RECUERDOS. Por Marcelo Jesús Moreno Mendoza
Recuerdos
Los días han pasado, y aún sigue en mi memoria cada momento de ese día, el más cercano, tenía la sensación de que pasaría tarde o temprano, pero siempre esperaba que fuera lo más tarde posible, igual, no dejé de prepararme para ese momento… bueno, esos momentos, tal vez haya sido una mala casualidad, si es que existen, o una maldición que cayó sobre este particular mes.
No le solía dar nada de importancia, hasta que sucedió eso, aún me siento un poco culpable, sabía que debí haber hecho algo más, pero mi orgullo no me lo permitió en ningún momento. Bueno, lo primero se remonta unos cuantos meses atrás, la última vez que lo ví, estaba totalmente demacrado, al verlo por primera vez, todo dentro de mí quiso llorar, pero debí hacerme el fuerte, no quería que se debilitara aún más. Una de esas noches, tuve una conversación un poco profunda con él, y a pesar de que se disculpó por todos sus errores, no era capaz de perdonarlo, incluso lo vi llorar, y eso me hizo sentir aún peor, desde esa ocasión no volví a verlo… nunca más, recuerdo especialmente que me dijo lo mucho que me quería y me amaba; pero igual no podía sacar todo ese rencor que sentía dentro de mí, eso llegaría meses después. Al confesarme con un sacerdote, le conté todo lo que sentía en mi corazón, y esa noche, me fui a dormir, pero, de la nada, me desperté a media noche, y quise ver mi celular, estaba un mensaje de un hijo de él, me decía que había muerto, sentí un montón de emociones dentro de mí, murió justo cuando pude perdonar de corazón todo el rencor que alguna vez le tuve, y me arrepentí bastante, porque no pude aprovechar de decirle cuánto lo quería.
De eso ya han pasado varias años, pero me sigue afectando como la primera vez, cada vez que recuerdo todo lo que sucedió.
El segundo, el más reciente, sucedió este mismo año, la conozco desde siempre, crecí como persona, guiado de la mano de ella, fue como la maestra personal que me otorgó la vida, y tengo una deuda eterna con la vida, por esa razón, el recordar ese día, se vuelve cada vez más difícil, por cada detalle tan vívido que aún siento. Desde esa noticia, sabía el desenlace de toda esta historia, aunque buscamos ayudarla lo más posible, sencillamente retardamos lo inevitable. Yo quise mostrarme tranquilo, como si nada pasara, porque sabía que si hablaba con ella, todo iría de mal en peor, no sabría cómo controlarme, y arruinaría las cosas, por eso me mantuve un poco alejado, pero la ayudaría en todo lo demás que me pudiese.
Especialmente esa mañana, donde las últimas palabras que escuché de ella, fue un «gracias, mi niño». Me había ido a trabajar, como de costumbre, hasta que en medio día de trabajo, revisé una nota de voz de su hija, al escucharla, ya lo entendí absolutamente todo, 10 minutos después de eso, mi padrino confirmó lo que me venía sospechando.
Quedé en un shock tal, que simplemente no fui capaz de mostrar ningún tipo de emoción, estaba como en automático, y quien me viera, pensaría que era una persona sin corazón, aunque simplemente no terminaba de asimilar lo que ocurría.
Los días posteriores fueron un poco difíciles, el acostumbrarse a no escucharle, el pensar que ambos partieron el mismo mes, que ambos marcaron mi vida, y que partieron cuando estaba en paz con ellos. A pesar de todo el dolor que sentí, en ningún momento quise enfocarme en lo que yo sentía, quería estar pendiente de lo que necesitaran sus familiares, ayudarlos en lo que pudiera, no quería repetir el mismo error que cometí con él.
Después de unas semanas, soñé con ella, con la maestra que me dio esta vida, y me alegro bastante el volverla ver sonreír, aunque su visita solo haya sido en mis sueños.
Marcelo Jesús Moreno Mendoza
Un comentario
Sebastian Grau
Buen relato