¡Continuando con el menú de Optimalismo! ¡Te pongo ocho más, para la cena!. Por Miguel Zurita Sánchez
Trabaja tu autoestima
El perfeccionismo aparece a veces por falta de confianza en uno mismo, el miedo al fracaso es provocado a veces por una baja autoestima. Además una de las consecuencias del perfeccionismo es que la autoestima queda muy tocada debido a la presión constante y al reproche continuo. Rompe esta espiral tan destructiva y trabaja tu autoestima.
Puede servir de mucho, recordar lo que es autoestima:
La autoestima es un conjunto de percepciones, pensamientos, evaluaciones, sentimientos y tendencias de comportamientos, dirigidos hacia uno mismo, hacia nuestra manera de ser, y hacia los rasgos de nuestro cuerpo y nuestro carácter. En resumen: es la evaluación perceptiva de nosotros mismos.
Cuestiónate y respóndete, con sinceridad
¿Te aceptas cómo eres? ¿Te aprecias cómo eres? ¿Te amas? ¿Te respetas? ¿Eres disciplinado? ¿Temes tomar decisiones? ¿Prefieres que las decisiones las tomen otros? ¿Has logrado éxitos en tu vida? ¿Te preocupa mucho la impresión que causas sobre los demás, si caes bien o no? ¿Crees que podrías lograr cualquier cosa que te propusieras? ¿Estás convencido de que tu trabajo tiene valor? ¿Te consideras una persona tímida? ¿Te has sentido herido alguna vez por lo que te ha dicho otra persona? Si pudieras cambiar algo de tu carácter, ¿qué cambiarías? Si realizas un gran trabajo, ¿no es tan gran trabajo si nadie lo reconoce? ¿Te sientes bien con tus respuestas?. A todas estas preguntas las puedes completar con otra ¿Qué tanto? Una última ¿A dónde crees que te lleva tu forma de ser?…..puedes hacerte cualquier cantidad de preguntas, en torno a ti y les des respuestas, sin autoengañarte, es decir, sin caerte a cobas, en dependencia de tus respuestas, surgirán la tranquilidad, la paz, la alegría, la sensación de sentirte bien contigo mismo, que sabes lo que quieres y que eres una persona centrada, eso no está mal, sin embargo puedes sentirte supersobrado o deprimido, de ser así, es recomendable buscar ayuda profesional.
Aprende a centrarte en lo positivo
El perfeccionista es un verdadero profesional en centrarse en cualquier tipo de circunstancia negativa. Muchos perfeccionistas son muy negativos y pesimistas porque tienen un cerebro muy entrenado, para ver lo malo de la vida, además no se dan ningún permiso para disfrutar de las cosas y hasta parece como si estuviesen siempre castigados. De ahora en adelante adquiere el hábito de ser más optimista y tomarte un momento durante cualquier actividad, por pequeña que sea, para encontrar algo positivo en ella.
También puedes cada día intentar hacer al menos una cosa, que te resulte divertida y placentera, mejor si es a una hora fija para que el cuerpo ya esté preparado para descansar y se deje llevar. Puede ser una actividad que hagas solo o con otros; puede ser simple o compleja, corta o larga. Tal vez sería leer, salir a tomar unos tragos (no te estreses, sino tienes como pagar, piensa en otra actividad), dar un paseo, ver una película, dormir la siesta, darte un homenaje comiendo, las opciones son infinitas. La cuestión es elegir una actividad que simplemente te relaje o te divierta, nada más y nada menos.
El viaje es más importante que el destino
Este punto es muy importante, porque es lo que diferencia a un optimalista de un perfeccionista, cuanto más vivas el presente de lo que haces, mejor te irá, porque serás más efectivo, disfrutarás más, serás más feliz. Para ello es muy importante que te centres plenamente en el proceso de realizar una actividad, más que en el producto final o logro. Si lo haces estarás entrando en lo que en psicología se llama “el flujo” o “la zona”, que es el estado mental operativo, en el cual una persona está completamente inmersa en la actividad que ejecuta. Se caracteriza por un sentimiento de enfocar la energía, de total implicación con la tarea, y de éxito en la realización de la actividad.
Otra manera de desarrollar la orientación de un proceso es resumirlo mediante ese tópico del fútbol tan trillado, pero tan cierto; “Partido a partido” o en la planificación de un proyecto, del tamaño que sea, “Step by Step”. El perfeccionista se preocupa tanto por el resultado final, que a menudo los grandes proyectos le abruman. Un enfoque que suele generar ansiedad innecesaria y una tendencia a posponer e incluso no empezar las cosas.
En nuestro país existe un plato típico, es “El Rey de La Capital, El Asado negro”
Este plato representativo de la capital venezolana, quizás tuvo su nacimiento en los fogones de alguna familia de posición acomodada de la región, donde la ama de la cocina, pasaba el día entero preparando los manjares, que los comensales de cada familia requerían.
Es una verdadera delicia degustarlo, tierno y jugoso, bañado en su salsa oscura. Prepararlo impregnará tu hogar de un aroma exquisito y reconfortante. Su elaboración requiere tiempo, pero por encima de todo mucho cariño y paciencia, para obtener el resultado deseado, rebanadas de carne suave, tierna, bien cocidas pero jugosas, con una cubierta casi negra, y bañadas en una salsa oscura con un toque entre amargo y dulzón.
Acompañado con arroz blanco y tajadas de plátanos fritos, en su presentación típica, o si se quiere con un aire más sofisticado, acompañado con papas horneadas, o puré de papas y vegetales al vapor, el inconfundible Asado Negro, una vez servido, será el rey en la mesa.
Como menciono arriba, se requiere de tiempo, mucho cariño y paciencia, todo eso más una receta; como hay muchas variantes, en torno a su preparación, voy a tomarme el atrevimiento de copiar, para este artículo, la receta de Doña Nélida de Briceño.
¡Mi querida Doña, mi respeto y con su permiso!
Ingredientes
Un muchacho redondo de 1 ½ Kg. Aprox.
1 ½ Taza de Aceite de maíz
1 taza de Papelón rallado
1 cebolla grande cortada en cubos pequeños
3 cabezas de ajo machacado
1 Kg de tomates maduros sin piel ni semillas
Vino tinto
Sal y Pimienta negra recién molida al gusto
Preparación
La noche anterior a la preparación, tome el muchacho y límpielo dejando parte de la capa de grasa que lo cubre. Acarícielo bien con los ajos machacados, sal y pimienta a su gusto, báñelo con vino tinto, cúbralo y déjelo dormir esa noche en la nevera. Caliente muy bien el aceite en un caldero y agregue el papelón (puede sustituir por azúcar, pero el sabor que le da el papelón es único).
Cuando esté oscuro, selle la carne en esta mezcla hasta quedar prácticamente negra, dele su tiempo, para que quede realmente oscuro. Aparte corte las cebollas en cubos pequeños, pase los tomates por agua caliente para retirarles la piel, retire las semillas y déjelos en trozos.
Agregue las cebollas al caldero, deje transparentar y agregue los tomates, un poco de agua, sal y pimienta, deje cocer tapado hasta que este tierno. Debe agregar agua de ser necesario, para que no se seque. Cuando esté listo, déjelo reposar antes de cortarlo, sírvalo con orgullo acompañado de un arroz bien blanco y plátanos fritos.
¡Saaaaabroso! ¿No?
Ante toda esta clase de arte culinario típico, se me ocurre una pregunta ¿Qué pasa si dejo sin realizar uno de los pasos o actividades de la receta? El resultado podrá ser asado negro, aunque no sea al estilo de Doña Emilia, por lo tanto, NO es el mismo plato típico que deseaba. Y esto no es una reacción de un perfeccionista, sobre todo si es un chef, quien lo intenta.
Otra pregunta ¿Por qué no resultó el asado negro, conforme a la receta?
La respuesta es simple, porque aun existiendo una receta, que indica paso a paso cómo hacerlo, no se cumplió, de manera que el enfoque «partido a partido» tampoco.
Así que cada vez que tengas un proyecto, divídelo en partes. Concéntrate sólo en la parte que estés realizando, en lugar de abarcar todo el proyecto. Este enfoque del «partido a partido» te ayuda a llegar a ser más efectivo, a disfrutar lo que estás haciendo y a preocuparte menos por el resultado final, porque ya estará garantizado.
Una clave, a propósito de este punto “Para poder comerte un elefante, lo haces por trocitos, porque de uno sólo trozo es imposible”.
Acepta tu realidad y tus circunstancias
Un embotellamiento del tráfico, un compañero estúpido, una enfermedad, un obstáculo inesperado en la vida, un amigo que llega siempre tarde, etc, etc. Cuanto más aceptes la realidad, que te acompaña en la vida, mejor te va a ir. Los perfeccionistas suelen trabarse muchísimo, cuando las cosas no son como deberían ser, y ahí se quedan victimizados, inmovilizados, enfadados y frustrados de por vida. Acepta, acepta y acepta, es el mejor camino, no sólo para volverte más eficaz y creativo, en la búsqueda de opciones y soluciones ante un problema, sino sobre todo, para ser más feliz, que es en definitiva lo que cuenta.
La siguiente es una corta historia anecdótica, desde luego que los nombres están cambiados adrede, para evitar contratiempos; en la población de Curimagüa, en la sierra de Coro, Edo Falcón, vivía una pareja de esposos, Tomás Otro y Engracia de Otro, era una pareja bastante dispar, en edad, Engracia era veinte años más joven, Tomás tenía un conuco, el cual atendía con tesón y vehemencia, desde muy temprano en la mañana hasta por la tarde, todos los días; razón por la cual Engracia, normalmente estaba sola, por las razones que fuesen y que no vienen al caso, ella aprovechando la ausencia de Tomás, decidió hacerse a la tarea de echar unas canitas al aire, saliendo a realizar funciones sexuales, periódicamente con un paisano, en los matorrales cercanos a la casa, pasó muy poco tiempo para que se supiera, lo que inició como un secreto entre dos, hasta llegar a oídos de Tomás, cuando alguien le comentó acerca de los actos infieles, de su Engracia, éste respondió “yo lo que se, es que lo hacen en el monte y asustaos, mientras que yo, se lo hago en la cama y tranquilito”. La historia real, de una parte, de la vida de Tomás Otro y Engracia de Otro ¿Qué te enseña?
¡El Sol antes, durante y después de un eclipse es el Sol y la Luna….es la Luna!
Usa la «técnica de la verdad última» para eliminar los miedos escondidos detrás del comportamiento perfeccionista
Debajo de una conducta perfeccionista, suelen haber escondidos uno o más miedos, que la alimentan y sostienen. “La técnica de la verdad” es una herramienta muy práctica y sencilla, que te puede ayudar a identificar esos miedos implícitos, junto con sus ideas irracionales. Para empezar, puedes practicarla cuando cometas un error y te sientas muy mal.
Empieza por describir el error que cometiste o la meta por la cual estás esforzándote y tanta angustia te crea. A continuación, indica la peor cosa posible, que podría suceder como consecuencia de este error o como resultado de no hacer bien lo que te has propuesto. Después de indicar el resultado negativo, vuelve a preguntarte si existe algo peor que eso. Sigue hasta que ya no puedas plantear ninguna respuesta nueva. Esto es algo así, como en matemáticas, extraer el mínimo común múltiplo de números.
Veamos un ejemplo de lo que Próculo escribió al estar cocinando pasticho, para una cita que tenía en su casa, con una chica:
Situación: «¡Ah, que va!¡Estoy cocinando fatal el pasticho, me va a quedar más chimbo!».
¿Y qué sería lo peor que podría pasar, si el pasticho saliese horrible? «No demostraría lo buen cocinero que soy.»
¿Y qué sería lo peor que podría pasar, si no lo demuestras? «Quedaría mal con la chica, obviamente.»
¿Y qué sería lo peor que podría pasar, si quedas mal con ella? «Pues no querría estar conmigo y perdería esta oportunidad de encontrar pareja.»
Y qué sería lo peor que podría pasar, si ella no quiere estar contigo y pierdes esta oportunidad? «Sería terrible; me sentiría solo, decepcionado, como un fracasado y frustrado.»
¿Y qué pasa si sucediese eso? «No podría soportarlo.»
¿Y qué pasa si sucediese eso? «Me sentiría como un fracasado y frustrado, decepcionado y solo.»
En este punto Próculo no pudo poner nada peor y comenzó a repetir las respuestas anteriores. Esto indicaba que el miedo a la soledad y al rechazo y la idea errónea, de que el valor está determinado por el logro, estaban implícitos en este comportamiento.
Veamos a continuación como Próculo filtró sus pensamientos:
Pensamiento inicial: «¡Ah, qué va!¡Estoy cocinando fatal el pasticho, me va a quedar más chimbo!».
Pensamiento filtrado: «A ver, no nos volvamos locos. Podría haberlo cocinado mejor, pero no ha quedado tan mal.»
Pensamiento inicial: «No demostraría lo buen cocinero que soy.»
Respuesta filtrado: «Me estoy anticipando exageradamente, además no se cómo va a salir todo. Y lo más importante, esto no es ningún concurso de cocina y no tengo de demostrar nada a nadie, esto es una cita para pasarlo bien, reírse, conocerse y punto.»
Pensamiento inicial: « Quedaría mal con la chica, obviamente.»
Pensamiento filtrado: «Si no le cuadra, que no haga un plato de Master chef, pues chao pescao, si fuese así no creo que merezca la pena seguir con esta relación. Hay otras cosas mucho más importantes».
Pensamiento inicial: «Pues no querría estar conmigo y perdería esta oportunidad de encontrar pareja.»
Pensamiento filtrado: «Imagínate que la chica no quiere seguir conmigo, sólo por el bendito pasticho. Pues no se acabaría el mundo, confío plenamente en que encontraré a alguien.
Pensamiento inicial: «Sería terrible; me sentiría solo, decepcionado, como un fracasado y frustrado.»
Pensamiento filtrado: «Viéndolo bien, puede que me moleste y necesite rehacerme, pero no puedo decir que sea terrible, ni un fracasado y mucho menos frustrado. He pasado situaciones mucho peores en mi vida y me he recuperado muy bien. Además no estoy en una isla desierta, hoy en día hay muchas maneras de conocer gente y pasársela bien. En definitiva, que estoy aprendiendo a romper dependencias afectivas y saber que, vivir sin pareja no es nada malo, es incluso, muy enriquecedor. Pase lo que pase, esta noche va a ser buena para mí».
Fuera la culpa y las preocupaciones
Estas dos emociones inútiles, tienen una gran relación con el perfeccionismo. Por un lado tenemos el reproche y el castigo infinito, por un error pasado; la culpa. Y por otro la angustia y el miedo, por un error futuro; la preocupación.
La culpa, es un sentimiento tan poderoso como complejo, por su origen y también por la multiplicidad de factores psicológicos, con los que se relaciona e interactúa. A veces por crearnos expectativas tales, que al no ser alcanzadas, llega la frustración y con ella los sentimientos de culpa por haber podido hacerlo mejor y no haberlo conseguido.
Cuando sentimos culpa ante una acción u omisión:
Somos nuestros propios “jueces”.
Realizamos el “dictamen” de culpabilidad.
Y finalmente nos aplicamos el “castigo”: emociones displacenteras.
El sentimiento de culpa está, generalmente, acompañado de emociones displacenteras como tristeza, angustia, frustración, impotencia o remordimiento, entre otras, y de pensamientos reiterativos e improductivos; y funciona de un modo diferente según su origen temporal.
Así, podemos sentir culpa por:
Algo que hicimos o no hicimos (pasado)
Algo que no estamos o estamos haciendo (presente)
Algo que vamos o no vamos a hacer (futuro)
Las Preocupaciones pueden definirse como cadenas de pensamientos continuos, aversivos e incontrolables, sobre un peligro futuro, que se percibe como incontrolable.
En ocasiones, las personas le damos vueltas a cosas, que son poco probables que sucedan y, si suceden, son más manejables y menos dramáticas de lo que pensamos.
A algunas personas, lo que les sucede es que tienen preocupaciones de forma constante porque pasan de un tema de preocupación a otro. Siempre se están preocupando por algo.
A veces, son expertos en descubrir posibles problemas. Podrían describirse bastante bien con la frase: “¿Qué pasaría si…? “.
Las preocupaciones son las acciones de adelantarnos a lo que no ha ocurrido.
Todos tenemos preocupaciones. Es normal activarnos ante un “¿qué pasará?” o un “¿y si…?”, pensando a continuación en todas las posibilidades que se nos ocurren, para colmo la mayoría con un resultado más o menos negativo.
¿Cuál es el problema? Que no está en nuestra mano controlar lo que aún no ha llegado u ocurrido.
¿Cuándo preocuparse se convierte en un problema?
Autores como Robert Ladouceur distinguen dos tipos de preocupaciones:
Tipo 1: Preocuparnos por un hecho concreto y actual que se producirá en breve
¿Es normal preocuparme por un familiar que está ingresado en el hospital?, ¿Es normal preocuparme por un conflicto con un amigo? Por supuesto que sí, pero la utilidad de este pensamiento deja de ser coherente, cuando a pesar de encontrarnos ante una situación actual, anticipamos y/o tememos consecuencias futuras.
Por ejemplo:
Imaginar que nuestro familiar va a tener complicaciones en la operación o que nuestro amigo no va a volver a hablarnos jamás.
Tipo 2: Preocuparnos por un problema que aún no existe
A veces lo que nos preocupa, es no poder afrontar esas situaciones, que imaginamos que sucederán, a pesar de no tener pruebas objetivas en las que basarnos.
Por ejemplo:
No tenemos ningún conflicto con nuestra pareja, pero empezamos a pensar en las dificultades que tendremos para mantener la casa, si nos separamos.
A la mayoría de nosotros nos cuesta encontrar el desencadenante de este tipo de preocupaciones, lo que sí sabemos es que después de este tipo de pensamientos nos encontramos mal.
¿Qué otros aspectos hacen que nuestras preocupaciones pierdan su utilidad?
Cuando es excesivo el número de cosas por las que nos preocupamos, especialmente ante pequeñas situaciones cotidianas.
Cuando enlazamos una preocupación con otra, creando un estado de alerta permanente.
Cuando no podemos dejar de darle vueltas a algo, sin llegar a una solución.
Cuando hacemos nuestras, las preocupaciones de los demás, añadiéndolas a nuestra morral de preocupaciones personales.
Este tipo de preocupaciones suelen generarnos ansiedad, fatiga, dificultades de concentración, irritabilidad, tensión muscular, problemas de sueño o bloqueo, entre otros, ya que una vez que nos viene a la cabeza, un pensamiento automático del cual no tenemos pruebas sobre su veracidad, facilitamos la aparición de nuevas ideas negativas una detrás de otra, enlazando consecuencias negativas y haciéndonos sufrir por algo, que quizás no llegue a pasar, o expresado en una frase:
“Preocuparse por lo que aún no ha pasado, es el peor uso que puede hacerse del don de la imaginación”.
Espero, que esta breve explicación de las definiciones, características y consecuencias, de la culpa y las preocupaciones, te sirva para darte cuenta, que son emociones o procesos inútiles, que además de mantenernos “activos”, no sirven para mucho más, porque ese tipo de actividad demanda mucha energía, que por ser para algo inútil, se transforma en un gasto.
Planifícate pensando en romper el perfeccionismo… y por encima de todo cumple.
Haz todo lo posible para mandar tú en tus planes y que no lo haga el perfeccionismo, para ello márcate objetivos muy concretos y estrictos límites de tiempo, para todas tus actividades (si quieres cambiar tu plan, hazlo sólo al comienzo de la semana). Una vez que se ha acabado el tiempo, que te marcaste para una actividad, pasa a la siguiente, independientemente, de si lo has completado o no. Por ejemplo, si te has planificado salir una hora antes del trabajo cúmplelo “a raja tabla” o “a trocha y mocha”, sé muy disciplinado y no pongas excusas baratas (“me quedó algo sin hacer”, “no pasa nada si me quedo una hora más” o “es que soy el único que lo puede hacer”).
Aprovecho para rendirle homenaje a una mujer Venezolana, Caraqueña, deportista, ejemplo de disciplina, trabajo, planificación, constancia, pasión y cumplimiento de programas, “a trocha y mocha”.
Hazte muy consciente de todas las caras del perfeccionismo… reconócelas
En estas tres últimas publicaciones, hemos visto muchos de los lados del perfeccionismo. Hemos hablado de la normalidad, la creatividad, el amor, la felicidad, la juventud, etc. Si a todos estos sutiles elementos, se les fumiga con el perfeccionismo, pueden hacer mucho daño a las personas. Por eso bien merece leerlos con calma, reflexionar sobre ellos e identificar tus visiones perfeccionistas de la vida, sólo sabiendo a conciencia, de cuan perfeccionista somos o cuanta carga de perfeccionismo tenemos, es como tendremos un camino mejor definido hacia el optimalismo.
Obviamente, te puedes apoyar en lecturas sobre el perfeccionismo vs Optimalismo, en libros de autoayuda, que traten sobre estos temas, asistir a conferencias, charlas o talleres o visitar blogs; todo lo que te pueda ayudar a reflexionar sobre tus perfeccionismos, siempre te puede venir muy bien en un trabajo vital, que sin duda te reportará muchos beneficios vitales.
Como decía mi Mamá Celia Mercedes, “Pa´abajo hasta los santos ayudan” y como digo Yo “Todo lo que ayuda, ayuda”.
Frases para reflexionar
“Un pesimista ve la dificultad en cada oportunidad; un optimista ve la oportunidad en cada dificultad”. Winston S. Churchill
“El optimismo es la fe que conduce al logro. Nada puede hacerse sin esperanza y confianza”. Helen Keller
“En la vida algunas veces se gana, otras veces se aprende”. John Maxwell
“Enamórate de tu existencia”. Jack Kerouac
“Hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica: la voluntad”. Albert Einstein
“Los únicos interesados en cambiar el mundo son los pesimistas, porque los optimistas están encantados con lo que hay”. José Saramago
“El aprendizaje es un regalo. Incluso cuando el dolor es tu maestro”. Maya Watson
Queridos lectores, como se han dado cuenta, paso a paso, fui creando un menú de Optimalismo, a base de datos, claves, recomendaciones o estrategias, como les hayan querido llamar, con el fin de que nos podamos servir de los nutrientes, que contiene, para ayudarnos a modificar, todo lo que tenemos del dañino perfeccionismo, hasta transformarlo en el nutritivo y vital Optimalismo.
Espero que haya sido de su agrado y aceptación, sin embargo me encantaría, que la semilla que ha sido sembrada, comience a echar raíces y se transforme en árboles y estos en bosques de Optimalismo, dando los frutos que tanto necesitamos.
¡Ah, me queda pendiente el postre y la bebida! ¡Por favor, Ustedes digan, si los quieren y para cuando!.
Me despido con una frase de Siddhartha Gautama – “Buddha”, palabra sánscrita que significa “el que despertó”; éste fue el fundador del budismo. A diferencia de otras religiones, no era un dios, ni era un profeta ni un mesías. Nació como un ser humano normal, pero gracias a su esfuerzo alcanzó un estado de perfecta sabiduría y completa sensibilidad hacia todo lo que existe. Como su nombre indica: “despertó a su verdadero potencial y a la naturaleza verdadera del mundo que le rodeaba”.
Miguel Alberto Zurita Sánchez. Coro 17 / 02 / 2.020.
6 Comentarios
Miguel Alberto Zurita Sánchez
¡Gracias a todos nuestros queridos y apreciados lectores y seguidores, de almargendeltiempo, a los que hacen comentarios públicamente y a los que no!
Creo firmemente en lo que pienso, hago, digo y escribo, además de que también creo en este proyecto, al cual todos están, permanentemente, invitados a acompañarnos.
Creo además, que no vale ni merece, pasar por la pena de desgastarnos en mirar el pasado, a menos que sea para aprender, sobre todo de los errores cometidos.
Me basta con tener esos comentarios, que siendo la cantidad que sean, representan mucho, por el sólo hecho de la constancia en el seguimiento.
Por supuesto que al menú, no lo voy a dejar incompleto, estoy preparando la parte faltante, con mucho cariño, pasión y dedicación, como USTEDES lo merecen. Por favor, esperen hasta la próxima semana.
¡Gracias…. DIOS y Ma Santísima les bendigan!
Tiburcio José Rivas Ordoñez
¡Como me gustaría leer este artículo en mi otra Venezuela! Las que nos tobaron los delincuentes
Maria
Muy buen articulo, ayuda en estos momentos en los que se necesita como que centrar las energias ,y buscar el lado bueno a las circuntancias de la vida..
Torcuato Da LucaTena
Ingeniero, sus publicaciones son una oda a la enseñanza. ¡Como necesitamos cambiar paradigmas!
Enhorabuena
Ambar Berg
Maravillosa saga
admin
¡Excelente!. Si así llueve… que no escampe
Gracias Miguel Alberto