COSTUMBRES Y DECIRES… Rescatando la venezolaneidad. En el capítulo de hoy: ¡ Al rescate de una expresión, una costumbre y una leyenda!, por Miguel Alberto Zurita Sánchez y de ¡Un baile funerario!, por Enmanuel Camejo Zavala!.
La expresión
¡Echar fli!
Hace muchos años se utilizaba la frase “Echar fli” para referirse a que se estaba fumigando la casa con un insecticida o repelente. Flit era la marca de un repelente de mosquitos muy efectivo.
Con el pasar del tiempo, dicha expresión fue tomando popularmente diferentes acepciones, tales como “¡La carne a esta empanada, la echaron con fli”!, para decir que era poco el contenido de la carne, en el relleno, otra acepción “¡Vamos a echar fli!”, usada como invitación a tener relaciones sexuales, debido a la “semejanza” existente, entre los movimientos de ambas acciones.
La costumbre
Echarle al cochinito
Tradicionalmente, teníamos cuando niños una alcancía, era algo así como una enseñanza para tener la costumbre de ahorrar y con ese ahorro, poder disponer de el para adquirir lo que “deseábamos”, muchos de nosotros las teníamos con forma de “cochino”.
De modo que era habitual meter en el “cochinito” los regalos en dinero que nos hacían los adultos.
Se han preguntado, ¿por qué la mayoría de alcancías viene con esa forma?
Existen dos teorías acerca del porque las alcancías tiene forma de cochinito: a los recipientes con forma de cochinito, utilizados para guardar monedas, en Inglaterra se les llamó, y se les sigue llamando, piggy banks, que es un juego de palabras ya que pronunciado significa banco de arcilla o banco cerdito.
La otra teoría tiene que ver con que en Europa el cerdo se asimila a un significado de guardar para el futuro. Había familias que tenían un cerdo y para ellos era un recurso muy valorado, ya que se podía vender vivo, para matarlo y vender su carne, o para aprovechar la carne bien conservada y alimentar a toda la familia durante todo el año.
Las primeras alcancías no tenían abertura para sacar el dinero, así que la única forma de sacarlo, era rompiéndolas. Dicha acción es muy parecida a lo que es la matanza del cochino, donde previamente se le hace engordar, para luego beneficiarlo.
En Venezuela se tiene que engordar el “cochino” para luego darle el palo y comérselo! Así pasa con la alcancía en forma de cochino, primero se “engorda” y luego se rompe!
La leyenda
La Sayona
Esta es la leyenda que cuenta la aparición de una mujer elegante y alta, que castiga a los hombres infieles. Es originaria de la región de los llanos venezolanos.
Cada vez que aparece aquella mujer, con batola (saya) blanca y largos cabellos negros, las luces fallan. En medio de las sombras se muestra como una hermosa dama, que cautiva a los hombres para luego mostrarles sus filosos dientes.
En vida, esta mujer tuvo un ataque de celos y mató a su esposo. Ahora, seduce a los hombres infieles con su aparente belleza para luego asesinarlos. Si se compadece de ellos, puede que sólo les dé el susto de sus vidas y, probablemente, queden locos.
Está bien claro que el remoquete La Sayona, viene del tipo de ropa, que usa la señora, para hacerme entender mejor, entre nosotros, p.e.: cuando vemos a alguien utilizando, frecuentemente, un sombrero grande le llamamos “El Sombrerúo o La Sombrerúa”, entonces a la señora que usa frecuentemente una saya, como ropaje, se le llama Sayona.
Miguel Alberto Zurita Sánchez ¡Al rescate! – Coro 19 / 03 / 2.020.
Un Baile funerario
El Mampulorio
El Mampulorio es una elegía a un niño muerto menor de 7 años. Se practica en forma de baile durante el velorio del pequeño difunto. Muchos le dicen «baile funerario» para contraponerlo a un «rito funebre», en virtud que la muerte de un niño menor de 7 años (según la tradición) no debe producir lágrimas. Durante la ceremonia, se le exige a los padres que no lloren al niño muerto, porque a partir de ese momento un angelito va a entrar al cielo a rogar por sus padres y padrinos. Sin lugar a dudas, es una costumbre que muestra una síncresis perfecta, entre creencias católicas y animismo africano. Su origen en Venezuela se remonta a la colonia, y era muy común en la región de Barlovento.
Enmanuel Camejo Zavala
Un comentario
Maria
Tradiciones, costumbres, idiosincrasia, orígenes, no debemos olvidar nuestras raices.