«Yo Soy un Colectivo y Quiero que te Vayas». Luis Homes Jimenez
Mi nombre es Carlos y me dicen Puente Roto.
Desde niño me encantaban las motos. La primera vez que me monte en una, creo que tenía seis o siete años, cuando mi tío Ernesto me saco de paseo a escondidas de mi mama. Ella decía que las motos eran peligrosas y que una caída era una tragedia segura. Mi tío Ernesto llegaba al barrio de vistas y desde lejos escuchaba ese ruido ruuuumm, rruuuuum rrruuuuuuuuuuuuum que es un ruido encantador, adictivo. Como vivíamos en una lomita, él tenía que acelerar más y allí era que el ruido de la moto era más sabroso.
Tio Ernesto llegaba a la casa los fines de semana porque cerca de allí se reunían a tomar cervezas los sábados y domingos. Y siempre que se acababan las cervezas, era mi tío el encargado de ir a buscar más, porque era más rápido que todos. Montaba a otro compañero en la parte de atrás de la moto y allí se aparecían con dos cajas más de cerveza. Un día, ninguno de sus amigos quería acompañar a mi tío en la moto porque decían que él estaba muy tomado, pero yo me ofrecí a acompañarlo, con tal de montarme en la moto.
Ese ruido de la moto arrancando, me pareció inolvidable. Mi tío arrancó con tal fuerza que me caí hacia atrás. Pero yo hice que no había dolido nada el golpe en la cabeza y me volví a montar. Esta segunda vez, me agarré tan duro de su cintura que me dijo, pero déjame manejar, no me aprietes tanto. Y allí entendí que para montar una moto, lo primero que hay es no tener miedo. Después, cuando me hice colectivo para defender a la revolución, siempre recordaba como se arrancaba con fuerza en las motos y como debía agarrarse el compañero de la parte de atrás.
Las bajadas del barrio en la moto de mi tío Ernesto, eran como un baile. El volante se tira para la izquierda, de pronto a la derecha, nuevamente a la izquierda y después a la derecha. Y así lo puedes hacer muchas veces. Si no te quieres marear, pues corres un momento sin cruzar y luego vuelves al juego de los cruces continuos; y de pronto te das cuenta que estás bailando con la moto y haces asustar al compañero de atrás. Eso también yo lo hacía en los colectivos, pero allí es más peligroso porque uno va a armado y si el compañero de atrás no es muy experto y se cae al pavimento, pues se le puede ir un tito y que el te jodes eres tu.
Yo fui creciendo y poco a poco mi mama fue aceptando que yo saliera en la moto con tio Ernesto, pero solo me decía que no me montara con el tío cuando él estaba tomando. Y pues la verdad yo trataba de hacerle caso. Pero nunca tuve una moto propia, hasta que conocí y me metí a los colectivos.
Estudié hasta el tercer año de bachillerato y allí me canse. El liceo quedaba muy lejos. Me costaban mucho las matemáticas, la física y la química. Peleaba mucho con los compañeros de clase, me decían que era muy violento y de allí me pusieron el sobre nombre de “Puente Roto”, porque según mis compañeros “y que no me pasaba nadie” .
Mi tío Ernesto quiso que entrara a un liceo militar para terminar el bachillerato, pero después de muchas pruebas y días allí encerrado, no pasé los exámenes físicos y además salí con una deficiencia en los riñones, cosa que yo no sabía.
Pero esa semana que estuve en el Jauregui, aprendí vaina de los militares que me impactaron. Primero, te tratan a los coñazos, te hablan golpeado hasta humillarte y hacerte sentir que no vales nada; yal final, tienes que hacer lo que te digan, te guste o no. Ellos son los jefes y saben lo que te conviene, asi tu no lo entiendas. Eso también lo recordaba yo cuando me tocaba dirigir a los colectivos. Y pues, para ser franco, también aplique esa táctica hasta el cansancio.
(La historia continuará)
Luis Homes Jimenez
3 Comentarios
Euripides Reyes
Muy buenas historias contemporáneas. ¿Tu eres el hijo de Luis Antonio o de Pablo?
Saludos
Tina Camacho
En cada sociedad se oculta un nicho desde donde se fraguan sus verdugos
Me encanta su estilo señor Homes
Juan Leal
Muy buena historia que parece que apenas comienza. Tema complejo