«FIN DE AÑO». Enmanuel
FIN DE AÑO
Un rumor de milenios, de civilizaciones perdidas, de profetas muertos, de historias que acaban o comienzan, trae a cuestas la última ráfaga de viento que se pierde con el año viejo.
Son tantos «años viejos» que se recuerdan los «31», cuando apenas aprendíamos a reconocer costumbres, a codificar abrazos, a llorar sin saber por qué.
Un giro solapado y en la gualdrapa de la brisa de las últimas horas del año que termina, empieza a mostrar ese día (primero tímidamente y luego con alevosía) nombres y rostros de los que desaparecieron con la muerte (parca oscura que roba sonrisas y regala llanto).
Año tras año se trasciende la elipse completa alrededor del astro rey, noria de obstinatos que roba vida, portal de medianoche traspasado en cada Hogmanay escocés o en cualquier fiesta callejera de fin de año, abundante en whisky o cerveza o caña clara, pero siempre plétora en lágrimas.
- ¡Faltan cinco pa’ las doce!
(Grita alguién desde la penumbra)
Y el desenfreno se detiene por instantes… la memoria se revuelca en cajones olvidados, el alma se pone en vilo y el trago grueso de la tristeza o el desenfado de la alegría incontenida, espera expectante un abrazo al azar.
- ¡Feliz año nuevo!
(Descansen en paz los malos recuerdos)
Enmanuel
Un comentario
Miguel Alberto Zurita Sánchez
Y los buenos recuerdos, también deben descansar en PAZ! Como parte del pasado que son!!