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«LA PUTA». Olimpio Galicia Gómez

LA PUTA

Alguien afirmó: «Con ese cuerpo y ese nombre, cuando esa niña sea grande, va a ser puta». No se equivocó. A pesar de haber nacido y crecido en una familia pudorosamente religiosa, de cursar sus estudios en la escuela de las monjas y en la universidad de los curas, cuando llegó a la mayoría de edad, se fue a vivir independiente en un apartamentico de una zona residencial decididda a ejercer el oficio que el destino y la vida le habían deparado.

Todo transcurría con normalidad hasta el momento cuando alguien vio su foto en las redes sociales ofreciendo sus servicios. Inmediatamente el aviso fue reenviado a todas las mujeres de la urbanización lo que generó un desproporcionado escándalo en las mismas redes. Esta situación originó una convocatoria urgente y extraordinaria de la Junta de Condominio ampliada con todas las damas residentes. Discutieron acerca del peligro contra la moral, la integridad de la familia, las buenas costumbres y la decencia de la comunidad. Aparte de ser una incitación a los chicos y a los maridos así como un mal ejemplo que podía contribuir a la perversión de las niñas y las no tan niñas. Decidieron que la Junta de Condominio expulsara a la fulana.

Resulta que cuando la Junta analiza no encuentra ninguna forma legal de desalojo, puesto que ella es propietaria, está al día con el pago y no ha dado muestras de violación de alguna de las normas de convivencia. Ante esto, y orientadas por el Cura de la parroquia fueron a hablar con el Obispo, éste aconsejó evangelizar a la muchacha con cursos de catequesis, charlas cristianas y llevarla a misa los domingos. Misión imposible, ninguna de las damas estaba dispuesta a rebajar su honra orientando a una mujerzuela. Decidieron entonces, esperar a la susodicha y caerle en cambote. Así fue, cuando ella regresaba de sus labores, la recibieron con pancartas y consignas: FUERA PUTA!! FUERA PUTA!!

Abrumada por la sorpresa, ella intentó huir, pero la rodearon y comenzaron a agredirla y, para dar el ejemplo, querían lincharla. No contaban que entre la multitud, abriéndose paso a codazos, llegó Jesús, quien, protegiendo a la víctima, alzó la voz diciendo: «Si alguna de ustedes no ha querido ser puta aunque sea una vez en la vida que lance la primera piedra».

Se reconocieron entre sí, bajaron la mirada, soltaron las piedras, los palos, los cuchillos, las molotovs y se retiraron a sus respectivos hogares a seguir siendo decentes, honradas y fieles quien sabe hasta cuando.

Olimpio Galicia Gómez

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