Letras

Por allí está el Licenciado (Relato de Migrantes en Serie): “XXXVI – La última agresión”. Por Luis Enrique Homes

La última agresión

XXXVI – La última agresión

Durante varias semanas Andrea y Rosa no supieron nada de Jacinta, así que decidieron visitar la casa en busca de alguna pista sobre el destino de su amiga, sobre su decisión, sobre las condiciones en que había dejado la casa, etc. Al llegar a la casa, se dieron cuenta de que estaba completamente arreglada como le gustaba tenerla a Jacinta, una maniática de la limpieza. Como no había nada exterior que les diera una pista, Rosa comenzó a abrir las gavetas de la peinadora por curiosidad y en busca de alguna pista en concreto.
Rosa encontró unos mensajes, algunos manuscritos y otros impresos en computadora. “No se acerque a su amiga Andrea” “ El trabajo se hace sin averiguar mucho” “Si quiere seguir sana y salva, no haga ninguna denuncia en la policía” “Jacinta, usted se salvó una vez, no habrá segunda oportunidad” y algunas de contenido similar. Rosa quiso ocultarlos en su bolso, pero Andrea se dio cuenta y le preguntó qué estaba ocultando. Allí no tuvo otra alternativa que mostrarle los mensajes y ambas se dieron cuenta de la magnitud de las amenazas que obligaron a Jacinta a huir de Río Blanco..
Las mujeres estaban confundidas. Sintieron miedo de permanecer en la casa de Andrea. Rosa, en un arranque explosivo de indignación dijo sin contenerse que en esta huida de Jacinta estaba metida la mano de Omar, a lo que Andrea asintió con vergüenza.

• Ya no puedes tolerar esto hija, porque la próxima perseguida vas a ser tú.

• Así es mami. Tengo que enfrentar a Omar, pero no lo quiero hacer sola.


Al caer la tarde Omar estaba en su oficina. Rosa y Andrea se presentaron allí sin previo anuncio y sin tocar la puerta entraron. El escritorio estaba lleno de mucho dinero, papeles, maletines abiertos y todo se veía un completo desastre. El hombre se sorprendió al verlas allí juntas con una actitud desafiante.


• Nadie entra a mi oficina sin tocar la puerta. ! ¡Qué mal educadas están ustedes hoy ! – dijo el licenciado levantándose de la silla.


• Disculpe licenciado, queremos saber qué le pasó a Jacinta. – dijo Rosa sin perder tiempo.


• ¿Por qué? Y que voy a saber yo? Yo tengo muchas cosas de que ocuparme para estar pendiente de la metida esa. – Respondió Omar


• No le digas así a Jacinta que es mi amiga – recriminó Andrea con firmeza.


• Pues una amiga que está metida acá en la casa sin dejar que cada quien lleve su vida. Ella es una metida en la vida de los demás. A lo mejor anda con un marido o novio que tiene por allí y pues ella también tiene derecho.


• Rosa está desaparecida desde hace días y se me hace que es por algo relacionado con sus negocios sucios – sentenció Rosa de manera firme


• Como se le atreve a decir, Dona Rosa de mis negocios sucios. No sea tan mal agradecida que de mis negocios muy bien habidos viven ustedes como unas reinas.


• Pues sí, y lo vuelvo a decir. Usted tiene muchos negocios sucios. Y aquí tiene a mi hija que la tiene esclavizada contando dinero dia y noche y Jacinta hacía lo mismo para otra gente que de seguro tiene que ver con usted. ¿Qué es lo que Usted hace y que en este pueblo nadie se atreve a hablar? – levantó la voz Rosa.


El licenciado estaba perplejo por la forma en que estaba escuchando hablar a Rosa, siempre tan serena y de bajo perfil. No se esperaba que fuera una ocasión para sacar a la luz viejas preguntas sin respuestas


• Y qué es lo que ha venido haciendo, por ejemplo con esta que es la casa de mi señora madre y que después de su muerte, pues es mía. Pero usted tiene un documento que estoy seguro es falso y donde usted y que le compró a ella, por un precio de un par de vacas.


El licenciado le hablo a Rosa con tono amenazante:


• Mire vieja metiche, usted se me calla la jeta y no vuelve a hablarme así, falta de respeto.


El licenciado se acercó a Rosa con intención de agredirla. Los ojos los tenía inundado de un espeso líquido rojo, mezclado con rabia y furia. El licenciado se quitó el sombrero, buscó algo en una gaveta del escritorio y no lo encontró. Las dos mujeres pensaron que el estaba buscando un arma, porque estaba completamente desequilibrado. Frustrado por no encontrar nada, Omar se acercó más a Rosa y levantó el brazo con fuerza por todo lo alto para agredirla. En ese momento Andrea se interpuso y recibió una fuerte bofetada que la tiró al piso, con la boca llena de sangre. Rosa se acercó a Andrea para auxiliarla y se arrodilló al piso. Cuando estaba inclinada hacia ella, el licenciado le dio dos patadas por la espalda y salió apresurado de la oficina. Antes de cerrar la puerta con fuerza, solo alcanzó a decirles:


• Hijas de puta mal agradecidas.


Afuera en la calle se escuchó el encendido y el arrancar violento de la camioneta del licenciado junto a cinco tiros en el aire. Una de las balas llegó a la ventana de la oficina del licenciado y reventó violentamente el cristal. Madre e hija que estaban tiradas en el piso llenas de miedo, quedaron salpicadas de pedazos de cristal de las ventanas.
Andrea como pudo, logró levantarse primero y dijo en medio de lágrimas:


• Madre, esto se acabó. Ya no podemos más. La próxima vez, no lo vamos a contar porque estaremos muertas. Como sea, nos vamos de Río Blanco.

Un comentario

Dejar una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *