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«En la calle 83, número 28 raya 50, quinta ‘San Francisco’ «. Episodio 1: AURELIA. Por Enmanuel Camejo Zavala

«…una gran maleta de cuero americano y largas correas que la circundaban»

AURELIA

En la calle 83, número 28, raya 50, quinta San Francisco, el tiempo se había detenido entre personajes nacidos entre el año 20 y el 40, del siglo xx y sucesos emblemáticos de los 70 del mismo siglo. El viento siempre soplaba sereno y cálido, el sol gobernaba casi la totalidad del año, y una procesión de particulares personajes desfilaban o hacían antesala en el portal de la casa al umbral de la bajada.


Una vez al año, casi siempre en agosto, esta amable señora, de modales finos, abundante en carnes, de pelo rizado y corto, morena, de origen zambo, con anteojos de carey y lunar en la frente, de quien no se sabía otra cosa que era de Dabajuro y trabajaba como «Nana» de los hijos de una familia de potentados en la capital.

Aurelia llegaba cada año a «La Limpia», cual San Nicolás de verano, con una gran maleta de cuero americano y largas correas que la circundaban, guardando en ella un sin fin de sorpresas, dignas del gitano Melquíades, aquel amigo de José Arcadio Buendía, el fundador de Macondo:

  • ¡Aurelia que nos trajiste! (Improntaban Manolo y Chevy)
  • ¡Muchachos, dejen a Aurelia tranquila, que ella no trajo nada! (Replicaba Fema desde la cocina)
  • ¡Auuureeeliiia… tenía 150 años que no te veía! (Decía Ofelia con su particular manera de medir el tiempo)

Mientras tanto, Aurelia (aquella mujer cuyo nombre remembraba al oro) terminaba de entrar a la casa, hasta el tercer cuarto, y montaba aquella «Caja de Pandora», de cuero americano y de largas correas que la circundaban, sobre la cama de Chucha y al unísono, la fantasía tomaba por asalto la casa al umbral de la bajada.

Enmanuel Camejo Zavala

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