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“En la calle 83, número 28 raya 50, quinta ‘San Francisco’ ”. Episodio 6: PÉREZ Y SU SOBRINA ROSITA. Por Enmanuel Camejo Zavala

«…mi primera «colonia de hombre»: ¡Wild Country!»

PÉREZ Y SU SOBRINA ROSITA

Como a las seis de la tarde, al menos dos veces por mes, Pérez y Rosita, tocaban la metálica puerta de la reja de la casa de la calle 83. Cuando Gabriel se daba cuenta que eran tía y sobrina quienes estaban tocando, cantaba en tono de chanza la canción promo de Avón con algunas modificaciones de su propia inspiración:

«🎼 Voy a tocar tu puerta, tocar el timbre y tu culito también🎼»
¡Había llegado Perez!

Pérez era una mujer muy delgada, pequeña, de piel tostada por el sol y pegada a los huesos, pelo siempre recogido en un moño, algo jorobada y solterona, ya a sus pasados cuarenta y tantos años. Enfermera de profesión, pero ante la necesidad de mejorar sus ingresos familiares, se dedicaba a vender, de casa en casa, productos Avón y Stanhome por catálogos. Rosita era su joven sobrina, que siempre la acompañaba y suavisaba la austera figura de Pérez, con su primaveral juventud y enormes ojos verdes.

El vínculo de Perez con la casa era a través de Ofelia, ya que ambas habían sido compañeras de guardia en la Maternidad «Castillo Plaza» de Maracaibo. Contaba Ofelia que los gritos y «ayayaís» de las mujeres en trabajo de parto eran espeluznantes y aterradores, y que un día una asidua visitante de la maternidad, ya en su quinto parto, tenía desesperada a Pérez y esta rompiendo su profesional silencio con risa forzada y sardónica le dijo:

  • ¡Ajá, ¿te gustó el ñemeo?… ahora aguantá el kakarakeo!

Lo cierto es que Pérez llevaba a la casa sueños y olores en hermosos catálogos de fotos coloridas, que permitían encargar productos y pagarlos a fin de mes, incluso hasta en dos partes.
Pérez y Rosita, representaban la venta cálida, humana, puerta a puerta, que terminaba creando un lazo casi familiar, entre oferente y demandante, además de oportunidad para la sana tertulia y por su puesto la ruta para conseguir, mi primera «colonia de hombre»: ¡Wild Country!.

Enmanuel Gerardo Camejo Zavala

2 Comentarios

  • Admin

    Gracias Compadre. Un fuerte y sincero abrazo.
    Toda la familia Homes, también formó parte de la casa de la calle 83. Incluso el hijo mayor de Pablo, quien alumbró oscuridades en un trayecto importante de mi camino

  • Luis Enrique Homes

    Esa casa # 28-50 de la Calle 83 en la Limpia me trae hermosos recuerdos de toda la familia Camejo. Iba con frecuencia alli porque me encantaba visitar a mi amigo Manolo y sentir la paz y sencillez de la familia. Y cada personaje con su historia colmada de personalidades muy definidas. Camejo con su pipa, humo del fino y serenidad inquebrantable. Fema con su gentileza y amabilidad de dama impecable. Ofelia con su sencillez y vocacion de servicio. La nene con su hermosura de muneca y sonrisa simpatica. Chevi con su piel blanca y transparente que dejaba ver las venas azules de la inocencia y Gabriel con su gaceta hipica frente al televisor, histerico cuando el caballo perdia y orgulloso como si fuera el propietario del animal cuando «a veces» ganaba. Todas historias dignas de contar como la hace el autor. Y Manolo, pues merece un capitulo aparte, pero de los mas curiosos era cuando caminaba de noche dormido por las escaleras de la casa y yo lo seguia para ver a donde iba. Pero ni de vaina lo despertaba porque los sonambulos cuando se despiertan se vuelven locos. Y yo creo que alguien, que yo no fui, varias veces lo desperto mientras «sonambuleaba» por esas escaleras de la casa. Estopy seguro que alguien lo desperto porque a ese tipo, Manolo, de poeta y de loco, le quedo un poco.

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