Filosofía

Apolonio de Tiana, una singular historia.

Apolonio de Tiana

«Filósofo Neopitagórico y Taumaturgo Griego; una de las figuras de la antiguedad clásica. Su biografía escrita por Filóstrato, narra sus milagros, que lo convirtieron en un equivalente de Jesús el Cristo”.
Zaniah

Dicen que había vuelto a la vida después de muerto.
Dicen que jamás comió algo proviniente de algún animal.
Dicen que su cuerpo solo cubría con túnicas blancas hechas de lino.

Dicen que los altares que usaba, jamás vieron sangre, tan solo incienso, cantos y pasteles de miel.

Dicen que obraba milagros por pura compasión:


Apolonio de Tiana, un particular personaje histórico, de la Grecia del comienzo de la era cristiana y tan particular, que bien vale conocer sobre él.

Enmanuel

Apolonio de Tiana

《 Apolonio de Tiana, nace en Tiana, pequeña aldea de la Capadocia, hoy en día se llamada Kiz Hissar-Kemerhisar, tres o cuatro años antes que naciera Jesús de Nazaret.

Desde niño exhibió excepcionales poderes mentales, a la edad de 14 años es enviado a Tarso para perfeccionarse, estudió Ciencias Fenicias bajo la dirección de Eutidemo, profesor de retóricay la de la Filosofía Pitagórica y otros estudios bajo la de Euxemo de Heráclea, en aquella ciudad no se sintió a gusto y su padre le permitió que se trasladara a Aegae donde se reunió con los sacerdotes del templo de Esculapio (Asclepio) en Enges, allí aprendió numerosos milagros de curación.
Se preparó para una Iniciación más elevada por medio de un silencio que duró cinco años.
Visitó Antioquía donde enseñó en el Templo de Apolo, visitó también Efeso, Panfilia y otros puntos, se encamino solo por la vía de Babilonia a la India, pues sus íntimos discípulos le habían abandonado por temor de ir a la “Tierra de los Encantos”.


En Roma, condenó el uso de los baños públicos.

Se dice también que hizo milagros. Al pasar delante de él el féretro de una doncella de una familia consular, se acercó a ella, pronunció algunas palabras místicas y la doncella se levantó y se fue caminando hacia la casa de sus padres. Éstos le ofrecieron una crecida suma, pero él la aceptó sólo para dársela como dote a la doncella.

Un día, encontró una multitud que aterrada miraba un eclipse de sol en medio de una fuerte tormenta. Apolonio miró al cielo y dijo en tono profético: «Algo grande sucederá y no sucederá». Tres días después cayó un rayo en el palacio de Nerón y derribó la copa que el Emperador se llevaba a los labios. El pueblo creyó ver en aquel incidente el cumplimiento de la profecía de Apolonio.
Después de haber regresado de la India, mostrándose como un verdadero Iniciado. Las pestilencias y los terremotos, muerte de reyes y otros acontecimientos que el profetizó, sucedieron puntualmente.


Predicó al pueblo de Atenas y a otras ciudades la moral más pura y noble, y los fenómenos que operó fueron tan admirables y estupendos como numerosos y bien comprobados. Sus diálogos con el corintio Menippo nos dan verdaderamente el Catecismo Esotérico, y descubren (cuando se comprenden) más de un Misterio de la Naturaleza. Lampridio asegura que el emperador Alejandro Severo tenía en su oratorio entre los retratos de Jesús, Abraham y Orfeo, el de Apolonio; Vopisco, en su Vida de Aurelio, que hace de él grandes elogios, dice que debe honrársele como ser superior.

Apolonio de Tiana


Ejerció considerable influencia sobre el Imperio Romano a través de cinco de sus emperadores: Nerón, Vespasiano, Tito, Domiciano y Nerva. Cuando Nerón decretó la prohibición a los filósofos para permanecer en Roma, fue llevado a juicio. Habiéndose preparado un largo escrito con acusaciones, fue llevado al tribunal. La tradición nos cuenta, que al abrirse el rollo para su lectura las palabras desaparecieron súbitamente.
Se dice que pudo haber viajado más lejos aún de la India, a uno de esos países no situados en el mapa.


Así se citan sus palabras des­pués de estos viajes: He visto hombres que viven en la Tierra y, sin embargo, no son de la Tierra, defendidos por todas partes y no obstante sin defensa al­guna y con todo no poseyendo nada más que lo que poseemos todos.

Visitó una ciudad que se llamaba Larchas, un lugar que evidentemente, no es indio, no existe rastro alguno de ella. Las descripciones que él da guardan más semejanza con la ciencia que con el misticismo. En particular, habría visto un modelo de sis­tema solar, construido por seres superiores a la humanidad y que se desplazaba sin ningu­na clase de soporte bajo la cúpula, construida de zafiro de un templo.


Habría visto también cuatro «ruedas vi­vientes», dispositivos procedentes de otros lugares y que transportaba mensajes de los dioses. Estos dioses habrían sido seres no humanos, superinteligentes y que se habrían retira­do de la Tierra después de haber puesto en marcha la civilización humana. En resumen, extraterrestres.

Apolonio de Tiana


Hasta el siglo V, la reputación de Apolonio se mantuvo viva aun entre los cristianos. Prueba de ello es que León, ministro del rey de los visigodos, invitó a Sidonio Apolinar, obispo de Auvernia, a que le tradujera la vida del filósofo escrita por Filóstrato. El obispo escogió el ejemplar más correcto y sobre él hizo su traducción que remitió al ministro con una carta en que ensalza las virtudes del filósofo. La vida que posteriormente escribió Filóstrato está tomada de otra debida a uno de los compañeros de Apolonio, llamado Damis.


Jacques Bergier, en su libro Les Livres Maudits, dice: «El lector podría preguntarme de dónde he sacado la idea de que obras pertenecientes a civilizaciones muy antiguas se encuentren en la India. Esta idea no es nueva; fue introducida en Occidente por un personaje tan fantástico como Apolonio de Tiana… Éste impresionó mucho a sus contemporáneos y a la posteridad. Se atribuyen a Apolonio poderes sobrenaturales, que él mismo niega con la mayor energía.

Es indudable que viajó a la India. Murió a una edad muy avanzada, más de cien años… Lo cierto es que Apolonio de Tiana afirmaba que existieron en su época, o sea en el siglo I después de Jesús Cristo, en la India, libros extraordinarios y muy antiguos que contenían una sabiduría procedente de edades extinguidas, de un pasado muy remoto. Al parecer, Apolonio de Tiana trajo de la India alguno de estos libros, y conviene observar que, gracias a él, encontramos en la literatura hermética pasajes enteros de Upanishads y de la Bhagavad Gita… Damis habla, en lo que nos queda de sus notas, de reuniones secretas, de las que él era excluido, entre Apolonio y los sabios hindúes… También parece que éstos recibieron a Apolonio como un igual, que le instruyeron y que le enseñaron más de lo que jamás habían enseñado a ningún occidental».


Apolonio escribió también una biografía sobre Pitágoras, que se cree fue usada por Filóstrato para cualificarle a Apolonio lo que este atribuyó al Samio; aunque de sus escritos auténticos el único que nos queda es la Apología, conservada por Filóstrato.


Durante toda su vida realizó milagros manifestó lo que nosotros llamamos poderes parapsíquicos: levitación, lectura del pensamiento, clarividencia y visión del futuro. Asimismo curó enfermos y locos. Estando en Alejandría, por ejemplo, describió el incendio de un templo de Roma, lo que fue confirmado cuando llegaron las noticias.

Se le atribuye el poder de obtener fuego éter. Se trata obviamente de un fenómeno análogo al «fuego secreto» ele los alquimistas y lo que los judíos llamaban la «Gloria del señor». Aún sabemos pocas cosas a este respecto. En términos modernos, parece tratarse de un fenómeno intermedio entre la energía química y la energía nuclear, La hipótesis es necesariamente vaga a falta de pruebas.
Se negó también a subir bordo de un barco diciendo que éste naufragaría, lo cual ocurrió. Acusado de brujería, se hizo invisible ante el tribunal y luego abandonó el Palacio de Justicia.
No se sabe de qué vivía, puesto que recha­zaba los regalos.


Constantemente aludía al «co­nocimiento procedente de los Dioses», y a «la energía demoníaca». Pero, para él, los dioses y los demonios eran seres perfectamente reales, aunque no humanos. Los hombres poseían, según él, todos los poderes de los, dioses y de los demonios, pero generalmente no sabían utilizarlos.


Se afirma es que el centro de conoci­mientos, la central de energía que Apolonio vi­sitó en la India, era única en el mundo de su época. El propio Apolonio escribió: Me acuerdo a menudo de mis Maestros, y viajo a través del mundo enseñando lo que aprendí.

Apolonio de Tiana


El punto esencial de esta enseñanza es que no hay que tener miedo de la muerte. No vale la pena, La enseñanza de Apolonio insiste también en el hecho de que hay que ser sano de mente, y entonces la salud del cuerpo vendrá de un modo, natural. Eso, es lo que ha redescu­bierto la moderna medicina psícosomática.
“No hay muerte de nadie, sino sólo en apariencia, así como no hay nacimiento de ninguno, salvo en lo exterior. El cambio de ser a devenir parece ser nacimiento. El cambio de devenir a ser, parece ser muerte, mas en realidad ninguno realmente nace, así como ninguno realmente muere. Es simplemente el hacerse visible y luego invisible; la primera por la densidad de la materia, y la última por la sutileza del Ser, Ser que es siempre el mismo, siendo su único cambio el movimiento y el reposo.”


En el reinado de Domiciano, Apolonio fue acusado de magia, encerrado en un calabozo, después de haberle hecho cortar el pelo y las barbas, y allí cargado de grillos y cadenas. Desterrado después por el mismo Emperador, murió al poco tiempo, lo cual no fue obstáculo para que a su muerte se le erigieran estatuas y se le hicieran honores divinos. Éfeso, Rodas y la isla de Creta pretenden poseer su tumba, y Tiana, que le dedicó un templo, obtuvo en memoria suya el título de ciudad sagrada, lo que le daba el derecho de elegir magistrados.


Por la semblanza de su biografía hay que agregar en la singularidad de su muerte (al menos la consignada en Creta), en un templo custodiado por fieros perros que no le atacaron, puertas del templo que se abrieron solas ante él y un coro celestial que lo conminaba a subir. Y el hecho singular de que después de su muerte se apareció a un discípulo que dudaba de la inmortalidad del alma. Todo ello según la Vida de Apolonio de Tiana de Filóstrato. 》

(Fuente de todo el texto: EcuRed)

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