ZULIANOS ILUSTRES: Rafael María Baralt. Por Victor R. Salazar
ZULIANOS ILUSTRES
Nuestra 2da entrega de esta serie biográfica en honor a nuestros Zulianos Ilustres la dedicamos a Rafael María Baralt Pérez, historiador, periodista, escritor y poeta venezolano nacido en Maracaibo en 1810 y fallecido en Madrid, España en 1860. Fue el autor del primer diccionario de galicismos del español y tuvo el honor de ser el primer hispanoamericano en ocupar un sillón en la Real Academia de la Lengua Española. En su Oda “Adiós a la Patria”, escrita en la ciudad de Sevilla, España en 1842 inicia con el verso inmortal que describe a nuestra ciudad de Maracaibo: “Tierra del Sol Amada…”. Este trabajo solo espera ser un pequeño y humilde homenaje a otro de los hombres más insignes y prominente que ha nacido en la ciudad de Maracaibo, cuya trayectoria literaria traspasó la frontera de nuestra Venezuela.
Victor R. Salazar, …22 de septiembre de 2020.
RAFAEL MARÍA BARALT
ORÍGENES DE LA FAMILIA BARALT
Rafael María Baralt desciende de una familia originaria de Cataluña (España). De acuerdo con lo que se conoce, Ignacio Baralt y Torres fue su fundador en Maracaibo. Había nacido el 22 de marzo de 1748 y era el tercero de tres hermanos navegantes, emigrados del pueblo costero de Arenys de Mar: su tierra natal. El primero de esos hermanos fue José Baralt y Torres.
Se cuenta que Ignacio fue hombre de aventuras. Después de ser liberado de los piratas, se traslada a Veracruz, México, en donde se alista voluntariamente como cadete de milicias. Luego ingresa en una flota comandada por el Marqués de Casa-Filli, en el servicio de petache (Un patache es un tipo de embarcación de vela con dos palos, muy ligera y de poco calado, una especie de mezcla entre un bergantín y una goleta). Al promediar los años 70 del siglo XVII, llega a Maracaibo en una embarcación de su hermano José, para ser el primero de ese apellido en establecerse en esta ciudad, en donde va a morir, el 20 de mayo de 1805.
Según el censo de esos años, la población de Maracaibo registraba 1.682 familias con un total de 10.312 personas. El joven navegante se afirmó en Maracaibo. Contrajo matrimonio con la dama maracaibera Agustina Sánchez, probablemente por los años de 1777 ó 78. De su matrimonio con Agustina Sánchez, nacieron 14 hijos. El señor Ignacio Baralt y Torres falleció en la misma ciudad de Maracaibo el 20 de mayo de 1805. El octavo de los hijos del matrimonio Baralt y Sánchez: Miguel Antonio Gerónimo, nacido en Maracaibo el 29 de septiembre de 1790 y bautizado el siguiente día en la Iglesia de la parroquia matriz, será el padre afortunado del más ilustre de la familia: don Rafael María Baralt.
NACIMIENTO Y FAMILIA
Rafael María Baralt Pérez nace en la ciudad del Lago, Maracaibo, el 3 de julio de 1810 (nació precisamente el año en que comenzó el proceso de independencia de la llamada Capitanía General de Venezuela, provincia de la Corona de España por más de tres siglos). Hijo del teniente coronel Miguel Antonio Gerónimo Baralt Sánchez (Maracaibo, 1790 – 1853) y de Ana Francisca Pérez Pérez, oriunda de la Santo Domingo, República Dominicana. Fueron sus hermanos Manuel María Baralt Pérez (5 de octubre de 1812 – 8 de septiembre 1898) y Juana de Mata Baralt Pérez (7 de febrero de 1817 – fecha fallecimiento desconocida)
Fue bautizado el 4 de julio de 1810 en la Iglesia parroquial mayor de los apóstoles San Pedro y San Pablo (más tarde Catedral de Maracaibo), por el R.P Guardián Fr. Francisco Zimón, con licencia del párroco, presbítero Andrés Antúnez. Son sus padrinos: los abuelos matemos don Miguel Pérez y doña Manuela Pérez de Pérez.
INFANCIA Y ADOLESCENCIA
Se acababa de iniciar la Revolución por la Independencia con el pronunciamiento hecho por el Ayuntamiento de Caracas el 19 de abril de ese mismo año 1810. Sin embargo, la Provincia de Maracaibo continuaba sujeta al régimen realista, igual que las de Coro y Guayana.
Gobernaba en Maracaibo don Fernando Miyares: militar culto, bondadoso y progresista. Su gobierno era propicio a la paz. No obstante, desde 1806, la Provincia se encontraba en estado de alerta, de movilización militar. Esto se debía, primero: a las incursiones revolucionarias del General Francisco de Miranda por las costas venezolanas de Ocumare y de la Vela de Coro. Y posteriormente: 1807, a la toma de Curazao por los ingleses; y en 1808, a la repercusión de la crítica situación que confrontaba España. Ya para finalizar el año 1808, revolucionarios clandestinos de Maracaibo hacían un llamado a la rebelión.
El control que ejercía el Gobernador Miyares, impidió que el Cabildo de Maracaibo se sumara al pronunciamiento de Caracas. Sin embargo, por esos mismos días se descubrió un movimiento que trataba de provocar la adhesión del pueblo a la Junta Suprema del 19 de abril. Entre los comprometidos con esa intentona y que fueron detenidos, figuraba don Lucas Baralt, tío de Rafael María Baralt.
La Junta Suprema de Caracas hizo nobles esfuerzos por conseguir la adhesión de Coro y Maracaibo. Cuando estuvo convencida de que por ese camino del parlamento no se lograría nada favorable, tomó la grave decisión de la acción armada. Ya la revolución sería prolongada y dramática. Entre tanto, el Consejo de Regencia de España, para sustituir a don Vicente de Emparan, nombraba a don Fernando Miyares Capitán General de Venezuela, con sede en Maracaibo, y desde luego, reforzaba sus fuerzas para enfrentar cualquier situación. Con tal carácter, prestó juramento ante el Cabildo, el 23 de julio de ese año de 1810. Y Maracaibo se convirtió en una fortaleza del régimen realista.
A raíz de la convulsa situación bélica que vivía entonces Venezuela, miembros de la familia se veían implicados en movimientos pro independencia, lo que hacía difícil la situación para ellos, no obstante, la buena posición económica y social que los distinguía. Esto obligó a don Miguel Antonio Baralt a tomar providencias para cambiar de residencia con la familia que comenzaba a formar. Para esa época, ya Santo Domingo había dejado de ser dominio de España y había pasado a los franceses. Era la tierra de su esposa, y allá residía parte de la familia de ella, por lo que consideró prudente trasladarse a esa isla; allí transcurrió la mayor parte de su infancia. De vuelta a Maracaibo en 1821, al comienzo de su adolescencia (con 11 años de edad), acompañaba a su padre en las acciones militares y que hasta llegó a figurar como abanderado de los Cazadores. El 7 de septiembre de 1822, la Provincia de Maracaibo cae nuevamente en poder de los realistas con la entrada triunfal en Maracaibo, del general español Francisco Tomás Morales y su imposición del terror que va a prolongarse por casi un año, cuando es desalojado por los republicanos, al coronarse de gloria con su triunfo alcanzado en la Batalla del Lago el 24 de julio de 1823, que da origen a un Tratado de Capitulación, firmado por los jefes de ambos bandos el 3 de agosto del mismo año.
Acompañado de su tío carnal, Luis Baralt, en 1827 se desplazó a Bogotá (Colombia). Fue estudiante de la célebre Universidad Santo Tomás donde cursó los estudios de latín y de filosofía y obtuvo el título de bachillerato.
Regresó, en efecto a Maracaibo, en 1828, (en sus 18 años de edad) antes de la fecha que señalan las biografías de Baralt, pues consta documentalmente que fue designado Oficial único de la Administración de Correos del Departamento del Zulia, en fecha 27 de septiembre de 1828, nombramiento que le fue comunicado el 30 de dicho mes.
Eran tiempos en los que Bolívar había tomado medidas dictatoriales para afianzar la ética eclesiástica en el seno de las instituciones educativas; sin embargo, la vocación de Baralt parecía estar orientada hacia la literatura y, tal como explicaban sus compañeros de aula, hallaba en el estudio de los clásicos griegos la fuente de sus más vivas pasiones. Con ello, y sin reparo al hecho de que su tío y tutor en Bogotá, Luis Baralt, fuera diputado y presidente del Congreso Admirable, regresó a Venezuela en los albores de la separación de Venezuela de la Gran República de Colombia, con intención de participar en esa segunda independencia. El joven «Oficial único de la Administración de Correos del Departamento del Zulia», cargo del cual fue investido a su llegada, portaba entonces el contagio juvenil de las ideas separatistas que, asociadas al concepto de libertad, habitaban en la universidad capitalina de la Nueva Granada.
En Maracaibo lo esperaría, además de su encuentro con las milicias, la «escuela literaria y periodística» de su padre Miguel Antonio Baralt, librero y director del diario El Constitucional; en sus páginas se desplegarían los primeros escritos de Rafael María Baralt.
El 16 de enero de 1830, a sus 20 años de edad, figura entre los firmantes del acta de separación de la ciudad de Maracaibo, como parte de la Venezuela deseosa de deshacer la unidad colombiana. Tenía 19 años y medio al suscribir esta importante manifestación política.
Después de participar en la llamada Campaña separatista de Occidente (1830) bajo el mando del general Santiago Mariño, de quien era secretario y oficial de su Estado Mayor, con el grado de Teniente (1831) se trasladó a Caracas con la intención ciega todavía de participar en el ensamblaje de la nueva República. Una de las más notables iniciativas que se llevaron a cabo en esa época en la ciudad de Caracas fue el establecimiento de la Academia Militar de Matemáticas, fundada por Juan Manuel Cajigal en 1831. Ingresa en ella Baralt como alumno y se gradúa en 1832 de Agrimensor Público. En la academia desempeña al mismo tiempo la cátedra de Filosofía. Participa en las empresas de carácter cívico que los dirigentes del pensamiento venezolano juzgan de utilidad social, como lo Sociedad Económica de Amigos del País, en la que Baralt es incorporado como socio numerario en 1833. Pronto se convierte en miembro destacado, hasta el punto de encargársele la redacción de algunas de las Memorias y del Anuario de la Provincia de Caracas.
Baralt continúa en su puesto del Ministerio de Guerra y Marina y se enriquece el horizonte de sus ideas con el trato de personalidades como Cajigal, Codazzi, Urbaneja, Juan Vicente González, Fermín Toro, Navas Spinola, Soublette, Yanes, Revenga, Pedro Pablo Díaz, Manuel F. Tovar, José A. Álamo, Felipe Fermín Paúl, Juan Nepomuceno Chaves, Mariano Fortique, Valentín Espinal, Sanabria, Vargas, Lander, etc., este grupo de ciudadanos que son honra de la Venezuela de los años treinta del siglo XIX.
En esa ciudad terminaría su coqueteo con la carrera de milicias, llegando a obtener el grado de capitán de artillería por su participación en el sofocamiento de la llamada Revolución de las Reformas de 1835, para prodigar su pluma y su elocuencia en las páginas de los diarios y en el seno de la Sociedad de Amigos del País.
MATRIMONIO Y DESCENDENCIA
Rafael María Baralt Pérez se casó el 18 de marzo de 1833 (a los 23 años de edad) con María Teresa Manrique de Lara y Fajardo, en la Parroquia Altagracia, Caracas, Venezuela.
Tuvieron una hija de nombre Manuela Luisa Agustina Baralt Manrique de Lara nacida en la ciudad de Caracas en 1834, falleció en 1889 a los 55 años de edad.
REVOLUCIÓN DE LAS REFORMAS
Fue un movimiento militar en Venezuela entre el 7 de junio de 1835 y el 1 de marzo de 1836, en contra del gobierno del presidente de Venezuela José María Vargas, del Congreso conservador y de la influencia de José Antonio Páez. Fue protagonizada por destacados próceres de la independencia como Santiago Mariño, Diego Ibarra, Pedro Briceño Méndez, José Laurencio Silva, José María Melo, Blas Bruzual, Luis Perú de Lacroix, Pedro Carujo, José Tadeo Monagas, Renato Beluche, Andrés Level de Goda y Estanislao Rendón.
Los reformistas se opusieron al gobierno de Vargas y al Congreso, que representaban la alianza entre los «godos», llamados así porque apoyaron la dominación española y pertenecieron al bando realista durante la guerra de independencia, y «conservadores», blancos criollos, liberales en lo económico y político, con el general Páez y sus partidarios.
El 7 de junio de 1835 estalló la insurrección en Maracaibo y proclamó el sistema federal y al general Santiago Mariño como jefe del movimiento armado; aunque esta sublevación fracasó, sólo fue el inicio del alzamiento en todo el país. En Caracas, la rebelión estalló en la noche del 7 al 8 de 1835. Pedro Carujo, jefe del batallón Anzoátegui y el entonces capitán Julián Castro, pusieron bajo arresto domiciliario al presidente Vargas el 8 de julio. Vargas y el vicepresidente Andrés Narvarte salieron desterrados para la isla danesa de Saint Thomas.
Luego de tomar el poder en Caracas, el 9 de julio de 1835, el jefe militar Pedro Briceño Méndez dio a conocer un Manifiesto en el que se condenaba tanto a la Constitución Nacional como al conjunto de leyes promulgadas durante la presidencia de José Antonio Páez, y se planteaba que la conducción del proceso de reformas estaría a cargo de los patriotas que años antes habían derramado su sangre en la Guerra de Independencia.
Fue designado como jefe superior del nuevo gobierno el general Santiago Mariño y como jefe de tropas al general Pedro Carujo. Tras controlar totalmente a Caracas, el movimiento se propagó por toda Venezuela, desde Zulia, oriente y Carabobo.
Páez, quien había quedado alejado coyunturalmente del gobierno, tras la derrota de su candidato Carlos Soublette en las elecciones presidenciales de 1834, marchó desde su propiedad de San Pablo a 190 km de Caracas, a apoyar a las autoridades destituidas, desde el 15 de julio de 1835.
Páez entró a Caracas el 28 de julio de 1835, tras haber sido la capital abandonada por los reformistas. Estableció un Consejo de Gobierno y encargó de la Presidencia al general José María Carreño, a la vez que envió una comisión a Saint Thomas para traer de vuelta al presidente Vargas y a Narvarte. El 20 de agosto de 1835, Vargas recuperó la presidencia de la República.
Tras la derrota de la rebelión, el presidente Vargas enfrentado a la mayoría del Congreso, renunció a la presidencia el 24 de abril de 1836. La derrota de los reformistas significó el triunfo del civilismo conservador y su régimen de instituciones constitucionales.
PUBLICACIÓN DE SU RESUMEN DE LA HISTORIA ANTIGUA Y MODERNA DE VENEZUELA
De esta forma en 1835, con 25 años de edad y ya con cargo de agrimensor en el Ministerio de Guerra e Interior del gobierno de José María Vargas, dio a conocer su prosa inteligente de poeta y ensayista. Sin embargo, puede decirse que fue una suerte de «Política de Estado», sedienta de relato patrio, lo que terminó de animar a Baralt a revertir la cantidad de recopilaciones de datos y documentos que ya había hecho y que le faltaba por hacer en las páginas de un libro de historia: el Resumen de la historia de Venezuela. Contaba con el antecedente de haber organizado y publicado el archivo del general Santiago Mariño, cuyo único ejemplar se encuentra en la Universidad de Harvard (Estados Unidos). Y de 1837 data la fecha oficial en la cual el todopoderoso de la nación, José Antonio Páez, solicitó al escritor la publicación de aquel libro que, en prosa clásica y hermosa, objetivó por mucho tiempo el pasado de la nación.
Elaborado y escrito entre los años 1838 y 1840, el Resumen de la historia antigua y moderna de Venezuela era el primer ensayo de su género que se escribió en Venezuela y constituyó una obra básica en la formación de la cultura venezolana. Los méritos del libro, desde luego, abarcan por igual las excelencias de estilo y forma en que fuera escrito y la sobria imparcialidad y el indiscutible sentido crítico de casi todos sus análisis, muchos de los cuales han conservado plenamente su justeza hasta nuestros días. Historiador de una época en que todavía los sucesos descritos estaban demasiado frescos para una interpretación desapasionada, Baralt logró, sin embargo, elevarse por encima de todos los escollos hasta ofrecer una obra que (dadas su espléndida prosa y la hondura de sus interpretaciones históricas referentes a la Venezuela de su tiempo) lo convierte en uno de los pensadores más excepcionales del mundo de habla española.
En forma inversa a la amplitud de su relato de trescientos años de acontecimientos, la permanencia de Baralt en Venezuela fue breve y terminó precisamente con la publicación de la obra (13 de septiembre de 1841) a sus 31 años de edad. La ciudad de París sirvió como escenario para que Baralt diera formato de imprenta a los tres volúmenes del Resumen de la historia de Venezuela, que editó, en 1841, en coautoría con Ramón Díaz Martínez; además, la estancia de Baralt en esa ciudad tuvo la finalidad, no menos honrosa, de colaborar en la publicación de la gran obra de Agustín Codazzi: Resumen de la Geografía de Venezuela. Ambas, la Historia del uno y la Geografía del otro, constituirían por mucho tiempo una suerte de «libros pedestales» de la República. Pero la obra de Baralt no gustó a quienes a la sazón pretendieron leer en ella una simple apología del presente; la rigurosidad documentalista del historiador construyó un relato en el cual «los hechos hablaban por sí solos», destacando en todo momento el rol del Libertador en el proceso emancipatorio; en esos tiempos, el nombre de Simón Bolívar estaba absolutamente desprestigiado y el Resumen de la historia de Venezuela de Baralt fabricaba su reivindicación.
En 1843, después de haber regresado de París, se marchó de nuevo a Europa, de donde nunca regresó. El propósito inicial de ese viaje fue el de colaborar con el plenipotenciario Alejo Fortique, ante el gobierno londinense, en la negociación de los límites de Venezuela con la Guayana Inglesa; y con ese mismo propósito se marchó hacia los archivos de Sevilla.
¿QUIÉN FUE RAMÓN DÍAZ MARTÍNEZ?
RAMÓN DÍAZ-FLORES MARTÍNEZ Nació en Caracas, Distrito Federal, Venezuela. Falleció en La Guaira, Vargas, Venezuela, el 29 de agosto de 1875. Se casó primero con Mª Dolores Espino Requena el 2 de junio de 1842 en Caracas, Distrito Federal, Venezuela en la parroquia de Santa Rosalía. Tuvieron una hija, Dolores Díaz (Flores) Espino, por lo que se perdió el apellido Díaz-Flores unido en Venezuela. A su fallecimiento se casó en segundas nupcias con Dolores Pons Almeida el 5 de junio de 1862 en la Catedral de Caracas, Distrito Federal, Venezuela.
Poeta e historiador. Colaborador de Rafael María Baralt en la redacción del Resumen de la historia de Venezuela. Hijo de Antonio Díaz-Flores González Fariñas. Su madre se llamó Josefa Martínez Arias. Fue su abuelo Don Gaspar Díaz Pérez y Doña Florencia María González-Fariñas Luis, conocida como María Flores.
¿QUIEN FUE AGUSTÍN CODAZZI?
Agustín Codazzi, de nombre completo Giovanni Battista Agostino Codazzi Bartolotti, nació en Lugo, Ferrara de los llamados Estados Pontificios (actual Italia) el 12 de julio de 1793 y falleció en Espíritu Santo (hoy ciudad Codazzi) de la Confederación Granadina (actual Colombia) el 7 de febrero de 1859. Fue un ingeniero militar italiano de ocupación artillero, brigadier, furriel, secretario del Estado Mayor, jefe de alojamiento, ayudante suboficial y mariscal de campo, entre otras, durante las Guerras Napoleónicas; geógrafo, cartógrafo, ingeniero y coronel (más tarde general) de Colombia y Venezuela durante y después de la liberación de América del Sur, y gobernador de la provincia de Barinas (1846-1847).
Llegó a Sudamérica avanzado ya el siglo XIX y combatió a las órdenes del célebre corsario Aury, reclamando con éste la Independencia de La Florida. Cautivado por los ideales de la emancipación sudamericana, al ganarse la amistad y consideración de Simón Bolívar y otros generales patriotas se incorporó al ejército del Libertador, en cuyas filas, gracias a la preparación militar adquirida en academias italianas, tuvo destacada actuación como hábil artillero, y detentó el grado de coronel. Finalizada la lucha por la Independencia, dejaría de lado su actividad bélica para dedicarse a lo que realmente le apasionaba, la investigación geográfica y cartográfica, y llevaría a cabo su singular obra: la geografía y el atlas de las provincias venezolanas (sucesivamente, en su liderazgo de la Comisión Corográfica de Colombia, realizó innumerables tareas para el gobierno de Bogotá, tanto cartográficas como militares).
Desde 1830 y durante ocho años Codazzi exploró Venezuela, tomó notas y realizó bocetos cartográficos de todas las provincias en las cuales se dividía la república, primero de la provincia de Coro (1832), y luego recorrió las provincias de Barquisimeto, Barinas y Cumaná (1833). Para recorrer y medir la cuenca del Orinoco se mudó de Caracas a Valencia, ciudad que se convirtió en su base de operaciones.3 De allí paso al delta del río Orinoco (1834-36) y finalmente de la extensa provincia de Guayana (1837-38).
Efectivamente Codazzi hubo de terminar el mapa completo de Venezuela en 1839. Electo nuevamente Páez para la presidencia de la República, Codazzi le entrega los originales de la obra que le ha sido confiada, examinándola el jefe de ingenieros, Juan Manuel Cajigal, que le da su plena aprobación y el 18 de octubre de 1839, obtiene la del Congreso Nacional, que ordena su publicación. Al recibir el visto bueno por parte del órgano legislativo, se embarcó rumbo a París junto con el dibujante Carmelo Fernández y los historiadores Rafael María Baralt y Ramón Díaz. Allí publicaron en 1840 el Atlas Físico y Político de la República de Venezuela y el Resumen de la Geografía de Venezuela, obras que contaron con el financiamiento del prócer de la independencia Martín Tovar Ponte, y que fueron meritorias de variados elogios y reconocimientos por parte de la Academia de Ciencias de París, la Sociedad Geográfica de París y por el propio barón Alexander von Humboldt.
ETAPA LITERARIA
No fue sino hasta 1842 (tenía treinta y dos años de edad), cuando inicia su obra poética, que lo convierte en uno de los zulianos más destacados. Con un «Adiós a la patria» en verso, y junto a su esposa María Teresa Manrique de Lara Fajardo, se despidió desde la distancia de aquel lugar que no había recibido con agrado las verdades y desventuras de su mirada racionalista de la historia.
En 1845 la paradójica España, que anunciaba una revolución mientras asentaba su identidad en los aposentos de la Real Academia de la Lengua Española, lo sedujo de manera definitiva, y tomó por casa la ciudad de Madrid.
El contagio fue inmediato: de las filas del Partido Progresista y luego de la Unión Popular a redactor principal de El Siglo de Madrid y colaborador ocasional de El Tiempo y El Espectador; y de ahí a la publicación de La libertad de imprenta, compilación de sus mejores artículos, y de Los partidos políticos en España, obra crítica que señala la confluencia de fuerzas políticas y la resistencia al proceso de modernización del estado español. Nemesio Fernández Cuesta se convirtió entonces en el coautor de turno de las obras de Baralt; aproximadamente, catorce fueron las publicaciones hechas en conjunto, entre las que se destacan la novela El hábito hace al monje; las Obras políticas, sociales y económicas, y Lo pasado y lo presente.
Este último tema, el de los grandes cambios que se estaban experimentando en la sociedad de entonces y los mecanismos para promover su sana asimilación institucional, le animó desde entonces hasta el final de sus días, y se propuso canalizarlo en el campo del pensamiento que colmaba verdaderamente sus pasiones: el estudio de la lengua española. El sentido que tuvieron para Baralt la elaboración de aquellos diccionarios que tanto le costaron y que tanto lo cuestionarían, uno matriz de la lengua castellana y otro de galicismos, no era otro que el de hacer institución de la lengua y prepararla para una correcta transformación.
También ocupó importantes cargos en el Reino de España, como director de la Gaceta de la Corona y administrador de la Imprenta Nacional.
Junto con Ventura de la Vega, Ramón Campoamor y Guillermo Morphy, Baralt asistió a las tertulias literarias organizadas por el influyente crítico literario Manuel Cañete, que tuvieron lugar en la calle Atocha, n.º 65. En estas, según señala Salcedo, «Morphy tocaba el piano y exponía sus disquisiciones histórico-musicales, y Baralt daba a conocer no sólo sus poesías sino las de Bello, Olmedo, Pardo, Toro y otros hispanoamericanos». Con Cañete escribió Odas a S. M. la Reina Doña Isabel II, publicadas en 1851.
REAL ACADEMIA DE ESPAÑA
La Real Academia de la Lengua Española no tardaría en halagar el intelecto de Baralt al nombrarlo, en 1853, (tenía 43 años de edad) miembro numerario en sustitución del Marqués de Valdegamas, Juan Donoso Cortés. En el discurso pronunciado por Baralt ( titulado “Don Juan Donoso Cortés, marqués de Valdegamas, sus obras y su estilo; y consideraciones sobre «los que so color de ilustrar y enriquecer el habla miserablemente la profanan y empobrecen»”) ante los miembros de la institución con motivo de su incorporación a la misma, se encuentra, en forma de relato crítico, la conclusión de un pensamiento político rigurosamente construido, convertido en teoría de la lengua. Baralt era uno de los pocos que, para la fecha, comprendía la función del lenguaje como un dispositivo claro de construcción de realidad.
Esta concepción lo llevaría, sin más, a denunciar las transformaciones que se estaban produciendo en la lengua a propósito de la incorporación del pensamiento racional, científico y filosófico en el seno de su sintaxis. Baralt, aunque difusamente, lo veía con temor. Se trataba entonces del contexto en el cual se estaba gestando la modernidad en la política, en las artes y evidentemente en el lenguaje; Baralt denunciaba tales cambios con cierto terror y afirmaba que la forma mediante la cual la lengua podía mantener su riqueza era, precisamente, promoviendo una incorporación racional de tales cambios en su seno, creando para ello una suerte de «memoria de la lengua». Ella serviría de puente de continuidad entre lo anterior y lo presente, y garantizaría simultáneamente la pervivencia de aquellos códigos y relaciones que, ya por sí solos, se bastaban para, como en ninguna otra lengua, construir tantos escenarios de realidad como resultaran posibles.
Si bien fue denunciado como «purista de la lengua», en el fondo Baralt no negaba los cambios, aunque sí temía a la anarquía. De ahí la justificación de sus últimas obras, que muchos nostálgicos de su obra histórica vieron como un esfuerzo inútil: ¿por qué un genio de tal naturaleza tuvo que dedicar su vida a la fabricación de diccionarios? Sin embargo, su discurso de ingreso en la Academia contenía argumentos de sobra; incluso hay muchos autores que señalan que tal discurso representa el mejor escrito que Baralt haya producido jamás.
Por otra parte, tanto su Diccionario matriz de la lengua castellana (1854) como el Diccionario de galicismos (1855) [Se denomina galicismo a una palabra, expresión o giro procedentes de la lengua francesa que se usan en otro idioma], son dos modelos de impecable pureza que demuestran de un modo absoluto las grandes capacidades lingüísticas y el asombroso talento del fecundo erudito venezolano. Aunque no pudo llevar a término su Diccionario crítico-etimológico de la lengua castellana, la Real Academia de la Historia conserva en sus archivos 10.621 fichas de esta compilación.
ETAPA FINAL EN ESPAÑA
Rafael María Baralt fue, sin duda, un intelectual de renombre en la España de 1850. Tal prestigio lo llevaría, a su vez, al desempeño de cargos públicos como director de la Gaceta y administrador de la Imprenta Nacional, cargos de los cuales sería destituido, en 1857, por causa de las intrigas que ante el gobierno de España hiciera el recién constituido gobierno de la República Dominicana. Baralt había sido hasta entonces embajador plenipotenciario de aquella nación que, en cierto modo, también era la suya, pues vio nacer a su madre, Ana Francisca Pérez, y en la cual había vivido también junto a su padre, Miguel Baralt, desde 1810 hasta 1821.
Después de que Baralt hubiera intercedido ante el gobierno español para que reconociera la independencia de esa disputada isla, el nuevo presidente dominicano violó la correspondencia que había mantenido el gobierno con su embajador y reveló ciertas injurias que Baralt habría pronunciado contra España, escenario de su nueva nacionalidad, y a favor de los dominicanos en el conflicto. El fallo de los tribunales fue a favor del escritor, quien, sin embargo, nunca se recuperaría de los sinsabores de aquellas destituciones.
El 4 de enero de 1860 murió Rafael María Baralt en la ciudad de Madrid, España, de forma prematura sin haber cumplido los cincuenta años de edad. Moralmente abatido y dolido tras un juicio que se le siguió en Madrid —pese a que se le reivindicó públicamente— no resistió más de tres años hasta su muerte.
EPÍLOGO
Entre los eventos que abrigó la apoteosis inaugural de la Plaza Bolívar de Caracas, en noviembre de 1874, hubo uno que, acaso por su exceso de normalidad, era capaz de relatar por sí solo el significado que tuvo Rafael María Baralt para el nacimiento de la República de Venezuela. Entre los objetos que componían la «ofrenda al busto del Libertador» (el compendio de las constituciones que se habían sucedido hasta la fecha, los diarios y las monedas de la época, un ejemplar de la Gaceta Oficial, un grabado del «Ilustre Americano» y la Geografía de Agustín Codazzi), se encontraban los tres volúmenes del Resumen de la historia de Venezuela de Baralt. Este «historiador de la prosa neoclásica» había muerto catorce años antes en la lejana Madrid de sus dos últimas décadas, sin sospechar quizá que aquel legado que había dejado a la nación en 1841 se había convertido en uno de los emblemas de la patria que, a propósito de tal obra, se jactaba de tener historia. En aquella época en la que Venezuela inauguraba sus diversos rostros y fachadas de modernidad, la obra de Baralt era, sin duda alguna, «El Libro de la Nación».
Curiosamente, nunca más se habló de Rafael María Baralt en los términos de un riguroso documentalista, de un pensador y ensayista político, o de un estudioso de las letras y teórico de la lengua, sino en los de un «memorialista a sueldo» de aquella República que, desde entonces, se erige sobre la gloria de sus héroes. La simbología de todo aquello, el hecho de que el Resumen de la historia de Venezuela de Baralt haya sido enterrada bajo aquel pedestal entonces majestuoso, puede dar pistas acerca del lugar en el cual también reposa su memoria. Las exigencias de un sistema político que, por primera vez, reclamaba una reflexión en torno a sí mismo para definir su identidad como nación independiente, construir un pasado acomodaticio de sangrientas conquistas y luchas heroicas y proyectarse en el futuro de la construcción de la República, en aquella Venezuela de 1835, constituía el escenario semántico que inspiró a Rafael María Baralt a intervenir en esa realidad y producir una obra semejante.
Después de su muerte, sus restos se extraviaron. Aunque el Senado venezolano le había concedido el derecho a ser sepultado en el Panteón Nacional en 1943, no fue hasta el 24 de noviembre de 1982 cuando sus restos finalmente regresaron a Venezuela e ingresaron en el Panteón Nacional, después de haber pasado una noche en la alcaldía de su Maracaibo natal.
OBRAS LITERARIAS
Odas
Adiós a la Patria. Sevilla, 1842.
Poesías
A Alberto Lista (¡Bien haya la piedad que augusta ofrenda)
A Cristóbal Colón (¿Quién La fiereza insulta de mis olas?)
A Dios (Perlas son de tu manto las estrellas)
A Dios (Cielos, orbes y abismos reverentes)
A la batalla de Ayacucho (¡Mudo EL cañón, del campo fratricida!)
A la memoria de don Alberto Lista y Aragón (¡Levanta de tu tumba, oh de la hispana)
A la muerte de Judas (De su traición el peso infame a tierra)
A la Santa Cruz (1) (Fuiste suplicio en que a morir de horrenda)
A la Santa Cruz (2) (Suplicio fuiste en que a morir de horrenda)
A la Santa Cruz (3) (Alto Portento del amor divino)
A la señorita venezolana Teresa G. (Si del Guaire gentil en la ribera)
A S. M. la reina doña Isabel II (Vierte tu sangre con furor insano)
A Sevilla (Deja los juegos ya; deja de amores)
A Simón Bolívar (1) (Él fue quien fulminando el hierro insano)
A Simón Bolívar (2) (Fiero en la lid y en la victoria humano)
A un ingenio de estos tiempos (Soy incapaz, Ernesto, de engañarte:)
A un plagiario (Tranquilízate, amigo, tus escritos)
A una señorita con motivo de haber entrado en religión (En la cándida frente el sacro velo)
A una tonta (Nadie lo niega, Elisa, y yo el primero,)
Adán en la redención (Cuando al morir Jesús, en su cimiento)
Al nacimiento de la Princesa de Asturias (¡La Reina es madre! Venturoso día)
Al señor Conde de San Luis (Sublima al cielo la sagrada frente)
Al sol (1-Baralt) (Mares de luz, ¡oh sol!, en la alta esfera)
Al sol (variante del anterior) (Mares de luz por la sonante esfera,)
Contestando a una invitación (No niego la costumbre: menos niego)
El mar (Te admiro, ¡oh mar!, si la movible arena)
El viajero (Ave de paso que vagando gira)
Imprecación al sol (¡Rey de los astros, eternal lumbrera,)
La bombardeo de Barcelona en 1843 (De un eco en otro sordo retumbado)
Luzbel en la redención (Muere Jesús y al punto estremecida)
La redención (Cuando del pecho en la garganta helada)
Ensayos
Resumen de la Historia de Venezuela (1841, escrito junto a Ramón Díaz)
Poesías
Diccionario matriz de la lengua castellana (1850)
Diccionario de Galicismos (1855)
“Adiós a La Patria”, (SU POEMA MÁS IMPORTANTE Y EXTENSO)
“Tierra del sol amada,
donde, inundado de su luz fecunda,
en hora malhadada,
y con la faz airada,
me vio el lago nacer que te circunda”.
“Campo alegre y ameno,
de mi primer amor mudo testigo,
cuando virgen, sereno,
de traiciones ajeno,
era mi amor de la esperanza amigo.”
“Adiós, adiós, te queda,
ya tu mar no veré cuando amorosa,
mansa te ciñe y leda,
como delgada seda
breve cintura de mujer hermosa;”
“Ni tu cielo esplendente,
de purísimo azul y oro vestido,
do sospecha la mente
si en mar de luz candente
la gran masa del sol se ha derretido;”
“Ni tus campos herbosos,
do en profundo ambiente me embriagaba
y, en juegos amorosos,
de nardos olorosos
la frente de mi madre coronaba;”
“Ni la altiva palmera,
cuando en tus apartados horizontes
con majestad severa
sacude su cimera,
gigante de las selvas y los montes;”
“Ni tus montes erguidos,
que en impío reto hasta los cielos subes,
en vano combatidos
del rayo circuidos
de canas nieves y sulfúreas nubes.”
“¡Adiós! El dulce acento
de tus hijas hermosas; la armonía
del suave concento
de la mar y del viento
que el eco de tus bosques repetía;”
“De la fuente el ruido;
del hilo de agua el plácido murmullo,
más amable mi oído
que en su cuna mecido
es grato al niño el maternal arrullo;”
“Y el mugido horroroso
del huracán, cuando, a los pies postrado
del Ande poderoso,
se detiene sañoso
y a la mar de Colón revuelve airado.”
“De la Cóndor el vuelo,
cuando desde las nubes señorea
tu frutecido suelo
y en el campo del cielo
con los rayos del sol se colorea;”
“Y de mi dulce hermano
y de mi tierna hermana las caricias;
y las que vuestra mano
en el albor temprano
de mi vida sembró, puras delicias,”
“¡Oh, madre!; ¡oh, padre mío!
Y aquella en que pediste, mansión santa
con alborozo pío
el celestial rocío
para mí, débil niño, frágil planta;”
“Y tantos ¡ay me!, tantos
caros objetos que, en mi triste historia
de miserias y de llantos,
marcan a mis quebrantos
breve tregua tal vez con su memoria:”
“Todos yacen perdidos;
que ausente del hogar en tierra extraña.
mis penates queridos
lloran entristecidos
en tu almo suelo al refugiarse, España.
Puedas grande y dichosa
subir ¡oh, patria!, del saber al templo
y en tu marcha gloriosa
al orbe, majestuosa,
dar de valor y de virtud ejemplo.”
“No te duela mi suerte,
no maldigas mi nombre, no me olvides,
que aún vecino a la muerte
pediré con voz fuerte
victoria a Dios para tus justas lides”.
DISCURSO PRONUNCIADO POR RAFAEL MARÍA BARALT ANTE LOS MIEMBROS DE LA REAL ACADEMIA DE LA LENGUA ESPAÑOLA EN 1853 CON MOTIVO DE SU INCORPORACIÓN A LA MISMA
Pueden acceder al mismo a través de este enlace:
https://www.rae.es/sites/default/files/Discurso_ingreso_Rafael_Maria_Baralt.pdf
Material Compilado por Victor R. Salazar, 22 de septiembre de 2020
REFERENCIAS
a. Jorge Vidovic López (Compilador). (2011). Rafael María Baralt. Vida y pensamiento. Colección Rafael María Baralt. Universidad Nacional Experimental Rafael María Baralt (UNERMB). Maracaibo, Edo. Zulia. (Venezuela).
b. Ruiza, M., Fernández, T. y Tamaro, E. (2004). Biografía de Rafael María Baralt. En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea. Barcelona (España).
c. http://www.oocities.org/historiademaracaibo/personajes.htm
d. https://es.wikipedia.org/wiki/Rafael_María_Baralt
e. https://es.wikipedia.org/wiki/Agustín_Codazzi
f. http://www.sologenealogia.com/
2 Comentarios
Martha Arguello
Felicitaciones Señor Salazar. Muy buena iniciativa que exalta los valores zulianos y universales
Torcuato Da LucaTena
Magistral. Una cátedra de historia regional. El mejor compendio de lectura, imágenes y audio que había encontrado.
Felicitaciones