ZULIANOS ILUSTRES: Rafael Urdaneta (Primera Parte). Por Victor R. Salazar
ZULIANOS ILUSTRES
Iniciaremos esta serie biográfica dedicada a nuestros Zulianos Ilustres con el General en Jefe Rafael Urdaneta, a quien el Libertador llamó “El Brillante del Zulia” por su notable sentido de la estrategia en la batalla y a quien muchos historiadores han llamado…»El Mas Leal de Todos los Leales a Simón Bolívar». Este trabajo solo espera ser un pequeño y humilde homenaje a uno de los hombres más insignes y prominente que ha nacido en la ciudad de Maracaibo, cuya trayectoria heroica y valiente gestó la independencia de Venezuela.
Victor R. Salazar,…….Septiembre de 2020
RAFAEL URDANETA (Primera Parte)
INFANCIA Y ADOLESCENCIA
Rafael José Remigio Urdaneta Faría, nació en Maracaibo (Capitanía General de Venezuela), el 24 de octubre de 1788. Hijo del matrimonio conformado por Miguel Jerónimo de Urdaneta Barrenechea y Troconis y María Alejandrina de Farías y Jiménez-Cedeño de Cisneros, ambos de connotada ascendencia española.
Hermano de Paula Antonia Urdaneta y Faria; María de los Dolores Urdaneta y Faria; María Josefa Juliana Patricia Urdaneta Farias; Juan Evangelista Urdaneta y Faria; José Manuel de la Encarnación Urdaneta y Faria y otros medios hermanos de nombres: María Paula de Urdaneta y Fernández; Joseph Antonio de Urdaneta y Fernández; José María Urdaneta Fernández and Antonio María de Urdaneta y Fernández
Estudió sus primeras letras en su tierra natal, Maracaibo; luego ingresó al Seminario de Caracas donde cursó Latinidad. Regresó a Maracaibo en 1799, donde estudió Filosofía en el convento franciscano.
Con solo 16 años de edad, en 1804 fue enviado a Bogotá (Virreinato de Nueva Granada), al cuidado de su tío Don Martín de Urdaneta por quien obtuvo empleo en el Tribunal de Cuentas. En su cargo de Oficial 3º tuvo que atender los asuntos relacionados con los pagos de las tropas acantonadas en el Virreinato, adquiriendo así valiosos conocimientos sobre la administración de personal militar. Por su desempeño recibió las felicitaciones de la Junta de la Real de Hacienda del Virreinato de Nueva Granada.
INICIOS DE SU CARRERA MILITAR
Cuando Bogotá declara su independencia el 20 de julio de 1810, Urdaneta (de 22 años) es de los primeros en presentarse para ofrecer sus servicios a la causa libertadora. En calidad de teniente empieza su carrera militar, en el Batallón llamado «Patriotas de Cundinamarca» que comandó Don José Sanz (Diputado por Santa Fe).
El 1 de noviembre de 1810 fue creado el primer batallón de la Nueva Granada, en el que Urdaneta se incorporó con el grado de teniente. En ese batallón también se iniciaron militarmente otros notables protagonistas de la guerra de independencia como Atanasio Girardot, Francisco de Paula Santander, Antonio Ricaurte y José D’Elhuyar.
En el año de 1811, (con 23 años) es ascendido a Capitán y a Sargento Mayor del Batallón 3º de la Unión en abril de 1812. Combate en Popayán, es de los vencedores en la batalla de Palace (1811). En el año de 1812 concurre a cinco batallas campales: San Gil, Charalá, Ventaquemada, Bogotá, Cúcuta. En noviembre de 1812, con 24 años es ya Teniente Coronel del mismo batallón 3º de la Unión.
URDANETA Y LA CAMPAÑA ADMIRABLE
Triunfante Bolívar en la acción de Cúcuta (27 de febrero de 1813), escribió al Poder Ejecutivo solicitando la autorización «para continuar nuestra marcha victoriosa y presentarnos delante de las ruinas de la ilustre Caracas». Pero, la falta de comprensión, las intrigas y la indecisión del Gobierno, y muy especialmente la oposición del coronel Castillo, segundo jefe, retardan la salida de la expedición proyectada. Basaba el segundo jefe sus críticas y falta de apoyo, en las pocas fuerzas disponibles y muy principalmente en la creencia de su mayor valer como Jefe Militar.
Finalmente, presentó su renuncia al Gobierno de la Unión; con su ejemplo, otros oficiales opuestos a la Campaña en favor de Venezuela, o simplemente reacios a salir de la Nueva Granada, también renunciaron, llegándose a temer por la suerte de toda la división. La energía de Bolívar se opuso y triunfó «de la envidia de unos y de la cobardía de otros». En ese trance, en aquellos críticos momentos, Urdaneta entra en la Historia al escribir a Bolívar: «General: si con dos hombres basta para liberar la Patria, pronto estoy a acompañar a Usted.»
A pesar de la anarquía, de los consejos de Castillo y de la escasez, los razonamientos de Bolívar encontraron apoyo en los gobernantes y obtenida la autorización y los recursos que éstos pudieron enviar; con unos 500 hombres inicia Bolívar su campaña, bautizada luego y con razón, de «Admirable». Urdaneta, quien se había unido en Cúcuta, fue nombrado Mayor General a los 25 años. Por ello, llevará el control de toda la Infantería.
El Ejército marchó dividido en dos columnas, de ellas, la segunda, de retaguardia, al mando de José Félix Ribas. El 23 de mayo de 1813 Bolívar entró en Mérida, ciudad en la cual tomó las decisiones fundamentales de la campaña.
Como primera medida importaba liberar a Trujillo y destruir las fuerzas de Barinas, no sin situarse entre las comunicaciones de éstas y Valencia a fin de impedir su refuerzo.
Conocedor Bolívar de la intención realista de expedicionar sobre Mérida y San Cristóbal, ordenó a Ribas marchar a reunirse con Girardot en Boconó. En tanto éste había batido a los realistas en Agua de Obispos.
CAMPAÑA MILITAR DESDE 1813 HASTA 1815
El período de 1913 a 1815 es el más movido en cuanto batallas, 39. De éstas 25 la ganan los patriotas y 14 los realistas. En Oriente comienza la rebelión con los comandantes Mariño, Piar y Bermúdez. Simón Bolívar invade desde la Nueva Granada y realiza la famosa «Campaña Admirable» que culmina con la toma de Caracas y su nombramiento como «Libertador».
De pronto, sin embargo, aparece el terrible José Tomás Boves, quien a partir de septiembre de 1813 comienza a ganar batallas. Entre José Tomas Boves, José Ceballos y Morales (quien por cierto se llamaba Tomás José) acaban con todos los ejércitos patriotas, reconquistando toda Venezuela y poniendo fin a la 2da. República.
Batalla de Niquitao (30 de julio de 1813)
Urdaneta encargado de reunir y hacer marchar el material dejado a retaguardia, se reunió con Ribas en Boconó (30 de junio de 1813), de donde siguieron el mismo día hacia la Boca de Monte. Allí supieron que el español Martí avanzaba por el camino de Calderas en la idea de atacar la retaguardia de Bolívar. José Félix Ribas resolvió, no sin acordarlo con Urdaneta, contramarchar para combatirlo. El 2 de julio batieron al jefe español (el capitán de fragata Antonio Tiscar y Pedrosa), en la «desigual» acción de Niquitao (al sur del actual edo. Trujillo); Urdaneta mandó el centro patriota y con éste avanzó sobre la fuerza realista la que se derrotó luego de casi ocho horas de pelea. Urdaneta se hizo acreedor a que Ribas escribiese: «el Mayor General ciudadano Rafael Urdaneta que mandaba el centro cuya serenidad en medio del fuego es digna de recomendación»…
En el informe al Congreso de la Unión en Tunja, Bolívar describió a Urdaneta como «digno de recomendación y acreedor de todas las consideraciones del gobierno por el valor e inteligencia con que se distinguió en la acción».
Había terminado triunfalmente aquella extraordinaria empresa comenzada dentro de tanta intriga y mezquindad. En su preparación, en las marchas y combates ocupó Urdaneta puesto eminente. Señalándose a la atención de Bolívar, cuya amistad jamás perderá y al respeto de los jefes y Oficiales. Para todos será ejemplo de serenidad y valentía. De los más arduos en el combate y de los más reposados y claros en el consejo.
El 15 de agosto de 1813, Urdaneta marcha con las tropas reorganizadas en Caracas, hacia Valencia, donde el Libertador tomó las medidas convenientes a la consolidación de su triunfo. Entre ellas dispuso estrechar el sitio de Puerto Cabello. Girardot marcha por las Trincheras al Palito. El resto del Ejército al mando de Urdaneta por el camino de San Esteban. El 27 de agosto, Girardot ataca y se apodera de las llamadas Vigía Alta y Vigía Baja. Urdaneta formó sus tropas en la Salina y una compañía fue encargada de tomar el reducto llamado Trincherón, mientras se atacaba el fortín Solano con algunas tropas de Girardot. Unidos las divisiones, se atacó la ciudad por Puente de Afuera. Los realistas hicieron apoyar sus fuegos por los de la escuadra y los patriotas fueron rechazados. Bolívar ordenó a Urdaneta que restableciese el combate llevando la reserva (cuatro compañías granadinas). La ciudad exterior quedó por los patriotas, quienes empezaron el sitio sin disponer de artillería.
En el ejercicio de sus funciones, tocole a Urdaneta dirigir a Monteverde, la honorable propuesta de canje del coronel Jalón por el asesino Zuazola, rechazada por el torpe Monteverde, a quien el Libertador, por mano de Urdaneta le hizo saber su resolución de ejecutar a todos los prisioneros canarios y españoles al saber la muerte del primer prisionero americano.
Batalla de Bárbula (30 de septiembre de 1813)
La batalla de Bárbula fue un enfrentamiento armado ocurrido el 30 de septiembre de 1813 en la parte izquierda del cerro de la hacienda Bárbula, en las afueras de Naguanagua, en el actual Estado Carabobo (Venezuela), que tuvo como protagonistas, por un lado, a las tropas venezolanas y las fuerzas neogranadinas comandadas por Rafael Urdaneta y Atanasio Girardot y por el otro al ejército realista, capitaneado por Domingo Monteverde, reforzado por componentes del Regimiento de Granada, llegado desde España al mando del coronel Miguel Salomón.
Llegada la expedición de Salomón, los patriotas levantaron el sitio. Al moverse Monteverde e instalar Bobadilla una vanguardia en Bárbula, muy lejos del grueso realista, y conocido el error por Bolívar, luego de tres días de reconocimiento y ofertas de batalla en el llano de Naguanagua, ordenó el ataque de la altura por tres columnas una de ellas al mando de Urdaneta. El empuje de estas tropas hizo huir a los realistas. Al coronar el cerro, Urdaneta se reunió con Girardot viendo la actitud de las tropas realistas dijo: «Mire usted compañero, como huyen esos cobardes!». No había terminado Girardot de hablar cuando una bala perdida o un tiro dirigido por uno de los fugitivos, le quitó la vida.
Girardot era pariente político de Urdaneta. Su primo hermano Francisco Urdaneta Rivadavia, había contraído matrimonio con doña Manuela Girardot, hermana del héroe.
El triunfo resultante para el ejército aliado colombo-venezolano influyó decisivamente, allanando el camino para el establecimiento de la Segunda República de Venezuela. Por parte de las fuerzas independentistas, esta batalla representó un alto coste, pues en ella halló la muerte el coronel Atanasio Girardot, quien fue alcanzado por la bala de un fusil cuando intentaba fijar la bandera cartagenera en la cima del cerro, que ya había sido tomado.
El 30 de septiembre, el mismo día de la muerte de Girardot, el general Bolívar dio un decreto en su favor en estos términos: “El 30 de septiembre sería una fecha aciaga para la República, el corazón del héroe será llevado en triunfo a la capital de Caracas y sus restos trasladados a su país nativo en la ciudad de Antioquia en la Nueva Granada.”
La acción de Bárbula se completó con la Batalla de Las Trincheras (3 de octubre de 1813). Monteverde se encerró, herido, en Puerto Cabello, donde perdería el mando. Los patriotas continuaron el cerco.
El cinco de octubre de 1813, a los 25 años de edad, Urdaneta asciende a coronel «Vivo y efectivo» con el grado de Brigadier (rango intermedio entre coronel y General). Vale decir que desempeñaría funciones de General de Brigada.
Batalla de Araure (5 de diciembre de 1813)
El 2 de diciembre se movió el ejército patriota hacia el río Cojedes, Caramacate y Onoto. En la madrugada del 3, supo el Libertador de la marcha del realista José Ceballos hacia Araure, por lo cual dispuso marchasen las tropas hacia Agua Blanca y Araure. El 4 de diciembre a las cinco de la tarde acampó frente al pueblo de Araure «en campo raso». Los españoles ocupaban la «Galera de Araure», dominando el pueblo y el campamento patriota. El cinco, al amanecer, Bolívar ordenó a la vanguardia (mandada por Manrique) previamente reforzada con 200 jinetes, marchase sobre la Galera para averiguar la exacta posición enemiga; el grueso siguió hacia Araure. De allí, conocido el rumbo de los realistas, las divisiones marcharon por el camino real en dirección de la Galera. Los españoles, al mando de Yáñez y José Ceballos, tenían unos 4.000 hombres y diez piezas de artillería. Se habían dispuesto a la entrada de los bosques del Acarigua, con la caballería apoyada en matorrales; al lado de una laguna con la cual habían protegido parte de su frente, estaba la artillería. Manrique avanzó a reconocer y su descubierta atacó a una partida enemiga; el jefe de vanguardia creyó conveniente sostener a su gente, para lo cual avanzó, descubriendo entonces a un grueso cuerpo de caballería e infantería realistas. Empeñado el combate, el ruido del cañón llegó al pueblo. Urdaneta «subió a escape la Galera y movió la segunda división», la cual en esos momentos descansaba; a pesar de la rapidez del movimiento de esas tropas, el auxilio fue tardío. Manrique perdió casi toda su gente (500), salvándose sólo unos cuantos jinetes.
La acción se iniciaba de manera peligrosa; pero la energía de Bolívar, la situación especial de aquel ejército que se sabía aislado en una región poblada de enemigos, la vista de los compañeros sacrificados, levantaron el espíritu combativo de las tropas, a las cuales dispuso el Libertador en dos líneas y con ellas, marchó sobre los realistas, sin disparar hasta ponerse a tiro de pistola. La primera línea fue llevada al ataque por Urdaneta. Bolívar conservó a su mando los Dragones. A pesar de los tiros realistas, Urdaneta llegó a la distancia deseada y rompió su fuego, al mismo tiempo que ordenaba tomar dos piezas de artillería situadas en las alas del español, por ser «las más mortíferas».
Cinco minutos de bien aprovechado fuego desordenaron a la infantería enemiga, sobre la cual cargaron al arma blanca los patriotas, distinguiéndose el Batallón «Sin Nombre», el cual, armado de lanzas cayó sobre el centro enemigo. Yáñez viendo comprometida la suerte de la batalla, cargó sobre la retaguardia de la primera línea, para envolverla por la derecha. La caballería patriota movida sobre aquélla, por ser compuesta de gente recluta, fue detenida por Yáñez y comenzaba a ceder. En ese instante, Bolívar cargó con la caballería de reserva (Dragones), y los lanceros de Ospino; la columna de Yáñez se detuvo a su vez y lanceada ferozmente, se desordenó. En tanto Urdaneta rápidamente reanimó a la caballería de Barinas y la volvió contra las rotas caballerías de Yáñez, completando la victoria. Los españoles perdieron más de 1.000 hombres.
Tal fue la batalla de Araure, 5 de diciembre de 1813. Ejemplo de acertada dirección del grueso y de la influencia extraordinaria que las fuerzas morales tienen en el combate. Manrique emplea mal su vanguardia, pues se deja enganchar en una pelea completamente desigual. Muy cerca de la línea enemiga no pudo avisar a tiempo. Gracias a Urdaneta, quien, alertado por el fuego, dispuso el oportuno movimiento de la segunda división, pudieron salvarse los contados supervivientes. Con su acostumbrada serenidad, el Mayor General lleva la primera línea, reordenándola cuando así lo imponía el efecto del cañón enemigo, hasta una muy corta distancia desde la cual el resultado de su descarga fue tremendo y de inmediato aprovechando para cargar a la bayoneta o lanza en mano.
Bolívar aprecia instantáneamente el peligro gravísimo ocasionado por la acción de Yáñez. Lo carga y desordena y sigue hasta apoderarse de tres piezas de artillería. Urdaneta vuela a la segunda línea, la reanima y cae sobre el resto de la caballería realista, la destroza y derrota. La persecución la hace el Mayor General hasta Guanare de donde envió a García de Sena para Barinas. Urdaneta mereció en esta acción el calificativo de «el más constante y sereno oficial del Ejército».
Bolívar confió al Mayor General Urdaneta el mando del ejército de Occidente previniéndole de tomar disposiciones con vista a ocupar la provincia de Coro. Urdaneta entró a Barquisimeto el 24 de diciembre de 1813. Allí se ocupó de reorganizar sus tropas, batir las partidas enemigas y colectar recursos, los cuales escaseaban en la provincia de Caracas. Por la vía de Carora, previamente ocupada, se movió sobre Coro, derrotando al indio Reyes Vargas en Baragua (11 de enero de 1814). Preocupado Urdaneta por la posible pérdida de los llanos, resolvió desistir de la acción sobre Coro y contramarchó, adelantándose él con unos cuantos jinetes. Llegado a Barquisimeto, con la guarnición de la ciudad y algunos socorros, siguió hacia Barinas, llegando el 23 de enero de 1814 cerca de Guanare.
Urdaneta llegó el 24 de enero a Ospino y de allí siguió a Barquisimeto. Al jefe de la guarnición de Ospino, le ordenó fortificarse lo mejor posible y esperar el ataque. De Barquisimeto envió en socorro del comandante José María Rodríguez (defensor de Ospino) al Batallón «Valencia». Las tropas de Rodríguez salieron para reunirse con el «Valencia» y atacados por Yáñez lo rechazaron, en una de las cargas cayó el jefe español. Los sucesos de Ospino (a cuyo jefe ordenó replegarse a San Carlos), determinaron a Urdaneta a organizarse mejor en Barquisimeto a fin de impedir la fusión de las partidas realistas de Coro y del llano y la misma ciudad. Aparte de volver sobre Ospino y batir las tropas de Yáñez ahora al mando de Calzada.
La grave situación de la provincia, en la cual «solo el territorio ocupado por las tropas podía considerarse como afecto a la República»; los rumores sobre la pérdida de ésta y la imposibilidad de recuperación exigían de Urdaneta todos los esfuerzos para impedir el soliviantamiento de las tropas, en las cuales, muchos eran partidarios de marchar a Casanare.
Evacuación de San Carlos
Enviado un refuerzo al Libertador, quien con urgencia lo pedía, quedó Urdaneta con 650 hombres y rodeado de enemigos. Noticiosos los patriotas del avance de Ceballos, envió Urdaneta una columna hasta Quíbor, pero Ceballos, prevenido, marchó sobre Barquisimeto, lo atacó y obligó a Urdaneta a retirarse sobre Cabudare, cortándolo de la columna de Quíbor. El jefe de ella (Meza) amenazado por los españoles retrocedió hasta Trujillo.
Urdaneta con su poquísima gente trató de alcanzar San Carlos, batió varias guerrillas enemigas y por un herido español supo de la llegada de Calzada a San Carlos, por lo cual decidió burlar al cerco español y entrar en la ciudad, cosa que efectuó el 11 de marzo con «insuperable pericia». Combatieron los patriotas, rodeados por Calzada y Ceballos, diariamente. Ante su situación, Urdaneta decidió evacuar San Carlos, para lo cual, el 21 de marzo de 1814 ideó un ataque falso sobre el sur; allí ocurrió el enemigo, mientras con un verdadero ataque, los patriotas pasaron las líneas enemigas por el norte y comenzaron marcha en dirección a Valencia. Con ello escapó numerosa emigración. Por la serranía, rechazando algunos ataques de guerrillas, salieron a Valencia cuyo mando asumió Urdaneta el 27 de marzo de 1814, tomando de inmediato las medidas necesarias para resistir el ataque enemigo previsto.
Acopió toda clase de víveres; la escasez de ganados obligó a salar mulas y burros. Mejoró los hospitales, en los que tenía más de 500 heridos y enfermos. Como Ceballos «era el jefe más lento de los jefes españoles», tuvo Urdaneta la posibilidad de ocuparse de dichos trabajos y de comunicar a Bolívar las novedades ocurridas. Con fecha 26 de marzo de 1814, Bolívar le envía su célebre orden: «Defenderéis a Valencia ciudadano General, hasta morir… perdiéndola se perdería la República…». Contenía la comunicación del Libertador la orden de enviar 200 hombres en auxilio de D’Elhuyar quien mantenía el sitio de Puerto Cabello. Cumplida, sólo quedaron disponibles para defender Valencia unos 400 individuos de tropa y algunos habitantes que se presentaron cual voluntarios. El 29 de marzo de 1814, Ceballos y Calzada con más de 3.500 hombres comenzaron el sitio, reduciéndose los patriotas a sus obras de fortificación en las cuales disponían de 18 piezas de artillería.
Atacados incesantemente, sin agua, por haberse agotado (31 marzo) y en la imposibilidad de llegar al río, Urdaneta previó la posibilidad de un asalto general y dio órdenes de clavar la artillería y de replegarse los defensores al cuartel de ésta, donde se guardaban los pertrechos, con la intención de volarse. El día 2 de abril un terrible ataque enemigo fue rechazado. La situación era casi insostenible, las tropas y habitantes muriendo de sed; reducidos los combatientes por muerte o heridas a menos de la mitad y con poca munición. «Todo anunciaba que el día siguiente sería de desastres para la plaza».
Pero los sitiados ignoraban que en la noche del dos de diciembre había llegado a las líneas españolas Boves, replegado luego de haber sido puesto en fuga de Mariño en Bocachica y perseguido según creía, muy de cerca, por Bolívar. Allí termináronse los bríos de Ceballos y Calzada, quienes levantaron el campo, mientras Boves seguía hacia el Guárico por el Pao.
Batalla de El Arao (16 de abril de 1814)
Bolívar, quien se había adelantado, llegó a Los Guayos y de allí envió una india a Urdaneta para que le dijese continuara la resistencia; esta mujer llegó cuando ya las tropas realistas se habían retirado. Urdaneta mandó una partida de Oficiales a Bolívar para comunicarle lo sucedido. En la mañana del 3, entró el Libertador a Valencia y después llegaron las tropas de Montilla y las de Mariño. Este recibió el mando de las fuerzas de Occidente con la orden de buscar el enemigo en la dirección de San Carlos. Llevaba las mejores tropas disponibles, cerca de 3.000 hombres, con Bermúdez, Montilla, Cedeño. Por Mayor General, Rafael Urdaneta, cuya presencia en terreno para el bien conocido, podía ser valiosísima al Jefe Oriental. La caballería se había remontado con los caballos cogidos a Boves.
No sólo era conveniente buscar a Cajigal; era necesario sacar el ejército de Valencia, agotada por el sitio. El mando, atribuido a Mariño era idea de Bolívar, para aumentar el prestigio del jefe oriental y hacerle ver las consideraciones que se le guardaban. Pero Mariño, muy confiado, marchó sin un dispositivo conveniente y con pocas municiones. Por informaciones, obtenidas de un individuo quien se presentó a Mariño, éste creyó a San Carlos evacuada y a Cajigal en retirada hacia el llano. Pese a todas las indicaciones de Urdaneta, Mariño decidió marchar a San Carlos para lo cual se puso a la cabeza de la caballería, ordenando a Urdaneta le siguiese con la infantería. En el paso de Orope, la caballería sufrió el fuego de tropas regulares.
Urdaneta lo hizo notar a Mariño, haciéndole ver el peligro de comprometer una acción, cortos de municiones y de víveres. Mariño, quizás celoso de su autoridad o confiado en su valer personal, decidió seguir, para encontrar al enemigo formado en batalla a la «orilla de la ciudad» (16 de abril). Cajigal le oponía 2.500 hombres bien municionados y frescos. Mariño optó por mantenerse en defensiva, contra toda recomendación. Hacia las cuatro de la tarde la caballería enemiga rompió la derecha del Ejército patriota con una carga y amenazó su retaguardia, mientras la izquierda era atacada a su vez. Los nuestros cedieron y los esfuerzos de Urdaneta para contener la derrota fueron inútiles. Los patriotas no fueron destruidos totalmente gracias a la inacción de Cajigal.
La derrota de El Arao fue funesta en cuanto permitió a José Tomas Boves rehacerse y a José Ceballos y Cajigal reunir las partidas dispersas.
Urdaneta asumió el comando y emprendió la retirada hacia El Tinaco. En el camino supieron que Mariño había escapado gracias a la devoción de un oficial de nombre Calzadilla, quien le llevó al anca del caballo y presentó el pecho por él, hasta caer herido; recogido, siguieron, llegando al Tinaco al día siguiente. Allí encontraron numeroso parque destruido; sin víveres, Urdaneta siguió hacia «Las Palmeras», donde ardían las cureñas de la abandonada artillería. A poco, de unos conucos, salieron Mariño y Sedeño. Mariño ordenó seguir hacia Valencia. Urdaneta había salvado su responsabilidad al dar justos consejos y su reputación de jefe, salvando a su vez casi toda la infantería.
La derrota de El Arao obligó al Libertador a suspender sus operaciones sobre Puerto Cabello; regresó a Valencia, donde la llegada de la infantería con Mariño y Urdaneta pareció cosa milagrosa. Procedió Bolívar a concentrar los efectivos disponibles, pues Cajigal se acercaba y la situación imponía nueva batalla.
1era Batalla de Carabobo (28 de mayo de 1814)
El 17 de mayo de 1814, salió Bolívar en busca de los realistas; había podido reunir unos 4,500 hombres. El general español, esperaba a Boves y asumió una actitud defensiva.
El Libertador deseaba darle batalla antes de que se efectuara dicha reunión, pero él mismo esperaba a Ribas.
Cajigal estaba en Guataparo a 7 kilómetros de Valencia y ocupaba buenas posiciones. Bolívar se formó frente a los españoles y para provocarlos y hacer que se moviesen, dejó su izquierda expuesta. Cajigal trató entonces de envolver a los patriotas con su caballería, pero una maniobra de los patriotas previno el movimiento de los realistas, quienes se desconcertaron y limitaron su ataque a tiros de cañón y a un empeño de sus cazadores sobre la derecha patriota, donde Bermúdez los rechazó. Siguió una fuerte lluvia y para prevenir cualquier iniciativa realista, oficiales republicanos provocaron entre las líneas, combates singulares. El 18 de mayo, el ejército desenganchó volviendo a Valencia, donde Ribas aportó 600 soldados. Conocedor Cajigal de la llegada de Ribas, retrocedió el 20 de mayo y se instaló en las ondulaciones que limitan el sur de la sabana de Carabobo. En esas circunstancias, Urdaneta fue avisado del paso de una columna como de 200 hombres por el camino de San Diego. Descubrió que eran soldados de Oriente desertados. Destacó sobre ellos caballería y se dio la alarma por si otras tropas estaban dispuestas a seguir tan nefasto ejemplo.
Alcanzada aquella gente, fueron castigados con la muerte los cabecillas y un soldado de cada cinco. El 25 de mayo los patriotas salieron hacia Carabobo, durmieron en Tocuyito y al día siguiente estaban frente al enemigo. Durante la tarde y en la noche, una lluvia fuerte y continua obligó a recoger los fusiles y almacenarlos en una casa donde estaba el Cuartel General. Quedaron armadas las avanzadas, y jefes y Oficiales, con la caballería, hicieron guardia hasta el día siguiente cuando se repartió el armamento.
Cajigal había colocado su izquierda (de caballería) apoyada en un bosque y en una elevación donde dispuso 200 cazadores y un cañón. El centro lo formaban dos Regimientos: «Sagunto» y «Numancia» con cinco piezas de artillería. La derecha la formaba el resto de la caballería y otros tantos infantes. En reserva el regimiento de Granada y algunas tropas de Coro. Estaba a caballo sobre el camino real, con el frente hacia Valencia. Apoyado en ondulaciones y bosque: el terreno para abordarlo era plano. Su caballería se inflexionaba hacia adelante como en tenazas. Tenía 6.000 hombres.
El 28 de mayo los patriotas (5.000) se formaron frente a los realistas, en dos líneas. La primera, al mando de Urdaneta, comprendía las divisiones Valdez, Florencio Palacios y Bermúdez. Así se colocaron, de izquierda a derecha. En sus extremos un escuadrón de caballería y dos piezas de cañón. A una distancia conveniente formó la segunda línea, con el grueso de la caballería en el centro y las divisiones de jalón a la izquierda y de Leandro Palacios a la derecha.
A las doce y media comenzó el avance patriota, con fuego marchando. La caballería enemiga cargó la derecha independiente, arrollando al escuadrón de carabineros, pero recibidos por el fuego de Leandro Palacios y fusiladas por la espalda desde el extremo de la primera línea, pasó por entre las dos filas patriotas amenazando la retaguardia de la primera línea, mientras una columna desprendida de aquel grueso, en un ataque de mayor amplitud trataba de llegar sobre la espalda de Jalón.
Visto por Bolívar el efecto de los fuegos, lanzó su caballería sobre la realista, ésta huyó, cayendo sobre la izquierda española desordenándola. Urdaneta, quien había continuado su avance, dispuso cargar a la bayoneta, rompiendo el centro enemigo. Cajigal trató de contener el avance dando el Granada, pero éste, atacado por Bermúdez y Valdez, retrocedió, mientras la caballería realista y la infantería de la derecha huían. Urdaneta empujó la persecución hasta la sabana de Taguanes, donde se detuvo, pues sólo habían seguido Montilla, Jugo y unos cuantos oficiales. De Tinaquillo, ordenó Bolívar que Urdaneta siguiese en persecución de Cajigal. Mientras él regresaba a Valencia.
Siguió el Mayor General, la vía de Barquisimeto, hacia donde suponían había huido el General español. En San Carlos dejó al comandante Rodríguez para asegurar sus comunicaciones con Bolívar y con 600 hombres continuó a Barquisimeto y las partidas realistas. Regresó luego a Barquisimeto y salió la pérdida de la primera acción de Barquisimeto», como la población sufría por las crueldades realistas prefería perecer junto con las tropas, pero causando a éstas peligros y retardos de toda clase.
Batalla de la Quebrada de la Puerta – Edo. Guárico (15 de junio de 1814)
Mientras Bolívar ordenaba a Urdaneta perseguir a José Ceballos al oeste con 700 infantes, mandaba al coronel José Félix Ribas a ir por refuerzos a Caracas lo que aquel hizo con apenas 40 carabineros, al coronel Diego Jalón a perseguir a Cajigal y La Calzada con 400 infantes y 300 jinetes pero debió volver tras llegar a El Pao, y a Mariño le envió con unos 1,800 infantes, 700 jinetes, 100 artilleros y una batería de 9 cañones a enfrentar a los llaneros. En total, 2,600 al llegar a Valencia, poco antes que se le uniera Jalón en Villa de Cura. Historiadores estiman que el ejército patriota en Carabobo (Ejercito de Oriente) sumaba 4,000 hombres, reducidos por la separación de Urdaneta y las bajas de combate a 2.800 pero al sumarse las guarniciones y destacamentos dispersos alcanzó los 3.300 para la batalla. Según estimaciones, el ejército realista estaba formado por 3,000 infantes, 5,000 jinetes y 2 piezas de artillería.
Durante la mañana llegaron Bolívar, Ribas, dos batallones de infantería y algunos escuadrones de caballería muy agotados por la marcha. Esto daba una aparente superioridad numérica a los republicanos. El Libertador consideró la posición como desfavorable y ordenó la retirada, pero Boves detecta estos movimientos y ordena a su infantería atacar al mando de su lugarteniente, Francisco Tomás Morales. Mientras la caballería llanera carga dos veces contra el batallón Aragua, que apoyado por la artillería le rechaza. Tras una hora de combate la retirada realista se hace general. El Aragua desciende y se forma en línea cerrada, intentando envolver el flanco izquierdo realista mientras la caballería republicana ataca el derecho. Bolívar ordena una carga general, introduciéndose en la sabana abierta, pero entonces tres columnas realistas de 1,500 jinetes cada una salieron sorpresivamente desde distintas posiciones y cargaron sobre la caballería republicana, poniéndola en fuga. El grueso del ejército monárquico había permanecido oculto.
En media hora, a las 18:00, el ejército republicano estaba aniquilado y solo pueden retirarse en orden los refuerzos que había traído Bolívar. El Libertador huye con diez oficiales caraqueños por el camino real de Villa de Cura a La Victoria y Mariño, Valdés, Monagas y otros orientales por San Sebastián a El Pao de Zárate, ambos con rumbo final hacia Caracas.
Emigración a Oriente (7 de julio de 1814)
Sucede cuando los patriotas venezolanos tuvieron que huir de la capital, Caracas, hacia el oriente del país tras ser derrotados en la batalla de La Puerta el 15 de junio de 1814. En Caracas las noticias sobre el avance de José Tomás Boves provocaron temor a la población así que el 7 de julio de 1814 más de veinte mil personas emigraron hacia el oriente del país junto a Bolívar y sus tropas.
Mientras el mismo Boves avanzaba a Valencia el día 17 de junio con el grueso de su ejército. Ese mismo día José Tomás Boves (Comandante del Ejército Real) tomó La Cabrera, defendida por 500 patriotas a cargo del coronel José María Fernández, matando a todos sus defensores. En la jornada siguiente Boves llegó a Guacara y de ahí pasó a Valencia el 19 de junio, acompañado de distinguidos vecinos de Caracas y el cura de Guacara para que negociaran la rendición de la ciudad. Los defensores se negaron y Boves aseguró que a las doce del mismo día de no rendirse mataría a todos los residentes. Cuando a las doce no hubo capitulación el español ordenó el ataque siendo rechazado tras seis horas de combate.
El 22 de junio Boves lanzó un nuevo ataque que también fracaso. El 23, sin embargo, los realistas consiguieron disponer que su artillería bombardeara las defensas del centro de la urbe permitiendo un lento, escaso y costoso avance en los días 24 y 25 de junio.
Mientras Valencia estaba siendo asediada (del 17 de junio al 9 de julio de 1814) Urdaneta estaba cercado en Barquisimeto, Bolívar no tenía tropas ni para defender Caracas y Santiago Mariño había iniciado la evacuación de los patriotas a Barcelona; debido a esto los valencianos finalmente se rindieron (9 de julio de 1814), siendo masacrados por las tropas de Boves. Otra tropa al mando de Sebastián de la Calzada fue enviada a acabar con Urdaneta que se había movido a El Tocuyo.
En Araure le llegaron las fatales noticias de la derrota de la Batalla de la Quebrada de la Puerta, con la retirada de Bolívar a Caracas y el avance de Boves. Estas le decidieron volver a San Carlos en busca de información y de órdenes. Combatiendo algunas guerrillas avanzó hasta Camoruco donde impuso a la emigración marcharse por el camino empleado por Urdaneta en el otro sitio, mientras con su pequeña fuerza tomaba el camino real. Rechazado todo intento realista, entró en la ciudad donde se le reunió la emigración.
Emigración a Occidente
La situación era gravísima. En la imposibilidad de permanecer allí o de ser útiles en Valencia (que se sabía sitiada), resolvió Urdaneta, no sin oír las opiniones en una junta de guerra, retirarse hacia El Tocuyo, «donde tendrían la ventaja de no haber enemigos a la espalda, pues Trujillo permanecía tranquilo”.
Al sufrimiento moral ocasionado por las noticias, por abandonar el centro, separarse de Bolívar cuya suerte no se conocía, añadíanse graves problemas materiales: poca gente (Rodríguez había sido llamado a Valencia), pocas municiones y pocos víveres, la emigración. Con ésta toda marcha rápida para evitar el enganche con los realistas se imposibilitaba. Tomó, pues, Urdaneta, la responsabilidad de dejarla en San Carlos donde podría esperar alguna clemencia. Los hombres marcharían con él; «mujeres y niños quedarían bajo la protección del Todopoderoso». Apunta Urdaneta en sus memorias que tres mujeres, vestidas de hombre se metieron en las filas. «Estas fueron Josefa Camejo, cuyo marido estaba allí; la hermana de los Capitanes Canelones y la mujer de un tal Valbuena, llamada Josefa Tinoco: siguieron hasta el reino». Se puso en marcha hacia Trujillo (de donde se había movido hacia adelante el jefe patriota Meza), utilizando los bosques, pues el realista Ramos que trataba de impedirle el paso sólo tenía caballería; en los alrededores de Camoruco tuvo la alegría de reunirse con Meza; pasaron el río en Paso de Cojedes y al siguiente día llegaron a Cabudare. Ceballos no quiso combatir a los patriotas y se retiró a Bobare. Pudo entrar Urdaneta a Barquisimeto sin combatir. Siguió a Cerritos Blancos y luego a Quíbor y a El Tocuyo, donde la columna (1.000) hombres), descansó.
En El Tocuyo se le reunieron las tropas del comandante José María Rodríguez, aquel quien llamado de San Carlos a Valencia había atendido a la orden y con su impedimenta marchado, dispuesto a entrar en la ciudad. Impedido por los ataques realistas, se retiró por Nirgua, San Felipe y Barquisimeto, no sin combatir incesantemente. Rodríguez había muerto peleando el día anterior y el mando lo tenía el comandante Vicente Landaeta, solo traía 46 hombres. Supo así Urdaneta, los desastres, la retirada a Oriente, la pérdida de Valencia. Ya sin ninguna esperanza, determinó marchar a la Nueva Granada. Llegó a Trujillo, desde la cual, el 27 de julio de 1814 escribió al presidente del Congreso Supremo de la Nueva Granada explicándole la situación y sus intenciones.
De Trujillo pasó a Mérida, allí aumentó sus tropas con las pocas provenientes de Barinas; en ellas venía el Capitán José Antonio Páez. Sostuvo con varia fortuna algunos encuentros. La presión de Calzada lo obligó a marchar hacia Cúcuta con una «inmensa emigración». Esta llegó al Rosario de Cúcuta el 27 de septiembre de1814. Urdaneta con el ejército había quedado en Táriba. En San Antonio ordenó la marcha a Casanare de los oficiales que encuadrarían el ejército a formarse.
Victor R. Salazar
2 Comentarios
Claudia Lopez
Tremenda reseña de Urdaneta. Un verdadero y noble héroe de la Independencia de América
Tiburcio José Rivas Ordoñez
¡Tremenda publicación!. Digna de llevarla a las escuelas.
Felicitaciones Victor Salazar