Letras

Por allí está el Licenciado (Relato de Migrantes en Serie: V “La Seducción”). Por Luis Enrique Homes

La Seducción

Andrea comenzó a abrir sus ojos y su corazón al licenciado. Cada vez que alguien hacía un comentario sobre él en el pueblo, se detenía a escuchar con disimulo. “El licenciado se retiró de las elecciones para alcalde porque él dice que eso es mucho trabajo y la gente le pide mucha plata. Si no se hubiera retirado y hubiera tenido paciencia, hubiera ganado. Además el cuenta con el apoyo de los sandinistas”, oyó decir al jefe de la oficina de correos en una oportunidad. “ Anoche estuvo el licenciado por la cantina y pagó la cuenta de todos. Estaba festejando que había ganado un caso de la corte. Se llevó una de las muchachas nuevas que comenzó a trabajar esta semana” le escuchó decir a un mesonero de “Las Quince Letras”. Y otros comentarios que describirían su fama de Don Juan “Si, él tiene varias mujeres y un chorretón de hijos”. Y algunas expresiones más que siempre daban fama de las aventuras y extravagancias diarias del personaje.

Que un hombre con una historia de dinero, fama y prestigio la estuviera regalando ropa intima fina y se le acercara con intenciones de agradar o conquistarla, le subia el animo de adolescente tierna y humilde.

“Te cuento Nicolasa que ese día el licenciado estaba manejando solo el carro grandote ese que tiene. No llevaba ninguno de sus guardaespaldas. Se me acercó en su carro cuando yo iba caminando sola rumbo a la casa y me dijo que me montara. Me regalo una rosa roja muy grande y él estaba oloroso, lleno de perfume y como recién bañado. Me dijo que si quería comer y sin esperar que le respondiera, ya estábamos detenidos en el garaje de una casa muy bonita en las afueras del pueblo. Me pidió que me bajara que necesitaba recoger unos papeles y me dejo en la sala por unos momentos. Cuando regreso, pues fue cuando pasó todo. Estábamos los dos solos en la casa y no estaba buscando ningunos papeles”.

La abrazó fuerte. Le pasó la mano suavemente por la cabeza y mientras Andrea en su diminuta estatura estatura apenas le alcanzaba el pecho del experimentado seductor, sus manos se metieron por debajo de la blusa del colegio con una suavidad y astucia que Andrea ni se daba cuenta. Después por las manos viajaron como pulpo debajo de la falda y al poco tiempo, pues estaban los dos en un sofá rojo sentados: ella sobre sus piernas y él pasándole los labios y el bigote por las orejas, sembrando como mariposas a lo largo de todo el cuerpo. AL estar completamente desnudos y Andrea en pleno descubrimiento de sus movimientos involuntarios, él entró en su cuerpo virginal con una firmeza y precisión, que ella sintió como si una pieza de rompecabezas forzara a la otra para quedar encajados hasta que la humedad recíproca los separara. No hubo violencia ni resistencia. Solo sumisión infantil y gozo de mujer recién estrenada. Posesión total.

El licenciado destapó una botella de whisky que a ella le llamó la atención por el color azul eléctrico de la etiqueta. Tomo un vaso corto lleno de hielo y lo llenó hasta la mitad. La miró con los ojos negros firmes y le dijo serás mia por siempre y ella sintió un escalofrío húmedo que no supo si era de miedo o por la desnudez de su cuerpo. Con naturalidad, él le ofreció una limonada, le dijo que se vistiera y la dejó a dos cuadras de su casa con la promesa de volverla a encontrar y llevarla a otro sitio. Antes de bajarse, le puso en la mochila un rollito de billetes que Andrea se sorprendió al contarlos.

Luis Enrique Homes

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