«Entonces supe». Por Enmanuel Camejo Zavala
Entonces supe
Se nos llenan los días de malas noticias, de profecías malsanas, de arúspices trasnochados.
Se descorren antiguos velos y detrás del templo llora un niño. Parecen tiempos de desesperanza, de luz que se agota, de rabias en desbandada.
El corazón se resiste, pero los medios del inicuo poder, gritan en espectrales voces que el mundo se apaga. La humanidad parece arrinconada por el miedo, acechada por sus propios espantos. ¿Quién soltó a este Kraken de cuatro cabezas? (Prensa, radio, televisión, redes). ¿Qué hizo que Leviatán surgiera de los mas oscuros pozos del desaliento?.
“¿A dónde fueron a dar tantas hojas de un árbol?”… (pregunta Silvio).
Responde, por allá al viento, el viejo Guillén:
“Olas de gordo aceite son mis días: pasan tan lentamente que no pasan.
Los hombres a mi lado miran, pasan, lentos también como mis lentos días.
El futuro está ahí, lleno de días, pero es un duro charco: por él pasan lentas sombras de sueños cuando pasan…
Nocturnos cielos cúbrenme los días.
Aprendí, me enseñaron los que pasan, que siempre pasan, pasarán los días, aunque a veces parezca que no pasan.
Supe además que a bordo de mis días pasaré yo también con los que pasan, ceniza en la ceniza de los días”…
Y mas allá, grita Miguel Hernandez, sentado sobre una piedra mirando al mar:
…”Tristes guerras
si no es amor la empresa.
Tristes, tristes.
Tristes armas
si no son las palabras.
Tristes, tristes.
Tristes hombres
si no mueren de amores.
Tristes, tristes.”
Finalmente, un rumor de lo alto, que parece venir de voces que no suenan (pero hablan) lo llena todo:
“Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos.
Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra.
Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los que buscan la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos.
Bienaventurados seréis cuando os injurien, os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa.
Alegraos y regocijaos porque vuestra recompensa será grande en los cielos”.
Entonces fue cuando supe, que en esta pesadilla, no estaba solo.
Y una canción de esperanza, emergió del silencio en las voces de Jose Alejandro y Marta…
Enmanuel Camejo Zavala
3 Comentarios
Maria
La esperanza …allí donde está Dios nada falta
TuMónica L Márquez C
Tú
Cable a tierra
Raíces de fuerte color rojo
Que nos envían al centro de Gaia hermano mío
Emmanuel bien llevas tu nombre
admin
Gracias Mónica. Somos un equipo de hijos de Gaia y el Altísimo, entre los que te debes contar. Somos tantos… ¡pero a veces tan dispersos!
Un abrazo