ZULIANOS ILUSTRES: EDUARDO LÓPEZ RIVAS . Por Victor R. Salazar
Nuestra 5ta entrega de esta serie biográfica en honor a nuestros Zulianos Ilustres la dedicamos a Eduardo López Rivas, mejor conocido por su seudónimo “Capuleto”, periodista, intelectual y empresario venezolano nacido en Maracaibo en 1850 y fallecido en Maracaibo, en 1913.
López Rivas está considerado uno de los más destacados intelectuales de la Venezuela del siglo XIX y un revolucionario de las artes editoriales y tipográficas en su país. El historiador venezolano Alfredo Tarre Murzi describió a López Rivas como «un periodista brillante, fundador de una dinastía de escritores, editores e intelectuales». Tarre lo considera uno de los primeros civilizadores de la joven república de Venezuela, «en tiempos donde reinaba la autocracia y el pueblo padecía bajo las garras de la barbarie y la ignorancia».
Como dijera Ciro Nava en su libro “Centuria Cultural del Zulia”,…“A través de la obra de López Rivas se percibe a un empresario e intelectual de profundas convicciones civiles que utilizando sus prensas busca cumplir una función de educador público, difundiendo los aspectos positivos del Zulia y el país a la vez que denuncia valientemente los desmanes de los gobernantes; esto le costó encarcelamiento y destierros, ser víctima de campañas de descrédito en la prensa oficial y oficialista, y clausuras tanto temporales como definitivas de sus periódicos,…”. Lo califica de “Hombre íntegro, patriota, progresista, a carta cabal, fue pontífice del periodismo digno e ilustrado e introductor de la imprenta moderna en Maracaibo.”
Este trabajo solo espera ser un pequeño y humilde homenaje a otro de los hombres más insignes y prominentes nacido en la ciudad de Maracaibo, cuya trayectoria periodística e intelectual dejó un legado indeleble en la historia de nuestro estado Zulia y de nuestra Venezuela.
Victor R. Salazar, …20 de octubre de 2020.
EDUARDO LÓPEZ RIVAS
EL SIGLO XIX, ERA DEL PROGRESO EN LA DOCTRINA DE LA ILUSTRACIÓN
La primera parte del siglo XIX es dominada por las ideas de la Ilustración y del Liberalismo económico. La ilustración concibe el progreso económico y científico como la expresión máxima de la felicidad colectiva; esta corriente considera la educación el medio para conseguirla al hacer avanzar las artes y los oficios, mediante una instrucción basada en las ciencias útiles al servicio de la industria y el comercio. Se plantea, además, introducir la elegancia y el refinamiento en las costumbres, todo ello significa una renovación en el pensamiento de las elites dirigentes y sirve de fundamento para los cambios que se dan en el mundo en todas las esferas. Las ideas liberales favorecen la industrialización y para que ésta se cristalizara deben construirse vías de comunicación, contar con una población trabajadora mejor preparada para responder a las demandas y con un mayor poder adquisitivo que incrementara su consumo en un mercado cada vez más competitivo. En Latinoamérica y particularmente en Venezuela estas doctrinas marcan el pensamiento de las elites que conducen el proceso de Independencia y posteriormente la creación de las Repúblicas.
A partir de la segunda mitad de la centuria aparece el Positivismo con su concepción del orden como base y el progreso por finalidad como vías para alcanzar la evolución de la sociedad hacia grados de mayor perfeccionamiento social. Esta doctrina se fundamenta en la premisa de que toda sociedad busca superar su estado inicial de barbarie y conseguir el grado de civilización, teniendo como motor la ciencia y la tecnología. Los avances de la ciencia y la tecnología en el siglo XIX se dan de manera vertiginosa, la invención de máquinas e instrumentos revolucionan el mundo: el motor a vapor, la imprenta mecánica y la rotativa, la fotografía, el cinematógrafo, el fonógrafo, el papel a base de pulpa de madera, entre muchos otros, responden a la necesidad del proceso de modernización de las sociedades occidentales. Los inventos son afinados en muy poco tiempo. El campo de la impresión es más que ilustrativo: En 1811 Köening instala en Londres su primera prensa mecánica; en 1814, su prensa mecánica a vapor tira 1100 ejemplares por hora y dos años después inventa la prensa con retirada o que imprime simultáneamente recto y verso. En 1845 aparece la prensa rotativa de Richard Marsh Hoe; en 1847, la prensa de reacción de H. Marinoni que tira 12 mil a 16 mil ejemplares por hora; en 1861, John Haswell construye la prensa hidráulica; en 1865 se pone en servicio la prensa rotativa de William A. Bullock, que imprime rectoverso y tira 8 a 10 mil hojas por hora; en 1884, Ottmar Mergenthaler inventa el linotipo.
A finales del siglo XIX, Venezuela continúa manteniendo su carácter rural. Caracas y Maracaibo están muy distantes de ofrecer el aspecto urbano, la densidad demográfica, la dinámica industrial y socio-cultural de las metrópolis europeas o norteamericanas, pero se suman a esta onda del progreso no escatimando esfuerzos para intentar trasladar en el menor tiempo posible las innovaciones tecnológicas. El impulso renovador se había expresado desde tiempo atrás y de manera más contundente a partir del año 1830 que marca el inicio del cambio político administrativo que dio forma a la naciente República, lo cual trajo consigo una serie de ideas reformadoras no sólo en el ámbito político, también en el campo urbano, social y cultural, hecho éste que se evidencia en las leyes, reglamentos, decretos y ordenanzas que expresan la aspiración de los sectores dirigentes de poner orden y embellecer las urbes.
La Maracaibo del siglo XIX está llena de contradicciones. El Lago es un gigante indómito que la aísla del resto del país, pero que le permite un intenso intercambio comercial con el extranjero gracias a su salida al mar. Pese a la actividad portuaria, que supone el arribo permanente de marinos y de extranjeros, así como la presencia de inmigrantes extranjeros establecidos en Maracaibo que traen consigo nuevas tradiciones, costumbres y gustos, la ciudad no dispone de muchos hoteles ni restaurantes y no ofrece una vida nocturna. Hacia finales del diecinueve, gracias a la consolidación del circuito agro-exportador y al repunte económico del comercio del café, Maracaibo ve surgir nuevos edificios y cuenta con tranvía de tracción animal, luz eléctrica, telégrafo, teléfono, imprentas, periódicos, etc., pero carece de acueducto, buenas cloacas, calles pavimentadas y presenta serios problemas de salubridad. Se trata de una ciudad idealizada por sus poetas, pues la culta Sultana del Lago tiene un aspecto que deja mucho que desear. La ciudad “moderna y progresista” de la cual se enorgullece la elite comercial e intelectual local, es en realidad conservadora y clasista.
Mientras la mayoría de los inmigrantes alemanes, holandeses e ingleses se dedican al comercio, buena parte de los criollos son dueños de tierras y se consagran a la agricultura en los espacios aledaños a la ciudad. El resto de ellos incursiona en el comercio u ofrece sus servicios profesionales como abogados, médicos e ingenieros. Son hombres cultivados que se han formado en el Colegio Nacional, fundado en Maracaibo en 1837 y en ocasiones continúan estudios en el exterior. Es justamente esta capacidad de leer y escribir la que permite que la elite se impusiera. A ella pertenecen médicos, abogados, comerciantes, empleados, sacerdotes, filósofos, educadores, músicos, periodistas, con una formación ilustrada que desarrollan su actividad intelectual escribiendo poesía, artículos, ensayos, cuentos, obras de teatro, discursos. Entre muchos otros, pueden mencionarse a José Ramón Yepes, Manuel Dagnino, Idelfonso Vásquez, Valerio Perpetuo Toledo, Apálico Sánchez, Jesús María Portillo, Francisco Eugenio Bustamante, Francisco Ochoa, Sisoes Finol, José María Rivas, Octavio Hernández, Eduardo López Rivas.
Algunos de ellos fundan, editan y redactan los más importantes medios impresos del período, los cuales emplean como instrumento para dirigirse a sus pares, tener poder y un cierto control político local e incidir sobre la política regional y nacional. Es también una forma de demostrar que no se vive en la barbarie pese al deplorable estado de la ciudad.
Políticamente estos últimos años del diecinueve representan una afrenta para el Zulia, en 1879 acaba de salir de una difícil coyuntura política y económica a raíz de la medida de cierre de la aduana de Maracaibo tomada por Guzmán Blanco en 1874 y que se prolonga hasta 1878, lo cual condujo a una situación de paralización casi total del puerto, la parcial inhabilitación del circuito agroexportador con el consecuente daño al comercio y penuria general a la población que vivía o sobrevivía de la actividad portuaria. En la década siguiente vive una nueva etapa de agravios por parte del gobierno de Guzmán Blanco, cuando en 1881 se produce el despojo de su autonomía con la medida de fusión del estado Zulia con el estado Falcón en una sola entidad política-administrativa, situación que se extiende hasta el año de 1890. Sin embargo, conserva el puerto y la aduana, garantizándose el control, desde Maracaibo, de la actividad de exportación e importación del vasto circuito agropecuario y comercial que cubre la región interiorana del Lago de Maracaibo, los estados Trujillo, Mérida, Táchira y el norte de Santander, en Colombia.
En compensación a aquel hecho de despojo la década de 1880 representa un período de vigoroso desarrollo económico que se mantiene durante el decenio siguiente. Entre los indicadores que prueban esta situación de bonanza económica se puede mencionar la infraestructura portuaria, el movimiento y tráfico marítimo-lacustre, los ingresos aduanales, el estado del comercio interior y exterior, el surgimiento de compañías bancarias y aseguradoras, la inversión en transporte de productos por vía terrestre y lacustre; además de la ejecución de obras de infraestructura urbana y arquitectónica.
La idea de progreso y civilización domina el imaginario de las elites y en ella se centra el esfuerzo del sector dirigente político al emprender obras de fomento público o de protección a la industria, al comercio, a las letras y a las artes, en las cuales se incluye el desarrollo del arte tipográfico con empresas dotadas de máquinas modernas movidas por vapor y abundante surtido de útiles y materiales que llegan desde Europa y Estados Unidos gracias al intenso intercambio comercial que facilita la condición de ciudad-puerto que tiene Maracaibo. En el aspecto cultural este período es floreciente en el campo de las letras, el periodismo y el teatro, debido fundamentalmente a dos factores: por un lado, la presencia del Colegio Nacional de Maracaibo, constituido luego en Colegio Federal y posteriormente en Universidad del Zulia, de donde salen los escritores, poetas y periodistas que integran el grupo de intelectuales maracaiberos del siglo XIX; el otro tiene relación con la prosperidad comercial y económica de la región, lo cual produce una bonanza que se extiende, como ya se señaló, a la dotación de obras para la ciudad, y también “estimula la creación de imprentas y tipografías y el sostenimiento de numerosas publicaciones periódicas”
Más de 200 publicaciones ven la luz durante el período. La revista El Zulia Ilustrado reseña los órganos periódicos que para el año 1889 circulan con regularidad en el Zulia, catorce en total, entre ellos, La Beneficencia (1874-1935), El Boletín Comercial (1880-1889), El Mutuo Auxilio (1877- 1889), El Teléfono (1888-1890), El Zulia Ilustrado (1888-1891), El Fonógrafo (1879- 1917), El Posta del Comercio (1879-1887), Los Ecos del Zulia (1880-1917), refiriéndose a estos tres últimos como “diarios de grandes dimensiones con imprenta propia; y los demás, son publicaciones semanales, quincenales o mensuales”; estos tres periódicos se destacan por ser los de mayor continuidad en el tiempo en aquella Maracaibo. Para el año 1889 hay en esta ciudad tres talleres tipográficos: la Imprenta Bolívar de Alvarado y Cía., la Imprenta Americana de Eduardo López Rivas y la de Valerio Perpetuo Toledo, en la cual se imprimía desde 1880 Los Ecos del Zulia.
INFANCIA Y NIÑEZ
Eduardo López Rivas nace el día martes 10 de septiembre de 1850, en la ciudad de Maracaibo. Su padre fue Don Juan Eduardo López de Triana y Espina (nacido en Maracaibo el 23 de junio de 1823. Se desconoce la fecha de su muerte), seguidor de las figuras más representativas del liberalismo como lo fueron Antonio Leocadio Guzmán y Tomás Lander y miembro fundador del Partido Liberal (Venezuela) [el Partido Liberal nació el 24 de agosto de 1840 con la fundación del periódico El Venezolano. Estaba basado en la ideología del Liberalismo, el cual es una filosofía política y moral que defiende la libertad individual, la igualdad ante la ley, y una reducción del poder del Estado; en lo político defendían el federalismo frente al centralismo del Partido Conservador]. Su madre era Doña Encarnación Rivas de López, pariente del escritor venezolano José María Rivas.
Su infancia transcurrió en un ambiente instruido y cultivado, que sentó las bases para su futura formación académica. Hizo sus primeros estudios en el Colegio Federal de Primera Categoría del Grande Estado Falcón Zulia.
[El Colegio Nacional de Maracaibo, instalado el 19 de abril de 1839, el cual pasó a denominarse Colegio Nacional del Zulia, de conformidad con el decreto del 8 de junio de 1875 y obtiene por esa vía normativa la condición de Colegio de primera categoría y se reinstala con su nuevo nombre el 28 de octubre de 1875.
El decreto del 28 de septiembre de 1881 reorganiza los llamados Colegios Nacionales, y en este sentido se oficializó que el Colegio Nacional del Zulia se denominaría Colegio Federal del Estado Falcón – Zulia con la atribución de conferir no sólo los grados de Bachiller, sino también el de Licenciado en Ciencias Filosóficas, Políticas y Médicas.
A partir del 15 de octubre de 1881 se inicia su tercera época con el nombre de Colegio Federal del Estado Falcón –Zulia, hasta su conversión en Universidad del Zulia por decreto del Cuerpo Legislativo Federal fechado el 29 de mayo de 1891].
En su libro «Siluetas ilustres del Zulia» Atenógenes Olivares Hijo escribe:
“Desde sus primeros años en el liceo, mostró esa inclinación al cultivo de las letras que lo llevó más tarde a convertirse en antorcha del periodismo; en intérprete viril de una raza que tarde o temprano se sacudiría ante el torbellino arrollador de la explotación de los tiranos.”
Posteriormente se trasladó a Francia para continuar su bachillerato. En el Liceo de Marsella – anota el historiador y político Alfredo Tarre Murzi que allí «pudo absorber lo mejor de aquella singular época; la de mayor floración de genios que conoció Europa, entre 1850 y 1890».
JUVENTUD
Eduardo López Rivas regresa a su ciudad natal, Maracaibo, en 1870. Entonces tiene 20 años y trae consigo las nuevas ideas del Viejo Mundo. Se traslada a la ciudad capital venezolana, Caracas, donde desempeña cátedras de idiomas, dibujo natural y elaboración de planos y mapas geográficos; enseña gramática castellana y traduce del inglés; colabora con los círculos intelectuales de la ciudad y desarrolla el espíritu crítico de sus discípulos. Para ese momento, además del Castellano, dominaba las lenguas francesa e inglesa.
López Rivas fue un maracucho defensor de su gentilicio y con convicciones firmes en la lucha por la libertad de opinión; de allí, que toma a la prensa como instrumento para el combate político y social. Fundador, redactor y director de periódicos y revistas en Maracaibo.
Ante la presencia del gobierno autoritario en Venezuela de Antonio Guzmán Blanco [Antonio José Ramón de La Trinidad y María Guzmán Blanco (Caracas, 28 de febrero de 1829 – París, Francia, 28 de julio de 1899), conocido como El Ilustre Americano, fue un militar, estadista, caudillo, diplomático, abogado y político venezolano, partícipe y general durante la Guerra Federal, Vicepresidente, Ministro de distintas carteras y enviado diplomático del gobierno de Juan Crisóstomo Falcón entre (1863-1868) y finalmente Presidente de Venezuela en tres ocasiones (1870-1877, 1879-1884, y 1886-1888)] e impulsado por su preocupación constante por el bienestar público, llevaron al joven López Rivas a ejercer el periodismo como medio de denuncia a los abusos del poder político. Utilizó en sus escritos el seudónimo de “Capuleto”.
Según Atenógenes Olivares Hijo:
“Su rectitud de hombre y el vigor de su talento lo empujan a ocupar las trincheras del periodismo donde, por imponerse en el corazón de su pueblo luchando contra los rigores de la tiranía, se convierte en el blanco de feroces persecuciones políticas.”
En Maracaibo su primera actividad periodística conocida data de 1872, contando con tan solo 22 años de edad funda y edita «La Antorcha», semanario de literatura, ciencias y arte.
Desde septiembre de 1876 redacta El Periódico, semanario de política, economía y literatura.
También trabaja, entre 1877 y 1878, como redactor de El Mensajero, bisemanario de interés general. A partir de enero del 1878 redacta El Boletín Mercantil de El Mensajero, semanario tabloide dedicado mayormente a asuntos económicos y comerciales que circula hasta octubre de 1879.
Contrajo nupcias en dos oportunidades; primero en 1880, con su sobrina Carmen Bustamante López, hija de Antonio Bustamante Urdaneta y María del Carmen López de Triana Rivas (hermana de Eduardo López Rivas), sobrina del médico venezolano Francisco Eugenio Bustamante (hermano de su padre) y pariente del prócer independentista Rafael Urdaneta (1788-1845); el enlace tuvo 7 hijos: Margarita, Eduardo (nacido el 9 de diciembre de 1881 y fallecido el 30 de junio de 1938 en Maracaibo), Carlos (nacido el 25 de julio de 1886, fecha de fallecimiento desconocida), Enrique, Teresa, Juan (nacido el 22 de abril de 1889, fecha de fallecimiento desconocida) y Dolores.
Enviudó de su primera esposa y, en 1903, se casó con Carmelita López Castro, matrimonio que tuvo 2 hijos: Carmen Josefina y Alberto López López, pionero de la radiodifusión en Venezuela (fallecido en 1961).
DIARIO EL FONÓGRAFO
El Fonógrafo fue uno de los periódicos más importantes de Venezuela a finales del siglo diecinueve y principios del siglo veinte.
El Fonógrafo circuló por primera vez el 21 de mayo de 1879. El diario surgió cuando reinaba en el mundo occidental la filosofía positivista, apoyada en el progreso tecnológico, el desarrollo de modernas ciudades y los grandes inventos; como el de Thomas Edison, cuyo nombre adoptó el periódico. Fonógrafo era una palabra nueva, producto de la reciente invención del aparato que registraba y reproducía los sonidos y la voz humana. Con ello el editor dejaba claro que, más que a la batalla política, asociaba el contenido de su diario a las innovaciones, el progreso y la civilización.
López Rivas había sufrido persecuciones, cárcel y exilio a causa de la censura aplicada a los periódicos que había dirigido anteriormente. El nuevo diario aparecía cuando finalizaba un período de conflictos en la región, a causa del cierre temporal del puerto de Maracaibo por parte del gobierno. Se anunciaba un nuevo tiempo con la reapertura del puerto y la consecuente reactivación de la economía, que dejaba atrás las batallas políticas del pasado. López Rivas pretendía crear un periódico moderno, asociado a la idea de una nueva era de paz y progreso. En la edición inaugural del 21 de mayo de 1879, explicaba las razones por las cuales había escogido ese nombre para su diario.
“…Y no es por capricho por lo que llamamos El Fonógrafo a nuestra humilde hoja; esperamos que los odios que nos ciegan se disipen entre auroras de concordia y que el espíritu del progreso se extienda entre todos los zulianos para el beneficio de nuestra amada tierra. ”
Esa visión de paz, armonía y nuevos tiempos, no implicaba alterar la línea independiente que se proponía seguir el diario, ni su firme convicción de denunciar los problemas de la región.
El Fonógrafo cumplió una función informativa y social de primer orden, particularmente en lo referente al estado Zulia y a la ciudad de Maracaibo. Fue especialmente agudo en denunciar las graves fallas del gobierno en asuntos de interés público y bienestar social, enfrentándose con ello a la personalidad autocrática del dictador Antonio Guzmán Blanco.
El cónsul estadounidense durante la época, Eugene H. Plumacher, escribe en sus memorias: “Guzmán Blanco nunca tuvo una buena disposición hacia el Zulia… El Zulia había tenido un espíritu muy independiente pues era de todo el pueblo venezolano, el más amante de su libertad”. El diplomático plasmó en su libro la situación tan precaria que vivía por entonces la libertad de expresión en el país y, en particular, El Fonógrafo: Los periódicos que se atrevieran a expresarse desfavorablemente sobre la política del presidente eran simplemente suprimidos, como se comprobó en Maracaibo con el caso de «El Fonógrafo».
“Este periódico fue (y es todavía) uno de los periódicos mejor dirigidos de Venezuela, modesto y refinado en su tono, pero firme y serio en todos los asuntos que se relacionaban con el bienestar público. Su propietario y editor en jefe era Eduardo López Rivas…este señor no escatimó en gastos para organizar su establecimiento en su mejor estilo y con las últimas mejoras tipográficas…el gobierno envió sus tropas a las oficinas para confiscar todo lo que encontraron. Toda la maquinaria, los tipos y otros accesorios de prensa fueron enviados a la Casa de Gobierno, donde inmediatamente se comenzaron a utilizar para publicar un periódico que apoyaba los intereses de Guzmán Blanco”.
López Rivas no era un personaje fácil de dominar. Era un hombre ilustrado, de firmes convicciones y un luchador capaz de resistir persecuciones, exilio y prisión. Gracias a la tenacidad de su carácter logró reabrir el periódico más de una vez, siempre bajo amenazas y censura. Éstas, sin embargo, nunca llegaron a ser suficientes para que el gobierno de Guzmán lograra silenciar el diario en forma definitiva, el cual, a duros golpes, sobrevivió treinta y ocho años de gobiernos dictatoriales.
Cuando Guzmán Blanco se dispone a regresar de Europa en 1886, para una nueva gestión presidencial producto de una campaña apoyando su regreso, conocida como «Aclamación Nacional», López Rivas escribe en su editorial:
“¿Cuántos días de fiesta tendremos para celebrar la “realidad de ese delirio”, como dice la proclama? Que no bajen de una semana. Hay que refrescar la memoria respecto a la manera, orden y extensión que el pueblo zuliano debe emplear en sus transportes de júbilo…pocos recordarán con fijeza cuál es la jaculatoria que les toca recitar, ni cuántas veces deben tirar el sombrero al aire en señal de entusiasmo delirante…hay que comprar lanilla para hacer banderas, bombas para la iluminación, fuegos artificiales, champagne…hay que escribir y aprender los discursos que luego se improvisarán en un momento de patriótico delirio…y tantas otras cosas que hacer! ¡No hay instante que perder!”
Es aún recordada la célebre frase que publicó el periódico el 22 de junio de 1887, comentando el estado de inmundicia de las calles de Maracaibo, ciudad oprimida por el abandono y el despotismo del gobierno central; llena de barro y basura revueltos por las fuertes lluvias. López Rivas resumió la situación así:
“¡Liberté, egalité, fraternité y….! SUCIETÉ!”
El periódico apareció como bisemanario en el año 1879 y se convirtió en diario a partir de 1882. Era un periódico pequeño, «tabloide», formado por cuatro páginas de noticias, literatura y anuncios comerciales
Se editó en imprentas locales de la ciudad de Maracaibo, hasta que López Rivas creó en 1881 su propia casa editorial: la Imprenta Americana. Esta imprenta fue, desde su comienzo, uno de los establecimientos tipográficos más finos y completos del país, traduciéndose ello en la impresión y los diseños renovados del periódico, el cual a partir de entonces comenzó a cambiar su presentación. Para el año 1883 había aumentado considerablemente en tamaño y en número de columnas y en el año 1917 se publicaba una edición simultánea de ocho páginas en la capital venezolana, Caracas.
Especial mención merece la edición extraordinaria de El Fonógrafo del 19 de abril de 1910, que inauguró en Venezuela la impresión en tricromía. Esta edición colocó a la «Imprenta Americana» entre las mejores del mundo, quedando el hecho registrado en la edición de la revista alemana «Anales Tipográficos», de fecha junio de 1910.
El Fonógrafo es referencia obligatoria de cualquier investigación sobre la Maracaibo de finales del siglo diecinueve y principios del siglo veinte. El diario dejó para la posteridad un detallado registro de los acontecimientos de la región zuliana, de la vida de los marabinos y del acontecer político regional y nacional.
Eduardo López Rivas se retira de “El Fonógrafo” en 1908, a la edad de 58 años, dejándole a sus hijos Carlos y Eduardo López Bustamente, como lo afirma el historiador Alfredo Tarre Murzi,
«la responsabilidad de continuar su labor y sus propósitos patrióticos, sembrando en las generaciones del siglo XX las ideas del progenitor».
LA IMPRENTA AMERICANA
La Imprenta Americana (1881 – 1917) fue una casa editorial de Maracaibo, fundada por el periodista Eduardo López Rivas. Fue el primer taller tipográfico venezolano en imprimir fotografías, grabados y trabajos en tricromía [procedimiento fotográfico de reproducción de todos los colores mediante la estampación sucesiva del rojo, verde y azul (RGB) para mezclas aditivas (para pantallas de ordenador, televisores, sensores, etc.) y cian, magenta y amarillo (CMYK) para las mezclas sustractivas (usado en impresión)] y alcanzó renombre en el mundo debido a la calidad de sus impresiones y a sus modernas técnicas.
López Rivas creó el sofisticado taller tipográfico en 1881, al objeto de imprimir las publicaciones que dirigía. Destacan entre ellas el Diario El Fonógrafo y la Revista El Zulia Ilustrado, pero la empresa creció también como editorial de volúmenes de toda Venezuela, Colombia y El Caribe y tuvo una amplia actividad de reproducciones musicales y papelería de lujo.
López Rivas participó en 1883 en la Exposición Nacional de Caracas, realizada con motivo del centenario del nacimiento de Simón Bolívar. Lo hizo en calidad de editor y de impresor, presentando la colección completa de “El Fonógrafo”, así como también impresiones musicales. La Imprenta Americana obtuvo los primeros premios en ambos casos.
En 1888 recibió mención honorífica y primer premio por tipografía y encuadernación, en la Exposición del Zulia, en ocasión del centenario del nacimiento del General Rafael Urdaneta, héroe zuliano de la independencia. En esta oportunidad López Rivas publicó el primer ejemplar de su revista «El Zulia ilustrado», dedicada al prócer, e inició con ella en Venezuela el periodismo ilustrado. Lo hizo con un grabado de Urdaneta en uniforme de gala en la primera página, realizado por él mismo, ya que era dibujante profesional. La Imprenta Americana participó también en exposiciones internacionales, obteniendo premios importantes en la Exposición Universal de París (1889), y en la Exposición Mundial Colombina de Chicago de 1893.
Este intelectual maracaibero hizo de la Imprenta Americana uno de los talleres más modernos del mundo y sus trabajos de impresión obtuvieron importantes premios, en exposiciones nacionales e internacionales.
Fue en la revista «El Zulia ilustrado», editada por López Rivas en la Imprenta Americana, donde se imprimieron por primera vez ilustraciones y fotografías en una publicación periódica venezolana.
Hacia 1888 se publica el primer número de “El Zulia Ilustrado”, una revista sin contribuciones oficiales ni avisos comerciales, que circuló hasta finales de 1891. Impresa con nitidez, buen gusto tipográfico e interesante lectura, se edita en fino papel satinado con magníficas ilustraciones sobre los paisajes, las gentes, las ciudades y los pueblos del estado Zulia. Circula en Venezuela y en el exterior, dando a conocer, más allá de las fronteras nacionales, la vida y costumbres de la región zuliana.
Con la aparición de la revista El Zulia Ilustrado, cumplía López Rivas su propósito de educar a la población de su tierra natal. Evadir el tema político y desarrollar conciencia de opinión a través de los conocimientos y el cultivo de la identidad zuliana. En la primera edición López Rivas dejó claros sus propósitos:
“En estas columnas… haremos completa abstracción de nuestras personales inclinaciones y hasta de nuestros resentimientos, por vehementes y legítimos que sean.”
Al mismo tiempo deseaba dar a conocer al Zulia en el país y en el extranjero, en todas sus manifestaciones de progreso. Los rasgos biográficos de sus próceres, poetas, sabios y educadores; sus edificios, plazas, paisajes y costumbres populares.
Los grabados eran dibujos hechos por el mismo López Rivas, apasionado de las artes gráficas y dibujante profesional formado en Francia. Estas ilustraciones daban fe exacta de los paisajes del Zulia, sus héroes y los edificios importantes de Maracaibo. Las primeras fotografías de la revista aparecieron en la edición del 31 de marzo de 1889.
Fue también en los talleres de la imprenta donde por primera vez en Venezuela se imprimieron imágenes en tricromía. Las imágenes a color aparecieron en una edición especial de El Fonógrafo del 19 de abril de 1910.
Esta edición de El Fonógrafo contaba con más de cincuenta páginas con impresiones mezclando los tres colores primarios y con mezcla de cinco colores, incluyendo el blanco y el negro. Contenía ilustraciones inspiradas en “Art Nouveau”, composiciones poéticas enmarcadas en orlas decorativas, letras capitulares y una portada a todo color, con un paisaje del lago de Maracaibo rodeado de cocoteros, imagen inconfundible del Estado Zulia.
EL GRAN IMPULSOR DEL HIMNO DEL ESTADO ZULIA
Durante años Eduardo López Rivas planteó la idea de crear un himno para su región a los gobernantes locales, pero ésta fue siempre rechazada debido a sus críticos artículos sobre el gobierno, publicados en las páginas de “El Fonógrafo”.
Luego, la situación cambió en 1908, cuando fue nombrado gobernador del Zulia el escritor José Ignacio Lares Baralt (Político, etnógrafo, historiador, polemista y escritor del que se destaca su trabajo en la poesía y la dramaturgia. Nació en Betijoque, estado Trujillo el 11 de febrero de 1847. Muere en Caracas el 30 de noviembre de 1921. Fue gobernador del Estado Zulia entre 1908 y 1909), que publicaba sus obras en la Imprenta Americana y dadas sus buenas relaciones con López aprobó la propuesta de inmediato.
Fue entonces cuando se comisionó a Eduardo López Rivas a organizar un concurso para la música y letra del himno y redactar las bases.
El decreto para la creación del Himno del Zulia fue emitido el 15 de agosto de 1909 y la partitura con la música y letra ganadoras fue publicada por primera vez en la edición de El Fonógrafo del 19 de abril de 1910. En la misma edición apareció el primer aviso promocional del himno, elaborado en la Imprenta Americana del periodista.
ETAPA FINAL
La muerte de Eduardo López Rivas, el 22 de julio de 1913, representó un duelo general para la comunidad zuliana. Ocurrió en su residencia de la urbanización «Los Haticos», a orillas del Lago de Maracaibo, a los 63 años de edad, y fue sepultado en el «Cementerio El Cuadrado» de la ciudad de Maracaibo.
RECONOCIMIENTOS
a. Premio «Eduardo López Rivas»: Eduardo López Rivas es el nombre del premio Municipal de Periodismo de la ciudad de Maracaibo-Venezuela, el cual es entregado anualmente por el Concejo Municipal de Maracaibo, a periodistas con destacada labor.
b. Premio «El Zulia ilustrado»: Premio Regional de periodismo, mención Diseño y Diagramación, que otorga anualmente la Gobernación del Estado Zulia al periodista más destacado en diseño y arte de páginas. El premio lleva el nombre de la revista editada y dirigida por López Rivas, para difundir la historia y la cultura de su tierra natal.
c. Hemeroteca «Eduardo López Rivas»: Con este nombre se bautizó la hemeroteca de la Biblioteca Pública del Estado Zulia, en reconocimiento a la labor del ilustre periodista maracaibero.
EPÍLOGO
Eduardo López Rivas es recordado como un legendario intelectual marabino, reconocido por su rol de periodista, editor, empresario de las comunicaciones, además de ser catalogado como un ‘revolucionario’ de las artes gráficas en Venezuela.
En reconocimiento a su labor hay un premio con su nombre Eduardo López Rivas, que es el galardón Municipal de Periodismo de la ciudad de Maracaibo, que es entregado por el Concejo Municipal de la ciudad a los periodistas con una labor destacada.
También hay una hemeroteca con su nombre en el estado Zulia. El Premio Regional de Periodismo, mención diseño lleva el nombre de “El Zulia Ilustrado” que otorga anualmente la gobernación al periodista más destacado en diseño y arte de páginas.
En honor a tan ilustre Hijo del Zulia, la Fundación Belloso de Maracaibo editó en 1965 una edición facsímil de la revista “El Zulia Ilustrado”. Esta edición ha sido texto de estudio en las universidades del país y constituye hoy en día la crónica histórica del Estado Zulia más consultada por los investigadores.
La Corporación de Desarrollo de la Región Zuliana, Corpozulia, reeditó la Edición especial de El Fonógrafo del 19 de abril de 1910, fecha en que se cumplieron cien años de la independencia de Venezuela. En esta edición se pueden leer artículos de intelectuales y poetas venezolanos de entonces, como Eduardo Blanco, y Udón Pérez.
La Dirección del Acervo Histórico del Zulia conserva la colección de El Fonógrafo en su archivo de microfilms.
El 14 de junio de 2012 la Junta de Honores del Panteón del Zulia, presidida por el gobernador del estado, Pablo Martín Pérez Álvarez (gobernador del estado Zulia del 1ero de diciembre de 2008 al 20 de diciembre de 2012) aprobó el traslado de los restos de Eduardo López Rivas al Panteón del Zulia.
Los días 23 y 24 del mes de febrero de 2015, se llevaron a efecto los honores relativos al traslado de los restos mortales del renombrado periodista Eduardo López Rivas al Panteón Regional del Estado Zulia. El día 23 de febrero estuvieron en Capilla Ardiente en la sede de la Dirección de Cultura de Maracaibo; de allí fueron trasladados a la Santa Catedral y a las 10 y 30 minutos de la mañana llevados al Panteón Regional para su Inhumación. Estuvieron presentes los representantes de los Poderes Públicos y el pueblo en general, una parte dentro del Panteón, por lo pequeño del espacio y el resto en carpas especiales en una de las partes laterales de este sitio histórico. Se trata del primer periodista de la historia que reposa a partir de la citada fecha en el Panteón del Estado Zulia.
Material Compilado por Victor R. Salazar, el 20 de octubre de 2020.
REFERENCIAS
https://es.wikipedia.org/wiki/Eduardo López Ribas
https://www.wikiwand.com/es/Diario_El_Fonógrafo
https://es.wikipedia.org/wiki/Imprenta_Americana
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http://www.elzulianorajao.com/noticias/eduardo-lopez-rivas-al-panteon-regional-1850-1913/
https://apuntoenlinea.net/2020/09/10/recordamos-con-orgullo-el-nacimiento-de-eduardo-lopez-rivas-promotor-del-himno-del-zulia-y-periodista-marabino/
http://www.radioworldtv.com/2020/09/10/eduardo-lopez-rivas/https://primicias24.com/tal-dia-como-hoy/290665/10-de-septiembre-de-1850-nace-el-periodista-venezolano-eduardo-lopez-rivas/
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http://www.laverdad.com/zulia/70200-se-necesitan-mas-periodistas-como-eduardo-lopez-rivas.html
HISTORIA DE UN DIARIO ZULIANO DECIMONÓNICO: EL FONÓGRAFO SUS APORTES… Bermúdez N. y Romero M. ÁGORA -Trujillo. Venezuela. ISSN 1316-7790-AÑO 9- N° 18 -JULIO-DICIEMBRE -2006.
Plumacher, Eugene H. «Memorias». Ciudad solar editores, Acervo Histórico del estado Zulia, Maracaibo, Venezuela, 2003.
Fotografías Antiguas de la Ciudad de Maracaibo son cortesía del Sitio de Instagram “Fotografías e Historia de Maracaibo y Todo el Estado Zulia” propiedad de Juan Quintino (Creador de Videos) – @juanquintino – Instagram.
Un comentario
Tiburcio José Rivas Ordoñez
¡Que homenaje tan bien hecho a la cultura zuliana!
Mis felicitaciones Don Victor