LA CONVERSACIÓN. Por Marcelo Jesús Moreno Mendoza
La conversación
Carlos era un joven de unos veinti tantos años, apasionado al deporte, y siempre con una sonrisa, siempre estaba dispuesto a ayudar y acompañar a sus amigos cada vez que le necesitaran, y esto era muy apreciado por ellos.
Cierto día, Manuel invitó a Carlos, su mejor amigo, a tomarse algo en uno de los locales del centro comercial más importante de la ciudad. La intención de esto, era para colocarse al día, puesto que Manuel había regresado del extranjero pasados par de días. Estuvieron hablando sobre las cosas que hicieron, deportes, fiestas y chicas.
Carlos era unos meses menor que Manuel, pero todos los que lo veían, pensaban que era el mayor, y no de manera física, sino por la madurez como se expresaba al hablar de las cosas, cuando lo hacía, era como escuchar a alguien bien entrado en edad, puesto que derrochaba sabiduría ganada debido a experiencias vividas.
En medio de la conversación sobre chicas, Manuel decide preguntarle a su amigo, si ya había logrado conquistar a la muchacha de la que tanto le había hablado mientras estaban en lugares distintos; siempre le contaba maravillas sobre ella, casi la describía como un ángel.
- Y dime, ¿ya puedo decir que Samantha es mi cuñada? – pregunta Manuel, refiriéndose a que siempre vio a Carlos como su hermano. Una joven sentada detrás de Carlos agudizó el oído.
- Pues quería decirte que ya vas a ser tío jaja. – bromeó Carlos. – No, solo bromeo, las cosas entre ella y yo no se dieron como lo esperaba. – terminó diciendo con un tono triste.
- Cuéntame, ¿qué sucedió? Hasta hace poco me hablabas muy bien de ella. – dijo Manuel.
- Y aún te diré cosas muy buenas de ella, pero solo que… – Carlos hizo una pausa – Ya no tengo oportunidad con ella, el día que llegaste a la ciudad, hablé con ella, le conté de mis sentimientos, y me respondió lo más cortés que pudo, que los suyos no eran recíprocos. – la voz del joven se sentía cada vez más triste.
- Había notado que ese día estabas un poco diferente cuando llegaste a recibirme, pero pensé que solo eran ideas mías, ya que tu sonrisa era la misma de siempre. ¿Estás bien? – pregunta preocupado el mayor.
- Sinceramente, siento que una parte de mi vida fue totalmente destrozada. – confesó Carlos. La joven detrás de él, soltó una lágrima al escuchar esto.
- ¿Es la primera vez que te rechazan? – pregunta Manuel.
- No, pero es la primera vez que me duele el rechazo de alguien, siento que por primera vez me enamoré, e intenté ser la mejor versión de mí, demostrarle que puedo ser un gran partido, y aun así, no fue suficiente. – responde el menor intentando mantenerse sereno; justo en ese momento, la chica detrás de él se levanta, y se va soltando aún más lágrimas.
- Bueno, ¿qué te parece si nos vamos a tomar unas cervezas y brindamos? – dice el también mejor amigo de Carlos, intentando cambiar la conversación.
Acto seguido, ambos se levantaron de la mesa donde estaban y fueron al pub donde siempre solían ir cuando estaban juntos. En ese lugar, continuaron contándose historias, pero sin tocar nuevamente el tema de Samantha.
Más tarde, cuando Carlos llega a su casa, revisa su teléfono, y se da cuenta que tiene un mensaje de Samantha, una nota de voz que le envió por Telegram. En la nota, Samantha le confiesa que se había sentado detrás de él en el centro comercial, porque quería darle una sorpresa, pero no le había dicho porque lo vio con su amigo, también le dijo que escuchó la conversación que tuvieron sobre ella, y que esto la hizo sentirse terriblemente mal, por lo que le pidió disculpas un montón de veces, por el daño que le causó. Durante toda la nota, la voz de la chica se escuchaba entrecortada, debido al llanto de ella por lo mal que se sentía después de escuchar esa conversación.
Al finalizar la nota de voz, el joven no esperó más para llamarla, y poder hablar con ella, intentaría tranquilizarla si aún estaba llorando, y buscaría la forma de hacerle ver que ella no era la culpable de eso. El teléfono repicó dos veces y Samantha atendió, conversaron hasta entrada la madrugada, donde ambos, ya bastante tranquilos se fueron a dormir.
Marcelo Jesús Moreno Mendoza