«BIEN PUDIERA SER, ALFONSINA. Leyenda de una muerte hecha poesía». Por Osiris R. Betancourt Bruges
Alfonsina Storni Martignoni (nace en Sala Capriasca, Suiza, en mayo de 1892 y muere en Mar del Plata, Argentina, en octubre de 1938) fue una poetisa argentina representante del modernismo. Mujer polifacética que además de poeta actuó en la política, en el teatro, en la docencia, hizo de empresaria, de costurera y de camarera. Con su carácter recio, mezclado con su inteligencia y su arte, supo tomar las riendas de su vida y de todo lo que le rodeaba, revolucionando las letras latinoamericanas y la imagen universal de la mujer sumisa de su época.
Su vida y su poesía estuvieron siempre marcadas por la muerte. Escribió la primera poesía a la edad de 12 años, al día siguiente de fallecer su cuñado, recitándole a cementerios y a la misma muerte. Se suicidó (acción común de los intelectuales de sus días) adentrándose lentamente en el mar, creando una de las leyendas urbanas más incongruente y romántica de América hispana.
“… me llamaron Alfonsina, que quiere decir dispuesta a todo”.
Alfonsina Storni.
La muerte se hace de matices particulares. Omnipresente en la vida, la muerte se manifiesta como una mixtura indisoluble de ideas. Es tragedia, es triunfo, es dolor, es conquista, es noticia o -inexplicablemente- se hace arte. Cada quien la ve impregnada del color que pinta su vida y del aroma que sopla desde su destino: quienes temen a los dioses respetan a la muerte; los guerreros la enfrentan con deseo, y los poetas la hacen arte…
“Morir como tú, Horacio, en tus cabales,
y así como en tus cuentos, no está mal…”
Alfonsina
Así halagaba Alfonsina Storni la decisión de suicidarse de Horacio Quiroga, y hacía un preámbulo a la leyenda y poesía que resulto para la historia americana su propio suicidio.
Cual mortaja de lujo, su caminar hacia la muerte fue el adorno que ocultó la tragedia y lo espantoso de su final. Nada pudo quitarle la lírica que endulzaba su entender de la muerte; no lo pudo la lógica social y religiosa, ni los malos tratos que recibía por lo bizarro de sus halagos:
“A los doce años escribo mi primer verso. Es de noche; mis familiares ausentes. Hablo en él de cementerios, de mi muerte. Lo doblo cuidadosamente y lo dejo debajo del velador, para que mi madre lo lea antes de acostarse. El resultado es esencialmente doloroso; a la mañana siguiente, tras una contestación mía levantisca, unos coscorrones frenéticos pretenden enseñarme que la vida es dulce.
Desde entonces, los bolsillos de mis delantales, los corpiños de mis enaguas, están llenos de papeluchos borroneados que se me van muriendo como migas de pan”.
Alfonsina
Alfonsina sembró de mujeres el mundo: con su postura irreverente, con su hijo sin padre conocido y con esa belleza extraña que no era acorde a su inteligencia. Porque las mujeres de sus días solo podían ser bellas antes de casarse y buenas amas de casa luego.
“Bien pudiera ser que todo lo que en verso he sentido
no fuera más que aquello que nunca pudo ser,
Alfonsina
no fuera más que algo vedado y reprimido
de familia en familia, de mujer en mujer”.
Adalid del feminismo bien entendido, vive en el recuerdo de la humanidad, existe en sus letras y se inmortalizó con la realización de su obra más significativa, en la que se despidió del papel escrito y de su mano de carne y hueso, para escribir la poesía eterna, enfrentando la muerte a conciencia y deseo, con el valor del macho mas recio y decidido, y con la belleza de la hembra que muestra su figura a orillas del mar.
“Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame. Pónme una lámpara a la cabecera, una constelación, la que te guste, todas son buenas; bájala un poquito”.
Alfonsina
Osiris R. Betancourt Bruges
Punto Fijo 29 de Mayo de 2009
6 Comentarios
Elias Primera
Excelente artículo sobre un personaje tan arraigado en los latinoamericanos. Tus palabras elocuentes y precisas nos describen perfectamente un personajes trágico y romántico al mismo tiempo
Osiris
Gracias por la bienvenida.
Alfonzina es un ser inolvidable por la belleza que hizo de su existencia.
Imposible olvidarla.
Mónica L Márquez C
Cada mañana mañnan mi primer escrito es mi comentario
Kalunga
La muerte
Es en sí misma
Una presencia
Es como la sombra
del claroscuro diario
Es como la tristeza o el llanto
Allí están
Las miro
Que bonito recordar a Alfonsina, Osiris!
Ileana Hernández
No hay mayor gesto de honestidad que admitir lo que se siente. Pero trascender los sentimientos sin irrespetarlos, es un arte que me gustaría aprender. Excelente artículo. Gracias!
admin
Bienvenido Osiris Rogelio. Espero sea el prmero de muchos
Enmanuel
Ambar Berg
¡Que belleza!