Música,  Opinión

«MI BARCA… entre realidad y quimera». Por Miguel Zurita S.

Mi Barca

«Mi barca», composición de Carmelo Larrea (música) y Miguel Portolés González (letra), tema que grabó, en un sencillo de adelanto en 1975, José Emilio López Delgado, nombre artístico Emilio José, uno de los cantautores españoles más grande de la década de los 70 y 80, nacido en Fernán Núñez (Córdoba) el 16 de junio de 1950.

La canción, es una especie de poema, que cautivó de inmediato, aun lo hace, a muchos de los mortales que la escuchamos, por esa razón he querido compartir, la interpretación que hice de la letra, la cual siendo bastante corta, sólo cuatro versos, puede llegar a tener un significado, interesante.

La letra de la canción, es la siguiente:

Mi barca

Tú nombre, se está borrando

De la proa de mi barca

Ojalá, que el mar pudiera

Borrármelo, a mí del alma.

Una copla marinera

Que de boca en boca anda

Aunque no le importe a nadie

Yo fui el primero en cantarla.

Pero yo sí que lo sé

Yo sé dónde está esa barca

Medio enterrada en la arena

En una playa olvidada. (Bis)

Yo sé también, que hubo un hombre

Que puso, rumbo a esa playa

Para abandonar allí

Recuerdos que le quemaban.

Todavía el sol poniente

Arranca chispas doradas

Al viejo farol de cobre

Que cabecea, en la jarcia

Pero yo sí que lo sé

Yo sé dónde está esa barca

Medio enterrada en la arena

En una playa olvidada.(Bis)

Tú nombre se está borrando

De la proa de mi barca

Nadie sabe que esta copla

Se me escapó a mí del alma

Mi barca, es una metáfora que trata de como maneja y vive una persona, sus carencias y situaciones, en torno a un amor de pareja; en ella el elemento central es la barca, sin embargo nos muestra otros, que para mí no son menos importantes, les invito a hacer un recorrido, en el cual nos detendremos a revisar los significados de los diferentes símbolos metafóricos y cuál es la enseñanza, que eventualmente nos pudiera dejar, eso de la enseñanza es opcional.

Antes, conozcamos un poco a cerca de las partes un barco, apoyándonos en la siguiente figura :   

                     

Básicamente nos enfocaremos en las partes más elementales, puesto que no es la intención, hablar de algo tan especial y que ocupa de toda una profesión y ciencia, como es la Ingeniería Naval

Proa: Extremo delantero

Popa: Extremo trasero

Babor: Izquierda

Estribor: Derecha

Armura: Estrechamiento

Eslora: Longitud

¡Comencemos!.

Tu nombre se está borrando de la proa de mi barca.

La proa es la parte delantera en donde se unen las amuras, los costados de un barco se estrechan para formarla, existiendo por tanto una amura de babor y una amura de estribor, lo mismo que ocurre en la parte de popa con las aletas, en la proa se forma, a su vez el canto o roda, que al avanzar, va cortando las aguas en las que navega.

La roda es una parte del barco, que puede ser de proa (roda de proa)​ o de popa (roda de popa). En las embarcaciones de madera de construcción tradicional (con quilla, cuadernas y casco trincado) la roda de proa es una pieza de madera situada en el extremo de proa de la quilla prolongándola, y que se alza en posición más vertical.

Darle un nombre a una embarcación, es una tradición muy antigüa, la cual ha evolucionado hasta transformarse  en un aspecto legal, ya que el nombre de un barco forma parte de su historia, desde su fabricación y es parte del derecho de propiedad, que su primer armador o propietario ha cancelado, para bautizarlo y distinguirlo de cualquier otro barco; es la razón por la cual el cambio radical de nombre de un barco, entre marineros no se recomienda y supersticiosamente está mal, y legalmente solo es permitido agregar, al nombre original, el que desee el nuevo propietario. Veamos un ejemplo sencillo: si el barco tiene escrito o en los documentos el nombre “Carmen” y le quieren cambiar por   “Cecilia”, se le  puede añadir el nuevo nombre, sólo de esta manera “Carmen Cecilia”.

De acá la gran importancia y significado, que tiene la expresión “¡Tu nombre se esfuma poco a poco, de la parte con la que me abro paso en el mar de mi sentir…… la proa!

¡Ojalá que el mar pudiera, borrármelo a mí del alma!

Deseo, quisiera, DIOS quiera….que el mar me ayude olvidarte

Cuando el ser humano tiene la oportunidad de apreciar extensiones infinitas, se producen cambios en su percepción y en su estado emocional. Unos cambios que se potencian cuando el espacio infinito tiene un movimiento cadencioso. Por eso hay muchas personas que pueden permanecer horas enteras contemplando el mar, eso no es algo que esté solamente en nuestra cabeza, la ciencia apoya la teoría de la existencia de un «espacio azul» que nos provoca, gracias al olor y sonido del agua, esa maravillosa sensación de paz y serenidad.

El mar es saludable desde cualquier punto de vista. Si pasar tiempo al aire libre es necesario y beneficioso, tanto para nuestra salud física como mental, los efectos se multiplican cuando vamos a la costa. En definitiva, nuestro cerebro hace que seamos más felices y nos sintamos mejor. Estos son los grandes beneficios de contemplar el mar habitualmente:

1. Reduce el estrés

El agua del mar está lleno de iones negativos, que en realidad, son positivos por el efecto que producen en nosotros. Los iones negativos tienen la capacidad de hacernos sentir a gusto, mejorar nuestro humor y ánimo y producirnos bienestar.

El mar no solamente se ofrece a la vista, sino que es una experiencia que involucra casi todos nuestros sentidos. Tiene un rumor suave y rítmico, que se capta a través del oído. Al mismo tiempo, el color azul o verde del océano son tonos que aquietan la mente. El mar también llega hasta el olfato, con su aroma mineral y de vida.

Todo esto en conjunto potencia la aparición de ondas alfa en el cerebro. Estas ondas son propias del sueño. Pero en este caso aparecen durante la vigilia y frente a un foco de atención fijo y poco variable. Ese estado cerebral es el mismo que se alcanza a través de la meditación y tiene el poder de ayudarnos a eliminar elementos tóxicos de la mente.

Cuando no nos sintamos bien o tengamos sensación de asfixia, un poco de mar nos ayudará, sino a curar, al menos a mejorar todos nuestros males. Si además tenemos la posibilidad de darnos un baño o dar un paseo por la orilla, mucho mejor.

2. Fomenta la creatividad

Además, el mar es la receta que los neurocientíficos aconsejan para hacer frente a los bloqueos creativos y otros atascamientos mentales. El espacio azul ayuda a desbloquear la mente para poder abordar los proyectos y problemas de una forma más creativa. La playa nos permite resetear la cabeza, dejar atrás círculos viciosos mentales y ser capaces de contemplar las cosas desde otro punto de vista.

Se ha comprobado que los entornos sobrecargados de estímulos simultáneos generan estrés. Es lo que ocurre cuando, por ejemplo, nos desplazamos por una enorme avenida de una gran ciudad. Allí hay muchos vehículos, muchas personas, muchas construcciones… Nuestra mirada se encuentra con cientos de estímulos, al mismo tiempo, y generarnos una sensación de agobio.

Con el mar ocurre todo lo contrario. Se trata de una gran extensión de agua en donde sobresalen pocos elementos. Están las olas, las aves marinas y quizás alguna embarcación. Cada elemento es plenamente identificable. Frente a esto, el cerebro reacciona imaginando y creando. El entorno permite, que podamos destinar una buena parte de nuestros recursos a generar pensamientos novedosos, cuando en otras visiones más estimulantes tendríamos que destinar parte de ellos a mantener la atención.

3. Ayuda a reducir la tristeza y la depresión

También proporciona cierto alivio contra los estados de ánimo depresivos. El sonido y ritmo hipnótico de las olas nos puede llevar a un estado meditativo en el que podemos reconectar con nosotros mismos, despejar la mente y sacudirnos sentimientos negativos.

El mar es en definitiva una de esas maravillas que se nos revelan en la naturaleza. Nos lleva a experimentar un momento trascendental y, a la vez, renovador. Equivale casi a una terapia, por sus extraordinarios efectos sobre el cerebro. Es, sin duda, uno de los lugares a los que es bueno acudir cuando nos invade el desasosiego, ya que en sus aguas podemos deshacernos de aquello que nos preocupa o mortifica.

4. Cambia nuestra perspectiva en general

La simple contemplación del mar nos ayuda a entrar en un nuevo estado mental. Como anotábamos antes, propicia la producción de ondas alfa. Al mismo tiempo, desde el punto de vista emocional, ejerce una gran atracción. Esto conduce a que el concepto de tiempo se relativice. Por eso podemos pasar largos ratos frente al mar sin darnos cuenta.

Instintivamente, el mar en calma nos genera confianza. Esto se debe a que se trata de una extensión plana, en donde no hay lugares “ocultos”. Nuestro cerebro lo asume como una ausencia de amenazas y por eso elimina las voces de alerta. El resultado es una relajación del sistema nervioso. Además, algo en nuestro interior sabe, biológicamente, que de allí venimos. Que de allí viene la vida. Por eso, lo sentimos en alguna medida “familiar” y protector.

Todo se ve más fácil frente al mar. Las cosas imposibles parecen dejar de serlo cuando contemplamos las olas, relativizamos y nos sentimos más felices. ¿Hay alguna razón más importante que esta?

Una copla marinera que de boca en boca anda, aunque no le importe a nadie, yo fui el primero en cantarla

  Normalmente una copla marinera es sencilla, pero llena de suave nostalgia marinera, de rumores y olor a mar, viaja de boca en boca, de taberna en taberna, entre pescadores y moradores de pueblos litoralenses, entre vino, whisky y tabaco, es gris como la penumbra de la niebla y brillante como el mismo sol, trata de venturas o desventuras, de triunfos o fracasos, de amores y desamores…….. y claro, aunque no le importe a más nadie, porque es así, la vida de los marinos y pescadores, cada quien en lo suyo, en su pesca, entre sus redes y anzuelos, entre su barco y sus ropas, entre arpones y familia, ¿a quién más que a mí, le puede importar?  Yo (el escritor) fui el primero en cantarla,….. es mi copla y es tu nombre.

Pero yo sí que lo sé, yo sé dónde está esa barca, medio enterrada en la arena, en una playa olvidada.

Así como de la proa se va borrando tu nombre, el casco con quilla y timón, están a medio enterrar en la arena, ya mi barca está acabada ya no zarpará más, está atrapada en la arena, es una situación de agobio extremo, de impotencia, de dolor, del desespero y pánico, que en mutis, vive un reo cuando sabe que se acerca el momento de pagar con su vida, los errores cometidos, así como la barca se entierra poco a poco, en las arenas de una playa olvidada, de igual manera….. me entierro (el autor) en el olvido de tu ser, es mi copla, es tu nombre……… es mi barca.

Yo sé también que hubo un hombre que puso rumbo a esa playa, para abandonar allí, recuerdos que le quemaban. 

¡Se entierra la barca, se la traga la arena, solo yo (el escritor) se dónde está esa playa, no me lo han contado, tu nombre se está borrando, porque lo se, antes de que se entierre por completo y se borre tu nombre, voy a volver a esa playa, para dejar en ella los recuerdos que me queman, posiblemente el amor vive en el pueblo o emigró, pero sabe dónde está, igual que su barca se entierra, también él se entierra en la playa del olvido de su amada, es la razón para “hacer el camino para verla y dejarle los recuerdos que me atormentan”,….. es mi copla, es tu nombre, es mi barca……….eres tu, esa playa!. 

Todavía el sol poniente, arranca chispas doradas, al viejo farol de cobre, que cabecea en la jarcia.

La jarcia, es un conjunto de aparejos que en un barco, a velas, sirven para maniobrar y ayudar conducirlo, aprovechando el impulso del viento, las hay de varios tipos fija, muerta, de labores, etc.

La jarcia a la cual se refiere el escritor, es muy posible que sea a una fija, donde se pudiese colocar un farol, para usarlo como elemento señalador, de comunicación u otras razones.

¡Es curioso ver, como la esperanza o el afán de aferrarse al pasado, no abandona al autor, porque si el nombre se está borrando y la barca se está enterrando en la arena, ¿cómo es posible que el viejo farol de cobre, tenga alguna parte que sea capaz de brillar con el tenue sol poniente?, las chispas doradas, que metafóricamente arranca el sol poniente al farol, se pueden transformar en una expresión muy popular, que dice “donde hubo fuego, cenizas quedan”, esas chipas doradas son el reflejo interior de la esperanza o resistencia a la aceptación de la realidad, que conserva el hombre, que fue a la playa, con la finalidad de dejar allí los recuerdos, pero quizá pensando en verla o contando que el sol poniente saque chispas doradas del farol de ella…..y que renazca el amor!.

Por eso …..

Tu nombre, se está borrando, de la proa de mi barca,

Ojalá que mar pudiera, borrármelo a mí del alma.

Una copla marinera, que de boca en boca anda,

Nadie sabe que esa copla……….. se me escapó a mí del alma.

Nuestra historia como personas puede establecer, hasta cierto punto, nuestra forma de ser en el presente. Los recuerdos nos dan perspectiva y sirven de guía para futuras experiencias. Sin embargo, aunque el pasado puede estar cargado de gran valor, es el presente donde vivimos día tras día.

«El pasado ha huido, lo que esperas está ausente, pero el presente es tuyo»                                                                                                                                     -Proverbio árabe-

¡La vida se conjuga en un solo tiempo,…. el presente!. Es ahora, con nuestros gustos y preferencias actuales, incluyendo el sexo, cuando podemos elegir libremente con quien queremos compartir nuestros momentos más importantes, no siempre el que tuvo retuvo, ni donde hubo fuego, quedarán cenizas.

¡El pasado nos acompaña, pero no nos determina y por algo se llama pasado!.

Cierro con un maestro del presente.

Miguel Alberto Zurita Sánchez – Coro 10/09/2019

«MI BARCA» de Carmelo Larrea (música) y Miguel Portolés González (letra)
Interpreta Emilio Jose

Un comentario

  • Enmanuel

    La existencia es eso… una síncresis de quimera y realidad. De prosa y poesía. De sudor y sueño.
    ¡Excelente Miguel! (Además de hermosa canción)