Opinión

¿A dónde fuimos a parar?. Por Kilina

Azalan y Yaldabaoth

¿A dónde fuimos a parar?

Los cimientos de nuestra sociedad se fracturan. Las instituciones que debían ser claustros de ética y virtudes, desaparecen ante la infinita voracidad de burócratas de turno. Y soy benigno al decir «de turno», porque, sea dicha la verdad, la alternabilidad constitucional desapareció del derecho positivo hace mas de 20 años.

Hoy una tristeza profunda invade a la Venezuela buena, no a la maniqueamente «buena», sino a la de la ética profunda, a la de institucionalidad sólida, a la temerosa de Dios.

Y cuando escribo de «temerle a Dios» no digo esconderse por miedo al castigo indebido, sino mantener con respeto la expectativa por lo desconocido.

Me duele en los tuétanos el desmembramiento (en todos los sentidos) de un país que tuvo por muchos años un futuro promisor. Me desconcierta que en escasos 20 años una particular peste de resentidos y anómicos tomó el control del timón para llevar al garete lo que fuera un país promisor.

Huestes de jóvenes retoños migraron hacia nuevos derroteros de reglas claras, donde el trabajo arduo no era escollo sino motivación, pero a costo de dividir amores (telúricos y humanos), a riesgo de un apartheid chauvinista o simplemente de un bullyng social. Pero ese costo era preferible ante la ignominia de un grupo de advenedizos plutocráticos y de moral dudosa que ponían en riesgo la consecusión de sus sueños.

Aún queda tiempo (tanto como tarden las leyes del ecosistema en obrar). Y pese a tanto oscurantismo, miseria aduladora y mediocridad intelectual, la historia siempre concluye en la victoria bíblica del Bien sobre el Mal.

¡Shalom uv’racha B’Mashiach Yeshua!

Kilina

LA VIDA ES MAS COMPLEJA DE LO QUE PARECE. Jorge Drexler

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