«Aquel Abril». Por Enmanuel Camejo

Aquel Abril

Cuentan que fué en Abril.

Un Abril que, aquel especial año, se deshacía en ausencias, se armaba en trajines y se volvía a desvencijar en esperas.

Cuentan que Fanía, tejía y destejía el día, buscando brusca que tostar para hacer «Café».

Que Papátoño, navegaba perdido en el humo de su tabaco «Esmeregildo sello azul».

Que Rosario, deambulaba haciendo torbellinos con su sombra, mientras Schilinky, esperaba taciturno la llegada de «La Compañía».

Lo cierto es que Abril, nunca había sido adviento de inesperadas noticias, más bien, siempre fue un tiempo cíclico de celebración de la Pascua cristiana (no de aquella Pascua que se celebraba 4 o 5 meses lunares después del solsticio de invierno, cuando la luna llena era más brillante).

Muchas cosas sucedieron aquel año que merecen contarse:
Por primera vez, los Españoles iniciaron el año comiendo doce uvas al son de las campanas, según una vieja costumbre Francesa.

De Francia, se cuenta que su capital París, se inundó con más de 160 mm de nieve.

Estados Unidos y su gente, celebraron la fundación de los Boys Scouts por el nacional William D. Boyce.

El Dalái Lama, huyó del Tíbet para refugiarse en la India frente a las amenazas Chinas.

Ese año también, el rey Alfonso XIII autorizó que las mujeres Españolas pudieran realizar estudios superiores.

En Estados Unidos, el presidente William Howard Taft comenzó la tradición de lanzar la primera pelota en un partido de béisbol.

Fué ese mismo año cuando, en Cuba, el huracán de los Cinco Días, mató a mas de 700 personas, rompiendo el malecón habanero.

Hasta el cometa del fin del mundo, pasó ese tiempo por la tierra y cada noche mucha gente hipnotizada por aquella larga figura celestial que desbordaba la noche estrellada. Prefirieron quitarse la vida, convencidos de que el paso de la Tierra por la cola del cometa, envenenaría a la humanidad entera.

Pero, pese a tanto, lo que sucedió en aquel Abril nunca fué registrado en los anales de la historia. En aquel Abril lleno de paradojas y amargos flagelos, en aquel cuarto mes que se llevó en volandas al sueño, llenándolo de duermevelas.

Todo sucedió aquel Abril.

Enmanuel Gerardo Camejo Zavala