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NOBLE ROBLE. Por Jose Luis Reyes Montiel

Noble Roble

Noble Roble

Tan efímero es el tiempo,
solo tenemos este segundo
que en su espacio pasó inadvertido,
pero fatal, no hay vuelta atrás
de las manecillas de los relojes,
tampoco de nada sirve recoger
las hojas de los Almanaques,
que al ritmo del viento van
desprendidas desde su sitio en la pared.
Más todo pasa, nada queda,
solo las memorias.

En la que alguna vez fue tu morada,
solo quedan entre sus paredes
las sombras, que, en esta fría noche,
circundan sus habitaciones,
en una solemne procesión de animas,
sobre la bruma reflejada
sobre sus enlosados, por la Luna
en plenilunio que me acompaña,
como tu aquella noche,
cuando sellamos con un largo beso
nuestro idilio apasionado,
ese recuerdo entrañable agita ahora
mi corazón, con la misma entrañable
emoción del ayer, ésta sola soledad
de esta noctámbula noche solitaria.

Es ésta la misma Luna
testigo silente de aquel primer beso,
bajo las vividas horas inmutables
que los años no han logrado borrar,
fue el nuestro un amor imposible,
sacrificado e incomprendido,
toda desazón, amores
de estudiantes, marcados en la tinta
seca de las páginas de
los que fueron nuestros libros,
tu nombre y el mío eternizados.

¿Recordarás el noble árbol?
Ahora más envejecido y abandonado,
aquel Roble adusto, regalándonos la brisa
capturada entre sus ramas y la hojarasca,
patriarcal y de serena sombra,
celestino confidente de nuestros besos,
sentados en la placita adyacente de la Facultad,
en las frescas horas de nuestra juventud.

Hoy, quedaron las memorias
acurrucadas entre los muros
de la estancia familiar, en tu casa,
la brisa susurrante se quedó perenne
sonando entre los ventanales,
mientras el resplandor de la Luna
en el cielo inmenso, abraza las estrellas,
mientras éstas lloran titilantes tu ausencia.

Estoy como antes, a la espera del Sol
en su aurora, presagiando su ocaso,
en la lánguida y larga espera de la noche,
compartiendo con la Luna llena,
ella resiste el paso agigantado de las nubes,
trasladándose de norte a sur en el cenit
oscuro y trémulo, quimérico y sobrecogedor.

En mi delirio, se me escapa tu mirada,
con la idea anticipada
de tu presencia, tan sencillo
como tu nombre, escrito en las primeras páginas
de mis cuadernos de apuntes, por eso,
Ni en mis sueños te olvido.
Ilusión de mi juventud florida.
Linda ánfora de mármol blanco, es tu cuerpo.
Donde ronda la Luna en cada instante.
Amada mía por siempre.

Jose Luis Reyes Montiel

CUANDO (Silencio). Gina y Agni

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