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“En la calle 83, número 28 raya 50, quinta ‘San Francisco’ ”. Episodio 8: EL MUDO. Por Enmanuel Camejo Zavala

«Con una vieja carretilla metálica descolorida, cargada de palas, picos y barretones (sus cotidianos instrumentos de trabajo)…»

EL MUDO

Sin duda alguna la historia de Maracaibo está llena de personajes folkclóricos: El Doctor Caraña, Roñoquero y Mamblea, Patica e’ Piano, Carica, Tintojea, entre muchos otros.
Por supuesto la calle 83 también tenía un personaje particular que todo el barrio conocía por su gran capacidad de trabajo y por el escándalo que armaba por donde pasaba, ya que además era mudo. Y «Mudo» lo llamaban todos los que lo conocían, menos Gabriel que le decía «José Bardina» por lo enamorao y pretencioso.

«El Mudo» o «José Bardina» era todo un caso. Con una vieja carretilla metálica descolorida, cargada de palas, picos y barretones (sus cotidianos instrumentos de trabajo) aquel hombre de baja estatura, moreno, musculoso, de una gran cabeza, pelo al rape y unas inmensas orejas que solo le servían de desadorno (la naturaleza a veces se comporta con crueldad) aquel hombre andaba corriendo como un perdido por la calle 83 y sus adyacencias con un permanente y onomatopéyico grito:

«¡AH MAMA, AH MAMAMAMAMÁ!, ¡AH MAMA, AH MAMAMAMAMÁ!.»

Un día, al parecer pasado de «palos», estacionó la carretilla frente a la casa 28 raya 50, es decir nuestra casa, y se puso a tocar la reja golpeando el candado contra un tubo de la misma de forma intensa y desacompasada, generando tal volúmen de ruido que podía escucharse en la bodega del señor Teodoro.
Ante tal escándalo Adela se acercó hasta él y moviendo sus brazos en actitud de pregunta intentó decirle qué le pasaba, a lo que El Mudo, en señal de no entenderla ni ser entendido, empezó a golpearse la cabeza con la mano derecha, perdiendo el equilibrio y cayendo patas para arriba sobre la carretilla, mientras esta rodaba calle abajo hasta estrellarse con una pipa de basura.

Después de todo esto El Mudo se fue alejando de la casa y sus visitas se hicieron menos frecuentes, hasta que desapareció totalmente de nuestras vidas, así como se fueron también Aurelia y Columba, quedando presentes tan solo en las cortas líneas de estas crónicas.

Enmanuel Camejo Zavala

Un comentario

  • jhonnyroger vargas

    Felicitaciones por la excelente memoria y manera de narrar estos episodios de la cotidianidad en particular de tu infancia

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