Opinión

Entre Coronas y Virus: Volver la Mirada a Dios. Por Luis Homes Jiménez

Corona de espinas

La Cuaresma nos invita a la reflexión espiritual e individual de quienes somos, que hacemos en esta vida, a donde vamos y cuál es nuestra misión. La Iglesia católica nos recuerda que somos insignificantes, que polvo somos y que en polvo nos convertiremos. Tarde o temprano, nuestras vidas físicas están destinadas a un puñado de polvo o cenizas.

En plena cuaresma del 2020 se acrecienta y se expande como fuego en verano, el coronavirus. No es coincidencia, sino Diosidencia. Como tampoco es accidente que el país de mayor impacto del virus, después de China, sea Italia, sede oficial de la Iglesia Católica.

La impotencia humana de hoy para detener este virus hace que volvamos la mirada a esa corona de espinas y la cabeza de Jesús sobre la que esta posada. No hay recursos en la tierra que compren una solución a corto plazo. Ni todos los presidentes ni mandatarios del mundo, actuando conjunta o separadamente, tienen hoy una alternativa para detener el avance del virus. La solución entonces es el confinamiento, el aislamiento. No salir, no saludarnos. Nos vernos con desconfianza por una tos, un estornudo o secreciones nasales.

Jesús sufriente en la cruz, está en cada una de las personas agonizantes por el virus, con la muerte como sentencia. La angustia de la humanidad por el coronavirus, es la angustia de Jesús en el calvario. La cuarentena a que se someten los contagiados, es un llamado a la cuaresma en confinación. A la reflexión, al silencio. A la oración.

Ante el coronavirus, no queda otra alternativa que volver la mirada a Jesús y su corona de espinas. Y aprendemos de esta historia. Lo importante no es la muerte, si no la resurrección. Así como Jesús resucitó, la humanidad y cada uno de nosotros estamos llamados a resucitar y redimensionar nuestra loca carrera de vidas llenas de virus.

Luis Homes Jiménez

Pescador de hombres

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