Microrelatos

Aquel «Aparato». Por Enmanuel

«extraño aparato»

Aquel «Aparato»

Contó Giovanny que era largo, flaco, que parecía un perro de patas muy largas y hocico puntiagudo, que caminaba con la cabeza inclinada al suelo, que tenía una envergadura, desde la punta de la cola al extremo de la nariz, de más de 4 metros. Que jadeaba, que respiraba profundo, que movía la cabeza de un lado a otro como perdido o buscando algo, que solo lo vieron pasar de noche (dos o tres veces, a lo sumo). Que nunca se metió con nadie, pero que los otros animales huían despavoridos al verlo de cerca o apenas presentirlo. Que nunca atacó a nadie, pero que solo su tránsito y presencia, erizaba los pelos, convocaba imaginarios monstruos, anticipaba profecías.

Corrían los días de agosto, serenos y calurosos. Los cerros del carbón y la «horqueta de pecaya» oteaban callados al horizonte. Un calor sempiterno, se hacía uno con el viento, seco y desesperante. Todo se impregnaba de un polvo amarillo y terroso, que se desprendía del suelo a cada bocanada de brisa.
Agosto se regodeaba en el calendario.

Dicen que fue Carmen quien lo vió por primera vez, que no alcanzó a detallarlo sino que sintió su seseo y el silencio absoluto que sembraba al desplazarce, que se metió corriendo a la casa y cerró las puertas y ventanas, que las cabras se hacían ovillo en el corral y apenas si se movían, que «Amarillo» y «Pedro Daniel» ( los dos perros de la casa) desaparecieron monte adentro, que una curiosa luz resplandeció en fogonazo y desapareció elevándose vertiginosa hacia el cielo.

Lo cierto fue que aquel «extraño aparato» (a decir de Teotiste) desandó tres noches alrededor de la casa y desapareció como llegó, sin aspavientos ni protocolos, sin daños ni consecuencias, dejando solo el misterio a su paso y el cuento que hoy les cuento.

Enmanuel

PUEBLOS TRISTES. Otilo Galindez

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