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FILOSOFANDO. Olimpio Galicia Gómez

Filosofando

FILOSOFANDO

No tuve estudios humanísticos en mi trayectoria de estudiante, porque toda mi educación estuvo dirigida hacia la parte técnica que me llevó a ser un profesional muy práctico y concreto en mis planteamientos. No obstante esto, mi identificación con las artes y con todo lo que se le parezca, es un punto que, considero, tengo a favor para tratar de entender un poco a éstas y a la ciencia de la filosofía.

En estas circunstancias he orientado mis lecturas, desde hace cierto tiempo, queriendo profundizar, sin mucho éxito, en las teorías de algunos filósofos cuyos libros aún dispongo.

Leo y los vuelvo a leer y poco a poco siento que voy captando ciertos conceptos fundamentales y algunas variables relativamente simples, pero a medida que me voy adentrando en los textos, la cosa se pone más compleja, es como caer y sumergirse en un mar de frustraciones con grillos de plomo atados a mi cuerpo, lo que me impide continuar leyendo.

A las dos horas, aproximadamente, vuelvo a la carga y me enfrasco en el libro nuevamente y, gracias al entusiasmo que le imprimo, me atrapan los planteamientos de los clásicos griegos, resalto algunas ideas claves, anoto por los lados y a modo de pie de página algunas referencias, busco palabras en el diccionario y así voy avanzando haciendo comparaciones entre unos y otros.

Debo confesar que en estas segundas oportunidades que me doy, alcanzo un buen respiro, pero no por mucho tiempo, porque de pronto me encuentro con un párrafo tormentoso que no puedo digerir, que me hace admitir mis precarias condiciones intelectuales, mi falta de talento, mi poca preparación académica y que resulta inútil entrarle a la tesis planteada.

Son planteamientos demasiado complejos para mí, veamos: «El calor irradiado al espacio cósmico debe, de un modo u otro, llegará un tiempo en que las Ciencias Naturales se impongan la tarea de averiguarlo, convertirse en otra forma del movimiento en la que tenga la posibilidad de concentrarse una vez más y funcionar activamente. Con ello desaparecería el principal obstáculo que hoy existe para el reconocimiento de la reconversión de los soles extintos en nebulosas incandescentes».

Como puede usted observar, amigo lector, cualquiera con mediana cultura, cuatro dedos de frente y un poquito de interés, entendería fácilmente lo antes planteado, sin embargo, este pobre mortal que soy yo, no entiende ni tiene absoluta idea de lo que quieren decir.

Estas situaciones me han tenido sumido en extrañas cavilaciones, ando todo el día mirando al techo, camino sonámbulo por los alrededores nocturnos, no hablo con nadie, como y bebo sólo lo indispensable y, de seguir así, iré a parar al manicomio.

Pero esta mañana desperté radiante y con buen apetito, caminé mi rutina de varios kilómetros y en el trayecto me fueron llegando, como haces luminosos, los recuerdos de mi gente de la península, de su sabiduría, de sus razonamientos, de la lógica en sus planteamientos, todos llenos de una sencilla y armoniosa filosofía que, sin menoscabo de los clásicos, de toda su grandeza y el gran aporte que han hecho a las sociedades humanas, es capaz de hacer reflexionar a cualquiera.

De esta forma se hizo presente el «Tío Chico», personaje campesino que cumplía largas jornadas diarias labrando la tierra para el cultivo agrícola, él nos decía: «Yo tengo un buen chinchorro para dormir, porque yo paso mucho trabajo todo el día jalando escardilla en el conuco, así que en las noches no voy a seguir llevando vainas».

También el mismo personaje, en alguna ocasión que estaban reunido con sus amigos, se levantó y dijo: «Yo me voy, la noche está muy bonita y debo aprovecharla, está como para hacer un muchachito varón».

Mi abuela Julia siempre remataba sus discursos con la siguiente aseveración: «Pobre más que nadie, pero nunca dirán que Julia Gómez se cogió medio».

El gran filósofo de La Vela sostiene que: «De mis males estoy bien, de lo que estoy mal es de mis bienes».

Y «Pona», filosofando a orillas del mar de Adícora, determinaba que: «El hombre nace desnudo, lo demás es ganancia».

Olimpio Galicia Gómez

CONSEJO A UN HERMANO (Décima)

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