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¡Serie Amores de Refugio: “Esa Boquita tan Linda… Yo la Beso”. Capítulo IX: “¡Ya soy un Hombre, carajo!». Por Luis Homes Jiménez

. «Y soy un hombre para buscar la felicidad con mi Isabel y esa su boquita tan linda que tanto quiero besar»

¡Ya soy un Hombre, carajo!

El día que salí del refugio “Casa Mar”, salí porque era ya un hombre que ese día cumplía mis 18 años. Bueno, no salí, me sacaron. A las seis de la mañana mientras me preparaba para mi juego de futbol, me despertó un míster de seguridad y me dijo, quítate el uniforme que te vas, no puedes jugar. Y me recordó que era mi cumpleaños, sin felicitarme ni nada. “Es que te tienes que ir y en un momento pasan por ti”.


En ese momento pensé en Isabel. Sali de mi cuarto como un pajarito en la mañana, viendo a todos lados a ver si la veía y al menos tirarle un beso en el aire, pero nada. Los pasillos estaban oscuros y cuando casi me quería devolver, un oficial de inmigración me agarro por el brazo y me preguntó que si yo era Carmelo. Yo le dije que no y me dijo no te hagas el pendejo porque tu hueles a caramelo y ya conozco tu historia. Me monto en una vans y me llevo hasta el centro de Detención que queda a casi una hora del refugio.
Fue un tiempo más que suficiente para llorar en el camino. Me aguanté hasta donde pude. Pero a medida que iba viendo el paisaje por la ventana y atravesábamos granjas, sembradíos, ríos, canales, me iba a acordando de mi Honduras, de mi familia y de la finca de café de mi papa, esa que hipotecó para financiar mi viaje. No sabía si la había perdido porque se suponía que yo, a estas alturas de mi viaje, ya estaría trabajando acá en Estados Unidos y enviando dinero a mi familia. Pero las cosas salieron como menos lo esperaba.


Y yo ahora en lugar de ser un adulto libre, ahora soy un adulto preso. Solamente por venirme a los Estados Unidos huyendo de las maras y de la vida de peligro. Cuando me di cuenta estaba llorando. Las lagrimas mojaban la franela azul del uniforme de futbol que no me dio tiempo quitarme, y con las manos, como pude, me secaba los ojos. El chofer de la van me miro por el espejo y me dijo los machos no lloran, maricón.
Yo le iba a responder más maricón serás tú. Pero pensé que no quería meterme en mas problemas. También pensé que ese pobre hombre, encargado de llevar a hombres inocentes a los centros de detención, no tenía ni idea de lo que jóvenes como yo, pasamos en nuestros países para huir de la delincuencia y las drogas, porque ellos viven en otro mundo.


Además de mi familia, me dio nostalgia y pesar por Isabel. Por las circunstancias en que quedo y lo que podría pasar con ella en medio de su tristeza y dolor. Cuando pensaba en ella, pensaba por supuesto en esa boquita tan linda que quería besar. ¡Perdón, que quiero besar! Y no voy a renunciar a ese mi sueño. Si yo soy un hombre y si el calendario me dice que hoy tengo dieciocho años, pues soy un hombre no para estar preso ni para dejar que mi padre y mi familia pierda su finca de café.


Yo soy un hombre hecho y derecho para buscar mi libertad, para cumplir mis sueños de ser un hombre libre en un país libre. Soy un hombre para ayudar a mi familia humillada en mi país. sacudido por la violencia y la pobreza. Y soy un hombre para buscar la felicidad con mi Isabel y esa su boquita tan linda que tanto quiero besar.

Luis Homes Jiménez

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