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Por allí está el Licenciado (Relato de Migrantes en Serie): “XIX- El Secuestro”. Por Luis Enrique Homes

Secuestro

XIX- El Secuestro


Jacinta fue secuestrada llegando a su casa. Apenas salió a la carretera que conduce a Río Blanco, tomó un taxi sin preguntar cuánto le costaría el viaje y al cabo de media hora, estaba intentando abrir la puerta de su casa, pero algo raro tenía la cerradura que la llave no entraba. Pronto se dio cuenta que la cerradura había sido cambiada. Ella caminó alrededor de la casa a ver si alguna de las ventanas había sido rota o forzada, pero todo estaba normal.
Cuando estaba intentando abrir la puerta con otras llaves, un Caprice Azul con vidrios oscuros se detuvo frente a su casa y se bajaron dos hombres con pasamontañas. La agarraron por los dos brazos. Ella intentó gritar, pero le colocaron un pasamontanas negro en su cabeza, se lo bajaron hasta el cuello, le taparon la boca y la montaron en el carro. Sintió el ruido de las dos puertas cerrándose y el carro arrancando a toda velocidad.
En el carro le dijeron que se quedara tranquila que no le iba a pasar nada si colaboraba con ellos. Que solo querían saber donde estaba Andrea con el niño, que fuera preparando su historia con detalles, pero que no podía decirla en el carro. Que debía esperar. Jacinta les decía que ella no sabía nada de Andrea, que ella se había ido de su casa sin decirle nada y habían perdido todo contacto. La obligaron a que se callara, pero Jacinta en su nerviosismo seguía hablando y pidiendo que la dejaran tranquila, que ella no sabía nada de su amiga ni del niño. Lloraba y daba patadas sin control al asiento delantero del carro. El hombre que tenía del lado derecho le agarró el pelo, se lo jalo con fuerza hacia atrás y le dijo:

  • Te callas o te mato maldita. Aquí no vas a decir nada, espera que llegues a tu destino y allí vas a hablar todo lo que te dé la gana hasta que demos con Andrea y Omarcito.


El carro se detuvo y bajaron a Andrea a la fuerza. Ella sintió que los hombres abrieron varias puertas y que pasaban por un pasillo estrecho. Había un olor a humedad y a caballos, a ganado. Pudo darse cuenta que estaba en el área de las fincas, posiblemente en sentido contrario a donde estaba escondida con Andrea. Los hombres abrieron una puerta final. Le dijeron que se quitara la blusa y el pantalón. Ella se negó con la cabeza.

  • Pues tiene la opción que te la quites tú o te la quitamos nosotros. Tu decides.


Andrea temblorosa se quitó la blusa y el pantalón y los tiró al piso. Solo quedó en su ropa interior. Los dos hombres tomaron a Andrea por los brazos y la sentaron en una silla. Le unieron cada pierna a una pata de la silla de madera y la rodearon de una cinta pegante gruesa. Le tomaron los dos brazos hacia atrás de la silla y le hicieron lo mismo.

  • Ahora que venga la patrona si vas a hablar y cantar donde está la Andrea y Omarcito. No te hagas la loca, si no quieres salir de acá bien cojida para toda la vida.


Jacinta sintió que los hombres salieron y cerraron la puerta y ella quedó sola en ese espacio húmedo impregnado de olor a caballos y en la más absoluta oscuridad. Aterrorizada de pensar que sería ultrajada y violada y con la duda de si revelar o no el paradero de Andrea, ante lo que le era inminente si no colaboraba.
Comenzó a imaginar que podría decir parcialmente la verdad. como por ejemplo que ella había estado con Andrea toda la tarde paseando por la plaza y la había acompañado hasta su casa y luego hasta casa de Rosa, pero que al día siguiente muy temprano Andrea se había marchado, sin que Rosa ni ella se hubieran dado cuenta ni para dónde ni con quien. ¿Le creerán esa versión? ¿Y si habían detenido o secuestrado a Rosa y Rosa había dado la versión correcta y fidedigna? ¿Y si habían conseguido a Andrea?. Esto no pareciera una buena opción, pues habría pasado muy poco tiempo. Su cabeza estaba llena de estos pensamientos cuando sintió que se abrió y cerró una puerta con violencia y una voz gruesa de mujer le dijo sin rodeos:

  • Ahora me vas a decir donde está la perra de Andrea y su hijito Omar.


Y sintió un ardor de quemada profunda en su vientre, como un cigarrillo encendido apagándose en la piel.

  • Ayyy por dios, yo no sé nada de Andrea, ella se fugó de casa de Rosa para huir del Licenciado

Dijo Jacinta entre llanto del dolor y aterrorizada por la inminente violacion.

  • Esta muchachita si es estupida. con lo bien que vive allí y el trato de reina que le da el licenciado Omar. Eso debe ser por las malas compañías como la tuya que solo hacen dar malos consejos, ¿verdad?.


Y otra vez un cigarrillo apagándose encendido, esta vez en el seno derecho.
La mujer abrió la puerta y antes de irse le dijo con rabia:

  • Te voy a dar otra oportunidad antes que los sádicos de acá te coman viva. ¡Tienes tiempo que no ven una mujer!. Es mejor que digas todo lo que sabes donde carajo esta Andrea y su hijo, es lo único que tienes que decir.


Jacinta bajo la cabeza y extenuada, quedó entre dormida y desmayada. Un silencio espeso se apoderó de la casa. Ya era de noche y alrededor solo se escuchaban confusos sonidos de animales e insectos nocturnos.

Luis Enrique Homes