Bragi, la sempiterna poesía. Por Enmanuel
La giganta Gunlod cerró los ojos, mientras el semen caliente y mágico de Odín recorría sus entrañas. Una nube, pálida como una virgen salida de Asgard, cruzó presurosa el Bifrost y junto a ella el espíritu de Bragi, quien decidió, dormir y crecer, en el vientre de Gunlod (Asi empezó esta historia).
Fué entonces, como el Dios de la barba oblicua, llenó al mundo de poesía. Cada recién llegado a Asgard (desde entonces) recibe de la mano poética de Bragi, una copa de vino hecha poesía.
Idun, mientras tanto, guarda las mas rojas manzanas, para que su esposo (Bragi) las coma, y así nunca envejecer en el calor de su vientre.
Enmanuel