EL CORAZÓN DE CARMEN LUCRECIA. POR JULIO CÉSAR JIMÉNEZ

I

Estamos felices quienes en tu corazón vivimos
porque de él se desprende un amor infinito,
amor que disfrutamos tus nietos y tus hijos,
que muchos seres no gozan de un amor tan bonito
y qué hermoso es tener de tu corazón cobijo
a sabiendas que el amor es tan sublime y por Dios bendito
y que tu lo vas derrochando por todos nuestros caminos
y que a mi corazón llenó poco a poquito.
¡Pecamos porque no entendemos y más amor te exigimos!
¿Y nosotros qué te damos? ¿Apenas un cariñito?
¿Pero no te das cuenta? Que tantos cariñitos forman un gran cariño
y te lo vamos devolviendo también de poco a poquito;
que cuando sonríes te desbordas cual fresco vaso de vino
y vaso que se desborda es porque está otra vez llenito.

II

No importa que ahora nada puedas decir
porque todo a su debido tiempo lo dirán los hechos
y lo que tu corazón expresa con nada se puede medir,
son tan fuertes los latidos que remueven sentimientos,
que solamente nosotros los podemos sentir
porque estamos allí, dentro, pero muy dentro
y nos entrecortamos… y cortas frases podemos balbucir,
por la emoción que nos embarga… por eso,
solo nos place por muchos años a tu corazón oir:
ese, tu corazón que nos guió por un camino recto
poniendo a Dios por delante nos enseñó a percibir,
y a Dios pedimos todos los días en nuestros rezos
por las fuerzas y energías a tu corazón para vivir.
¡Y esperemos! iTodo a su tiempo lo dirán los hechos!.

Nosotros: simples olas, tu corazón: el mar,
con el vaivén de tu corazón nos llevas y nos traes,
con un latido de tu corazón nos subes
y con otro latido nos ayudas a bajar.

JULIO CÉSAR JIMÉNEZ