Opinión

«DESTRUYE CUERPOS Y COSAS, PERO NO RESUCITA NI DA VIDA». Por Delfos

Nuevo Orden Mundial

El mundo entero está hecho un asco y no es solo cuestión de ideologías. Un exacerbado egoismo se impone por encima del derecho colectivo. Un terrible privilegio de los poderosos solapa la verdad que se modela a discreción del millonario, del jefe de gobierno, del lider religioso, del tecnócrata, del militar de alto rango, del jefe de policía, del alcalde de municipio, del concejal, del lider de calle, del que tenga una arma en las manos, sea esta tan solo una piedra o un palo.

Tiempos difíciles vivimos. Donde cada hombre está matando a Dios a su manera. Donde el deicidio se volvió tácita norma para escalar posición en este brutal juego de tronos, que tal vez termine en la destrucción misma del «trono».

El respeto al ambiente, al prójimo y así mismo, se quedaron en la frase de cortesía y en los protocolos diplomáticos, pero ya no es cuestión de ética, de sensibilidad, de amor.
Miríadas de pequeños demonios han tomado el corazón del hombre común y común se han hecho el robo, el timo, el asesinato, el suicidio. Muchos veedores de caminos y «piloneros de oficio» afirman que «el tiempo de Dios es perfecto», pero pareciera frase vacua. La humanidad anhela salirse de la gravedad de Dios, de su órbita, de su dimensión. El tiempo de Hombre ya no pareciera ser tiempo de Dios.

Y mientras escribo me entero que pronto será, nuevamente, el día de la Tierra, del respeto al planeta, pero no deja de ser otro efemérides para comercializar, para hacer discursos. La anti-ecología también es el sello de la insana costumbre de nuestro tiempo. Se instauró en la comodidad de nuestras casas, en los pabellones de hospital, en las carreteras, en las redes de comidas rápidas y centros comerciales, en cualquier cosa que pisamos, olemos, comemos y oímos.

Un viejo sacerdote de parroquia decía en voz baja, no sé si por temor o prudencia:
«Hijos míos, el diablo se volvió policía, médico y chofer, ovnis y aparecidos; controla laboratorios, cuarteles, carreteras, nuestras mentes y nuestros miedos. Su poder y control suma países y continentes. Se rodea de alta tecnología y poderosísimos sistemas de comunicación. Sus discípulos y prosélitos se han multiplicado por millones… ¿pero saben una cosa, mis queridos hijos?: el Diablo y sus seguidores perdieron su alma y nunca la volverán a encontrar en ese poder que acumulan. Ese poder es fuego fatuo. Destruye cuerpos y cosas, pero no resucita ni da vida

Delfos

CAMBALACHE. Autor Enrique Sánchez Discepolo. Interpretan «Polaco» Goyeneche y Astor Piazzola

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