Por allí está el Licenciado (Relato de Migrantes en Serie): “XXXIV -EL PACTO”. Por Luis Enrique Homes
XXXIV -EL PACTO
La tarde libre de Julian se convirtió en una jornada de fraternidad familiar. Se sentaron en la mesa Rosa, Andrea, Jacinta, Julian y el niño.Todos se deleitaron del sabor de la sopa de gallina fresca, pero de manera muy especial el niño. Julian le estaba dando de comer en la boca. Julian tomaba la cuchara cargada de líquido en lo alto, le daba varias vueltas en el aire, hacia el ruido como de un avión y el niño abría la boca inmensamente grande para recibir la cucharada cargada de la deliciosa sopa. Así fue como el niño se tomó dos platos grandes de sopa. Cuando terminó, se acercó al mueble de la sala, se acostó sobre los cojines y se quedó profundamente dormido.
Este momento lo aprovechó Rosa para interrogar a Julian.
- Muchas cosas raras pasan en esta casa y en este pueblo con su patrón, Julian.
Julian se quitó la gorra y comenzó a rascarse la cabeza. Rosa fue directamente al grano de su preocupación y de sus ansiedades:
- Allí está mi niña contando dinero todo el día colocándolo en una caja fuerte y desapareciendo por otro lado. A mi me preocupa Julian que esta casa se la pasa llena de gente acá abajo sin saber que hacen. Todo el mundo con un respeto tan grande y casi reverencia a ese su jefe el licenciado. Yo diría más que respeto, temor…. y ese carácter tan feo y agresivo que tiene ese hombre! Pero que tiene la habilidad de engañar a todo el mundo.
Rosa caminaba alrededor de la mesa limpiando con un paño húmedo los desperdicios de la comida. Pero hablaba firme y preciso. En un momento se detuvo frente a Julian y le miro a la cara con un tono inquisidor:
- Dígame qué es lo que hace su patrón Julian. Usted debe saber, porque usted anda todo el dia para arriba y para abajo con el.
Julian se movió en la silla, se apretó las manos, se cruzó los brazos, se sacó un pañuelo y se frotó la cara que comenzaba a sudar por el calor de la sopa. Hubo un largo momento de silencio, hasta que dijo:
- Yo la verdad solo sé que él tiene muchos negocios por lo que oigo. Compra y vende ganado, tiene allí el negocio de las putas, el restaurant, las fincas de café, los camiones, pero lo que hace de verdad, yo no se nada mas.
- Pues pero si sabe bastante Julian – intervino Rosa. Díganos más, que ya usted es una persona de confianza para nosotras, por el cariño que le tiene a Jesús, se lo pido por favor.
- Mire, el problema es que yo solo voy delante de él, como si yo fuera un perrito que le abre el camino. Pero yo no dentro a los sitios a donde vamos. Yo siempre me quedo ajuera, mientras que Antonio es el que dentra junto al patrón.
- Y porque cree que no lo dejan entrar, por desconfianza ? – Preguntó Rosa –
- Ujjjmmmm, pa saber Dona Rosa ! Yo creo que a mi patrón le da como pena que me vea la gente, no se. Como yo soy enano y pues siempre me anda regañando y mal poniéndome delante de la gente. – dijo Antonio quebrandosele la voz.
- Pero usted ha sido muy fiel con el, ?cuanto tiempo tiene usted trabajando con el?.
- Ni me acuerdo, lo único que yo he hecho es trabajar con él, porque mi mamá desapareció cuando yo era muy chiquito. Yo me crié solo desde los cuatro años en casa de las vecinas de mi casa; Yo no tenía familia de ninguna parte. Por eso es que dicen por allí que yo soy hijo de él y que él me recogió o se encargó de mí porque mi mamá desapareció. Pues y desde que terminé mi sexto grado, estoy con él pa arriba y para abajo.
Julian hablaba y no miraba a la cara de sus interlocutoras. Miraba hacia el techo y movía la cabeza hacia varios puntos, como tratando de hilvanar retazos de historia que se pierden o esfuman en el horizonte. Cuando Andrea escuchó la escalofriante revelación: “Por eso es que dicen por allí que yo soy hijo de él” vio con claridad la empatía que tenía el enano por Jesus. ¡Era una empatía de hermanos, aun sin saberlo! ¿Jesus y Julian serían hermanos de padre? ¿Hijos comunes de Omar?
Andrea comenzó a fijarse en el rostro de Julian y pues si, tenían algo de parecido, pero de manera especial, por esas orejas tan pequeñas que tenía Julian y que también caracterizaban a Omar. Andrea pensó de pronto en la forma de caminar al licenciado. Esa forma de las piernas abiertas como en una U invertida que licenciado también la tenía, pero en menor escala o tal vez no se notaba tanto su tamaño grande. La teoría de que fueran padre e hijos no lucían descabellada.
- Y porque no usted ha buscado otro trabajo? – Preguntó Rosa
- Ufff Dona Rosa, es imposible zafarse del patrón una vez que usted está con él ! (sentenció Julian y Andrea sintió un escalofrío en todo el cuerpo) Y continuó: “ es como si uno estuviera encadenado.
- Ayyy Julian, no me diga eso por Dios. – intervino Andrea
- Pues, mire niña, es la verdad. Es lo que yo he vivido. Y por eso me da mucho pensar con usted y lo que ha pasado con mi patrón por los malos tratos. Y lo que pasó recientemente con su amiga Jacinta, la pobre.
- Pues dígame qué fue lo que le pasó a Jacinta. Nosotros sabemos que usted sabe algo que no ha dicho – Se le acercó Rosa y se sentó en la silla al lado de Julian.
- Mire no me meta en problemas. mejor dejemoslo hasta acá porque vamos a terminar mal todos si el patrón se entera de esta conversación. – y se levantó de la mesa con ganas de retirarse apresuradamente.
- No por favor no se vaya Julian, usted es nuestro único amigo acá – le rogó Rosa – Todos estamos acá como en una misma jaula así que solo queda apoyarnos y estar juntos.
Y luego de un silencio, Julian se atrevió a decir con aires de sabiduría nunca revelados:
- Pues muy bien dicho de que todo estamos en una misma jaula.
Julian se movía de un sitio a otro de la casa, como buscando algo . Se volvió a sentar en la mesa y tomó un cuchillo afilado. Con la punta del cuchillo se hizo una incisión pequeña en el dedo gordo de su mano izquierda hasta que le salieron gotas de sangre. Se acercó a Andrea, le tomó la mano, se la abrió y le tomó el mismo dedo de su mano izquierda y le puso una gota de sangre. Lo mismo hizo con Rosa. Ellas no sabían lo que estaba pasando ni el porqué de esa extraña reacción de Julian.
- Yo les juro que de mi boca no saldrá nada de lo que hemos hablado Y cuando quieran salir de la jaula, me avisan para irme con ustedes.
Julian se metió el dedo herido en la boca como chupandose la sangre y salio evitando todo comentario de sus nuevas aliadas.
Andrea quedó sentada y paralizada en la mesa, sin sentir nada, sin pensar nada. Rosa se dio cuenta que le estaba regresando el mal de la estatua y la dejó tranquila con su petrificación. Se sentó ella también por un largo momento en la mesa y dejó que el silencio de la tarde colmara todo el ambiente, hasta que fuera un nuevo día.
Luis Enrique Homes
2 Comentarios
Tiburcio José Rivas Ordoñez
Este cuento se me está pareciendo al de un señor mala gente, que vivía en Los Puertos de Altagracia que tenía una mafia de cobravacunas, se había casado con una muchachita jovitera de 15 años, hija del compadre Ubardo. Pero es que dada ves que leo este cuento del licenciado de acuerdo de él.
Saludos Homes
Claudia Lopez
Cualquier parecido con la realidad, es pura coincidencia