«Pongamos que escribo de Joaquín». Por Enmanuel Camejo
A vos y letra de Luis Eduardo Aute:
Degenerado y mujeriego
con cierto aspecto de faquir,
anda arrastrando su esqueleto
por las entrañas de Madrid.
Aunque andaluz de fin de siglo,
universal, quiero decir,
no sé qué tiene de rabino
cuando lo miro de perfil.
Amigo de causas perdidas
desde aquel mayo de París,
no tiene más filosofía
que el «vive a tope hasta morir».
Medio profeta, medio quinqui,
el lumpen es su pedigrí.
Un tinto y una buena titi
le bastan para resistir.
Tirando a zurdo en sus ideas
por donde escora Bakunín
dice que abajo las banderas
y arriba la lluvia de abril.
El perdedor es su universo
aunque desea ser feliz.
Y aún hay quien dice que está cuerdo.
pongamos que hablo de Joaquín.
Hay seres humanos que influyen en tu historia. Nunca fueron ni seran tus amigos (tampoco tus enemigos) pero en cada hora, en cada media hora… ¡en cada cuarto de hora!, se te aparecen en la memoria con una canción.
«Flaco, ateo, escéptico, irónico, tímido, provocador, exultante, ciclotímico, calavera, tramposo, entrañable, realista y soñador, Sabina es el más notorio ejemplo nacional del hombre que se resiste a envejecer, del salvaje ilustrado que se niega en redondo a civilizarse».
El 12 de febrero de 1949 en Úbeda, Jaén, España, nació Joaquín Ramón Martínez Sabina, hijo de Adela Sabina del Campo, de profesión: sus labores y del inspector de policía Jerónimo Martínez Gallego.
Decia Joaquin: «Yo, con mi biografía, no estoy muy en desacuerdo. Tal vez estoy en desacuerdo con haber perdido tantas noches y tanto tiempo haciendo el idiota por los bares en lugar de escribir»
Son de esos personajes parecidos a la nada pero que contienen todo. Que se hicieron «producto» y sin proponérselo originalmente, llegaron a el alma de una sociedad deshumanizada y que cambió la imaginación por el «Prêt-à-porter«.
Desde «Inventario» (escrita en 1976) hasta «Lo niego todo» (publicada en 2017), Joaquin Sabina es una especie de montaña rusa, sui generis, que vale la fortuna montarla alguna vez.
Enmanuel Camejo
3 Comentarios
Mónica L Márquez C
Tengo la mala costumbre de los apegos aún
Confieso mi apego a Sabina
Mi apego a sus delirios
A mí me sobran los motivos como a el
A mi también me robaron abriles
Vivo en el número 7
Pero siempre que intento desapegarme
Escucho su voz ronca
Y me enamoro de la vida
Rogelio
No escucho mucho a Sabina porque me aterroriza sentirme obligado a bajar del pedestal a mis iconos.
En una época creía imposible que se superara la creatividad de Silvio, Joan Manuel o de Simón Diaz. Pero escuchar un párrafo de este gigante del intelecto me hace redescubrir la creatividad.
Maria
Todo un poeta, escuela para muchos