EL TRABAJO. Olimpio Galicia Gómez
EL TRABAJO
Generalmente ocurre que no estamos en el sitio que requerimos ni en la situación que se aspira, o por lo menos, en donde uno se sentiría más a gusto.
Trabajar en la empresa o institución que deseamos, a veces resulta muy dificultoso y otras, hasta imposible. El ambiente, los compañeros de trabajo, el trato, los horarios, el salario y muchos otros factores tienden a ser discordantes con lo que algunos creen que deberían tener.
Es lugar común saber que la mayoría de la gente no le gusta lo que hace, o cuando menos, no se sienten identificados con su labor. Trabajador que no rinde, que incumple horarios y normas, que falta con frecuencia a su labor, que vive quejándose de su nefasta situación es una constante en la vida laboral. Incluso, profesionales que no les gusta la profesión que tienen después de haber pasado años en una universidad para obtener ese título.
Todo esto tiene sus causas y sus razones, que, muchas veces, son muy lógicas y otras que nadie entiende, sin embargo, debemos reconocer que el ser humano es muy susceptible a ser afectado, de una u otra forma, por las condiciones externas e internas, en su conducta. De esto saben bastante los psicólogos y también los sociólogos.
Por mi parte, y disculpen que me tome como caso de lo que expongo, pero creo que es el que mejor conozco, tengo una profesión muy hermosa que ejercí muy poco; aprendí varios oficios con los que siento identificación plena; la vida me dio la oportunidad de incursionar en las artes y considero que eso ha sido uno de los mejores acontecimientos que me ha sucedido.
En esta razón, cuando mi trabajo está orientado en la brújula del arte, experimento placer, me gusta el proceso de crear desde la nada y disfrutar el producto como algo que tiene mi identidad, mi sudor, mi huella, mi olor, mi entrega.
Entonces, si mi trabajo es el arte, no requiero horario, ni días específicos del calendario, ni ambientes expeditos, ni condiciones precisas y determinadas.
En virtud de esto, comulgo con los que afirman que les gusta su trabajo, que están contentos con lo que hacen, que lo hacen con amor, con dedicación y con esmero.
Esta condición, es decir, la de ser «trabajador» del arte, también tiene sus bemoles y características muy particulares que no le suceden a cualquiera, por esa circunstancia me ha tocado realizar cosas que resultan inútiles desde todo punto de vista; otras que son de lo más cursi y ridículas que a cualquiera le da risa; he tenido que hacer trabajos extravagantes y lejos de toda lógica; y casi siempre ando haciendo o tratando de llevar a cabo labores que, para muchos, no son muy cuerdas y bien lejos de ser consideradas como trabajo natural y decente.
Con todo y eso, una vez concluida la misión, quedo totalmente satisfecho, feliz y, sin saber porqué, orgulloso del resultado de mis irracionales esfuerzos.
Así somos.
Olimpio Galicia Gómez