obras de Dios: si con los hermanos tensamos el arco de manera excesiva, enseguida se rompen. Por eso es necesario ser condescendiente en ocasiones”. Al oir esto, el cazador se sintió presa de arrepentimiento y se marchó muy edificado con ello. Y también los hermanos se volvieron confortados a sus lugares.
Dijo un hermano al Padre Antonio: “Ora por mí”. El anciano le dice: “no puedo hacer nada por tí, ni siquiera Dios, si no te comprometes tú mismo a orar a Dios”.
Un hermano, que había renunciado al mundo y entregado sus bienes a los pobres, pero se había reservado algo para él, visitó al padre Antonio. El padre, sabedor de ello, le dijo: “Si quieres ser monje, vuelve a tu tierra, compra carne, átatela entorno al cuerpo desnudo y luego ven aquí”. Así lo hizo el hermano, pero los perros y los pájaros le desgarraron todo el cuerpo. Cuando estuvo junto al padre, le mostró el cuerpo lleno de heridas. San Antonio le dijo entonces: “Aquellos que renuncian al mundo y quieren conservar bienes, quedan desgarrados de este modo luchando contra los demonios”.
Un dia vinieron algunos ancianos a visitar al Padre Antonio; estaba con ellos el Padre José. El anciano, para ponerlos a prueba, les propuso un pasaje de la Escritura y empezó por los más jóvenes a preguntarles el significado. Cada uno se expresó según su propia capacidad. Y Antonio decía a cada uno: “Todavía no has encontrado”. Por último, pregunta al Padre JOsé y éste dice: “No sé”. Entonces Antonio dice: “El Padre José sí ha encontrado el camino, porque ha dicho: no sé.”
Profetizaba sobre los días finales del mundo, diciendo : “Vendrá un tiempo en el que los hombres enloquecerán y al ver a uno sensato, que no esté loco, se lanzarán en su contra, diciendo: “¡Estas loco!”, a causa de su desemejanza con ellos. Y habrá violencia, se disolverán los monasterios y no quedarán ermitaños que oren.
(Fuente: «La tradición de la Sabiduría»)
2 Comentarios
Noel Zavala
Muy sertero las sabidurías del padre Antonio , aún estamos a tiempo de practicarlas y ser salvados de tres guerras : el de ver , el de oír , y el de hablar y la del corazón .
Saludos .
Maria
La oración y la fe, son nuestras herramientas para poder caminar en este mundo.