Por allí está el Licenciado (Relato de Migrantes en Serie):“XLIL. Mexico”. Por Luis Enrique Homes.
XLIL. Mexico
El trayecto de Honduras hasta México tomó cuatro días en bus, con las paradas llenas de adversidades y sobresaltos que Andrea ni Julian nunca pudieron imaginar. Los buses no eran lujosos, pero cómodos en trayectos largos. Durante todo el trayecto el niño lloraba con frecuencia, de hambre, cansancio y de tanto estar sentado en el bus. Julian estaba muy nervioso, sudaba más de lo normal todo el camino y no dejaba de jugar con la gorra entre sus manos. Andrea recibía constantes mensajes de texto de parte del licenciado. Le decía que sabía que había salido de Nicaragua y que con seguridad estaba escondida en Honduras, pero que sus contactos eran infinitos y que allí en Honduras la encontraría porque allí tenía amigos poderosos y que con seguridad, la encontrarian y la deportarian a Nicaragua.
Andrea no dudaba de los contactos del poderoso licenciado y lógicamente, creía en las amenazas. Luego de tres horas de recorrido había un punto de control de la policía y el autobús tuvo que detenerse. Andrea comenzó a sudar frío porque en ese momento leía los mensajes del licenciado en su pantalla de teléfono. Un policía hizo bajar al conductor, lo condujo a la oficina y allí demoraron como quince minutos. Ese tiempo le pareció interminable a Andrea y a Julian. Pensaron que hasta allí llegarian. Luego el policía subió al autobús y comenzó a hacer preguntas a algunos de los pasajeros, pidiéndoles papeles de identificación, especialmente a los hombres. Andrea se recosto su cabeza a la ventana, se arropó su cuerpo y apretó al niño en sus brazos, fingiendo que estaba durmiendo.
Cuando el policía pasó por el pasillo, Julian se levantó de su asiento, camino a su encuentro le dijo.
- Ella es mi sobrina y él es su hijo, vienen dormidos y cansados.
El oficial se sorprendió del tamaño de Julian, le pareció simpático ese personaje diminuto que cuidaba de su sobrina y el niño. Jesus le jalo la camisa al policia y le ofreció una sonrisa ingenua. El oficial simpatizo con la familia que viajaba y no les pidió papeles. Se bajó al cabo de un momento y permitió que el bus siguiera su rumbo.
En una parada más adelante un señor mayor se montó al bus. Venía visiblemente tomado y se sentó cerca de Andrea. La comenzó a molestar y Julian le dijo que si seguía metiendo con su hija, tendría que vérselas con él, amenazandolo con un bastón que había prestado de un pasajero anciano.
En el camino, el niño tuvo una diarrea inesperada. Era incomodo estar cambiando al niño en pleno viaje, porque los pasajeros se quejaban del mal olor en el bus. Miraban a Andrea con desagrado y además,Jesus no paraba de llorar. De manera que en una de las estaciones el propio chofer les sugirió que se quedaran en un hotel, buscaran un médico en el pueblo y siguieran su camino en uno o dos días. La sugerencia le pareció razonable de manera que tuvieron dos días allí. Consiguieron un hotel cerca de la estación de bus. El recepcionista llamó inmediatamente a un médico, quien recetó a Jesus líquidos hidratantes y comida sana. Descanso y prudencia para seguir el viaje.
Andrea aprovechó esos dos días para ponerse en contacto con Jacinta y su mama. Ver como estaban las cosas de extremo a extremo. Mientras las llamaba pensaba en lo que significaba la separación y nuevamente la nostalgia la invadió. Pronto se dio cuenta de que el trayecto que faltaba era mucho menor al trayecto recorrido y que definitivamente, quería hacer una nueva vida fuera de peligro.
Rosa le comentó a Andrea como había desaparecido el licenciado de los alrededores de la casa, la tremenda discusión que habían tenido y cómo había echado de su casa al licenciado en medio de insultos y amenazas. También le comentó la visión que había tenido de la abuela y además le agrego con absoluta firmeza:
- Ahora sé que nuestros viejos, cuando mueren, les gusta visitarnos. Aca mi mama siempre se me aparece en la mecedora y yo creo que ella está vigilando que el desgraciado del licenciado no vuelva por acá.
A Andrea no le pareció muy creíble el relato de su mamá sobre la discusión con el licenciado y la aparente huida de él, ante sus amenazas. Un hombre tan prepotente, violento y grosero no se dejaría intimidar por una mujer sola e indefensa.
Pero prefirió quedarse con esa versión, que era la que más le daba tranquilidad. Además, le pareció muy cautivador y emocionante eso de que la abuela Rosa estuviera visitando la casa y pasando tiempo con ella, sentada en la mecedora. “Al menos mamá no está sola”, pensó y se tranquilizó.
Luis Enrique Homes
Un comentario
Tiburcio José Rivas Ordoñez
Magnífica historia