«Recordando a mi Abuelo Luis Homes Eljene». Luis Enrique Homes
Recordando a mi Abuelo Luis Homes Eljene
Era martes, el 10 de diciembre de 1974. El muchacho venia del Colegio Maristas de Maracaibo. y alrededor de las 2:00 de la tarde, se bajó sudoroso del “carrito por puesto” y llegó exhausto a su casa, frente al Liceo Udón Pérez. Había finalizado la jornada vespertina del 1er ano de Bachillerato. Hora de almuerzo y descanso. Pero ese día, la rutina se rompió para siempre.
Observó sorprendido la cantidad de carros, gente y el movimiento inusual que había en la quinta familiar estilo años 60. En los primeros pasos al entrar, descubrió que algo insólito había pasado. Los tíos y sus esposas lloraban, pero nadie se atrevió a decirle nada. Como pudo, tiró los libros estudiantiles en el pasillo y salió corriendo a la habitación de la abuela. Allí estaba ella, sentada y llorando sin consuelo. Lo recibió con un abrazo fuerte que jamás olvidará y murmuró entre lágrimas: “Mijo, murió tu abuelo”. Por su puesto, el muchacho pensó que era una pesadilla. Que estaba soñando.
El abuelo Luis se había despedido un día antes de él, entre abrazos y chocolates Savoy y chucherías que siempre le traía el fin de semana. Le dijo que se verían el sábado y que no le dijera a nadie que le había dado chocolates extras. Él se aseguró de esconderlos bien. Si, seguro que era una pesadilla la muerte del abuelo. Pero el transcurrir de las horas lo despertó: Era realidad. A la quinta familiar llegaba más gente con dolor y sorpresa. La hermana y el hermano menor se acercaron a la mesa. Papá y mamá estaban allí y en un momento que todos trataron de evitar, se confundieron en un mar de lágrimas. Allí el muchacho supo que había sido un infarto. ¿Como seria eso? Y pensó sin comentarlo que el corazón del abuelo había explotado, como el explotaban los globos de colores en las fiestas de cumpleaños. ¡Y pum!, se cayó al piso y murió en una vía de tierras del Rancho San Antonio, que era su pasión.
A la edad de 13 años recién cumplidos (en octubre de ese mismo año) mi abuelo Luis Homes Eljene me había enseñado a montar caballos. Aprendí a ordeñar vacas, manejaba tractor, su camioneta y un Jeep viejo y descapotado. Aprendí a apreciar las estrellas de la medianoche en el campo desolado, a comer fororo, arepa pelada y queso recién hecho. Todo, cuando me iba (o me escapaba) con él de “vacaciones” al Rancho San Antonio. Yo era su nieto mayor, hijo de su hijo mayor Pablo Elías y mi madre Nora. Y – por favor, eso no me lo discuta nadie – yo era su nieto preferido.
Los meses y años siguientes fueron muy dolorosos para todos en familia. A mi papá se le desgarró el alma y asumió un papel tutelar en toda la familia, acompañado por mi noble madre. En la familia todos eran adultos y yo era el mayor de una manada de niños, primos, primas sin respuestas. Con ayuda profesional descubrí, que yo tenía un trauma o un dolor oculto por la partida inesperada de mi abuelo. Fue un duelo que me duro mucho tiempo. En mi mente, la realidad era que él se había ido feliz de la casa un martes, y que debía regresar el sábado, como me lo había prometido. Yo esperaba los viernes en la tarde o los sábados ansiosamente su llegada. Pero no fué así. Y él ni nadie me supieron explicar que era la muerte inesperada de un ser tan querido.
Mi abuelo me hizo entender, dolorosamente y a muy temprana edad, lo pasajero de la vida. Hoy estás, mañana no. Puede que no avises. Aprendí que no nos llevamos nada y dejamos todo. Que lo que realmente dejamos es la educación, la formación en valores a la prole, bien criada: a los hijos, nietos y bisnietos y los principios que subsisten, inculcados y transmitidos de generación en generación. Que poseer es una ilusión. Una vanidad. Instrumentos frágiles para vivir. Falsos bastones de seguridad que se desvanecen. Fragilidad con marcas, modelos y colores. Y por supuesto, con valores de mercado.
Con mi abuelo tuve el primer contacto con la muerte. Mi primera perdida, mi primer despertar, y mi primera gran experiencia del dolor humano. Un niño de 13 años no está preparado para eso. Al menos yo, cuando los niños de mi época éramos lo más cercano a unos tontos. Inteligentes, pero tontos.
50 años después de la muerte de mi abuelo Luis Homes Eljene, hoy 10 de diciembre de 1974, puedo decir que los abuelos, los padres, familiares y amigos y todos lo que se nos adelantan de este plano terrenal, nunca mueren. Solo se mudan, pero van dejando su huella en la descendencia, como aquella promesa que Dios hizo a Abraham y que aún se cumple: Tendrás una generación más numerosa que las estrellas.
Por eso he aprendido a llevar en paz, aceptación y serenidad, la “mudanza” de mi abuela Isabel, la mudanza de mis abuelos maternos Ulises y Berta, la mudanza de mis tías abuelas, de mis tíos y tías y la de mis propios padres Pablo y Nora, ejemplos de vida para mí. Allí están, siempre a mi lado tan cerca como invisibles.
El 21 de junio de este 2024 mi abuelo, Luis Homes Ejene, estaría cumpliendo 114 anos de su vida terrenal. Los cronistas mas versados de la familia Homes, como mis tíos Nain y Miguel “El Chino” han contabilizado que la generación de mi abuelo (su descendencia) no fue tan numerosa como la que Dios prometió a Abraham. Pero si fue un ejemplo de fecundidad, carácter, templanza, dedicación y ejemplo para toda su descendencia. Lo heredaron en feliz sucesión apostólica sus 12 hijos hombres, 2 hijas mujeres. Para un total de 14. Su descendencia se tradujo en aproximadamente 150 descendiente consanguíneos entre nietos, bisnietos y tataranietos
Hoy, mi gran abuelo Luis, puedo abrazarte feliz y en paz.
¡Gracias por todo Abuelo Luis!
Luis Enrique Homes
3 Comentarios
Jose Perez
Los muchachos me leyeron la historia que publicó el hijo de Pablo, estoy casi ciego, Luus Homes era mi padrino, siempre me daba consejos y me jalaba la oreja cuando mortificaba a mi mamá. Ahorita estoy casi ciego por la catarata y solo oigo lo que me
Miguel chino homes
Dios te bendiga Luis Enrique en unión de tu familia. Excelente y veraz exposición. Para orgullo de todos sus familiares y amigos fué un EJEMPLO DE PADRE ABUELO AMIGO Y CIUDADANO . Difícil de imitar a pesar de los esfuerzos que hemos realizados sus desendientes. Sin vanidad puedo a mis 78 años gritar a los cuatro vientos que difícil exista una familia como HOMES GARCÍA producida con Amor, Trabajo, Sacrificio, Obediencia, Educación, Ejemplos,, sin descanso por la linda pareja : Luis e Ysabel.
Tus Padres fueron sus preferidos y como tú bien lo dices y lo reconocemos todos: Tucusito su primer nieto VARON fuiste su nieto preferido, y quizás mi hija Marianela la nieta preferida. Recordar es vivir y agradecer a Papá Dios por tantas dichas recibidas. A todos nuestros difuntos que son muchos los recordaremos eternamente. Desde el Cielo nos protejen y bendicen.
Jose Perez
cuentan los hijos y nietos que leen por mi y escriben lo les digo. Luis Homes fué un hombre bueno y trabajador. Como pasa el tiempo