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Por allí está el Licenciado (Relato de Migrantes en Serie): “XIX. La Maleta ”. Por Luis Enrique Homes

XIX. La Maleta

La Maleta


La perturbación comenzó a apoderarse de Andrea. La mañana siguiente se despertó ansiosa. La escena del licenciado en su oficina, ofreciéndole que tomara el dinero que quisiera y la reacción de él ante la pregunta de ella sobre la procedencia del dinero, la mantenían inquieta. Una cosa es que ella fuera beneficiaria del bienestar económico y la prosperidad de su pareja y otra cosa distinta es ver “en persona” esa prosperidad reflejada en tantos billetes colocados sobre la mesa, contarlos a escondidas y ocultarlos en una bóveda. Con alguien deseaba hablar de eso, pero si lo hacía, pondría en peligro al licenciado y a ella misma.
De cómo venia el dinero a una familia, pues Andrea tenía la referencia de su mamá: había sido maestra toda su vida, le pagaban un sueldo que debía estirar cada quince días y ahora disfrutaba de una jubilación temprana. Los ingresos extras se generaban de vender tortas, algunas comidas típicas y se cuidar algunos ancianos en el pueblo. Es decir, el dinero venía de un trabajo que todo el mundo conocía. El otro ejemplo que tenía de la procedencia legítima del dinero era su abuela Petra. Su dinero procedía de la sastrería. Y pues, la abuela vivía de lo que se hacía en la sastrería. Pues ella vivía de las tijeras, de las telas, de las faldas y de todo eso que se hacía allí. Y le pagaban los vecinos y los clientes.
Andrea estaba en ese pensamiento simple, colegial, hasta que de pronto le vino a la mente los comentarios de su mamá Rosa sobre que la abuela siempre compraba un mercado abundante cada vez que el licenciado a buscar la ropa. Y otro recuerdo reciente fue sobre el documento de venta de la casa de la abuela al licenciado, sobre el que nadie había hablado ni se sabía, pero que ella vio incidentalmente en la oficina y del que guardaba celosamente una fotografía en su teléfono celular. Hay algo de misterio y de sombrío en todo esto.
¿De qué trabaja realmente Omar? Parece que de muchas cosas. Acá abajo viene mucha gente y de seguro que hacen negocios. ¿Pero qué tipo de negocios? Cuando las personas compran o venden algo, hay una mercancía de intercambio. ¿Qué compra o vende Orlando?. Acá en Montaña Clara hay muchas fincas, ganado, cosechas de café, pero de nada de eso yo he escuchado.

Andrea estaba en esas reflexiones, cuando su mamá llegó a la casa con una vieja maleta de cuadros rojos y blancos, cubierta de polvo y con olor a las cosas almacenadas. Sin muchos rodeos, ella subió la maleta sobre el sofá de la sala, estornudó varias veces y la abrió. Estaba llena de billetes.

_ Esta maleta estaba en el container del patio de allí abajo, donde los trabajadores colocaron las cosas de mi mama. Tu sabes algo de esto?

Andrea quedó sorprendida al ver la maleta llena de billetes, con las mismas características de los que ella había contado: muchos billetes de dólar de todas las denominaciones, arrugados, como si hubiesen pasado por muchas manos.

_ Ayyy mama, te tengo que contar algo, dijo Andrea.

Y Andrea le comentó lo que había vivido los días anteriores en el conteo forzado de billetes, la bóveda que estaba abajo en la oficina y la misteriosa conversación con Omar. Era obvio que los billetes provenían de la misma fuente. Ambas comenzaron a conversar de la posible procedencia del dinero depositado en la maleta. Rosa dijo con ingenuidad y en voz baja:

_ ¿Será que mi mamá ayudaba al licenciado también a contar el dinero del licenciado?

_ O mama, puede ser de la venta de la casa que le hizo la abuela a Omar.

Y allí Rosa tuvo que hacer el relato del descubrimiento del documento venta y le mostró a Rosa en su celular, la fotografía del documento. A medida que iban pasando las imágenes de las páginas del documento, Rosa se extrañaba de su contenido y de inmediato le pareció una farsa.

_ ¡Mamá nunca hubiera vendido esta casa! Y esa firma no se parece a la de ella. Esta muy bien hecha esa firma y mi mama no tenia una letra tan perfecta como aparece en ese documento. Dios mio que hombre nos ha tocado.! Nosotras dos, que no teníamos que lidiar con hombres, ahora nos ha tocado este licenciado.

_ Mire mamá, vamos a pensar bien las cosas. No hagamos nada por ahora. Vamos a conversar con Jacinta a ver como desenredamos este paquete y como no corremos ningún peligro nosotras.

_ Si, ahorita estamos como encerradas

Alguien tocó la puerta.

_ Abranme que quiero ver el chamaco.

Era Julián el enano, para su visita vespertina con el niño.
Rosa cerró la maleta cargada de dinero y apresurada, salió por la puerta de la cocina.

Luis Enrique Homes

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