«Into the mind». Por Marcelo Jesús Moreno Mendoza
Into the mind
Hoy estás más callado que de costumbre, ¿acaso debo volver a realizar el mismo ejercicio que hicimos en nuestro primer día? – pregunta la mujer sentada a mi lado.
No hace falta, es solo que me perdí un poco en mis pensamientos, y no sabía cómo empezar. – respondí.
Tus pensamientos te han llevado a gastar 15 minutos de terapia, y ya sabes que esta es la última, así que dime ¿cómo te sientes? – me pregunta ella.
Siento que he avanzado bastante este año, y todo ha sido gracias a ti, a tus consejos, y a que te has dedicado a escucharme, aunque, para eso te pago ¿no? Jaja. – después de hacer ese chiste giré mi cara para ver su reacción, pero su cara seguía tan seria como siempre.
Llevas dos años de terapia, y continúas dándome la misma respuesta con el mismo chiste, me preocupa un poco que estés tomando esto como algo monótono y hayas comenzado a ocultarme cosas, sabes bien que mi trabajo es escucharte, y guiarte para despejar todos esos problemas que hayan en tu mente. – me comenta mientras anota varias cosas en su libreta.
Hace meses que te estoy mintiendo. – comencé a decirle con un tono bastante serio.
Continúa. – me dijo mientras seguía anotando.
Volví a drogarme después de haber salido con unos amigos en la noche, todo iba bien, ellos son personas sanas, personas que me ayudaron a alejarme de las drogas, así como tú lo has hecho con nuestras sesiones… esa noche todo estaba de maravilla, todo iba bien, incluso fuimos a comer un asado para celebrar mi primer año de rehabilitación. Todo acabo terriblemente mal, después de ver a unas mesas de distancia, a quien ha sido el amor de mi vida, por fuera disimulé tan bien, que mis amigos no sospechaban absolutamente nada, pero dentro de mí, sentía una explosión de emociones, tanto negativas como positivas, mi mente se nubló tanto. Le tuve que pedir a mis amigos que me llevaran a la casa, les mentí diciendo que la comida me cayó mal. Al llegar y quedarme solo, dejé mi teléfono lo más alejado posible, me encerré en la habitación y comencé a llorar, mi mente se nubló todavía más de lo que estaba… – me quedé en silencio por un momento.
Continúa. – me pidió ella nuevamente.
Lo siento, tengo algunas lagunas mentales, recuerdo que había vuelto donde dejé mi teléfono, y ya estaba marcando al número que me sé de memoria, y en menos de media hora, ya había una jeringa en mi brazo… cuando retomé la conciencia era media mañana del siguiente día, supuse que me quedé dormido en esa posición, tenía varias llamadas perdidas del trabajo, pero no recuerdo haber escuchado sonar el teléfono, y lo peor es que… – no pude terminar de decir lo peor de todo cuando ella me estaba interrumpiendo.
Lo peor es que esa tarde tuviste una cita conmigo, noté que de nuevo volviste a usar mangas largas, tus pupilas aún eran capaces de delatarte. – ella estaba en lo correcto.
Así es, tenía una cita contigo, y a partir de esa sesión te comencé a mentir de nuevo, no ha sido en todas, sino en los casos donde he recaído siempre por pensar en ella. – de nuevo me quedé en silencio.
Muy bien, han pasado dos años desde que comenzamos terapia. Claramente yo sé que tuviste varias recaídas, pero no podía hacerte la pregunta directamente, ya que todo se debe amoldar a tu comodidad, y viendo que pasaba el tiempo y no me decías nada sobre las recaídas, decidí dar por finalizada nuestro tiempo en esta última sesión, francamente, creo que conmigo has estado perdiendo tiempo tan valioso para ti, para tu mejoría, y aparte de eso, nunca me comentaste nada sobre ella, lo único que sé, es que fue la razón por la que comenzaste a usar drogas, y ahora es la razón por la que estás recayendo… – no la dejé terminar y decidí interrumpirla.
Fue mi primera novia real, desde que salí de secundaria, la única a la que podía decirle amor, la única con la que no eran solamente juegos, la única con la que sentí un amor real. Ella me enseñó todo lo bonito de la vida, me enseñó que siempre hay alguien que hace de tu vida algo mejor, básicamente me enseñó a amar, por primera vez me sentía genuinamente feliz con alguien, sentía que estaba conmigo quien era, y no por lo que tenía hasta ese entonces. – las lágrimas salieron de mis ojos, por montones.
Y ¿qué sucedió? – preguntó ella.
Todo tiene un fin… y el nuestro, fue porque no me sentí digno de ella, era tan perfecta, y yo era tan simple, dentro de mí siempre supe que se merecía algo mejor, y por eso la dejé irse, fue el peor error que pude cometer. – ya me estaba costando mucho trabajo no llorar.
¿Puedo saber su nombre? – pregunta nuevamente.
Se llama… – antes de pronunciar su nombre, escuché un fuerte ruido de una bastón golpeando una puerta de metal.
De pronto mis ojos se enfocaron nuevamente, estaba yo solo dentro una habitación, solo tenía una cama y una puerta de metal, por donde se deslizó un plato de comida, el sofá donde estaba acostado, y la mujer que estaba conmigo, desapareció con el resto de la habitación, escuché a dos personas hablando, y una de ellas dijo «Muy triste que tan grandiosa mente, se encuentre aquí encerrada».