Opinión

¡Alrededor de la perfección hay de todo, excepto ella misma!. Por Miguel Alberto Zurita Sánchez

Rara vez, en este tipo de post, doy inicio con una pregunta y mucho menos con más, sin embargo hoy lo estoy haciendo, con el objeto de llamar tu atención y despertar tu interés, por el tema desde el principio, por supuesto que sin intentar, en lo más mínimo, violentar tu libertad, de leerlo o no, por otra parte intento originar interactividad entre nos.
Voy a hacerte una serie de preguntas, las cuales espero que, por favor, leas detenidamente y, de manera sincera, contigo mismo, les des respuestas.
A continuación las cuestiones:-
¿Hay en tu vida lugar para errores?
¿Se deben hacer las cosas SIEMPRE a tu manera?
¿Eres de los que creen que la vida es de extremos, TODO o NADA, medias no están dentro de tu creencia?
¿Para ti, sólo importan los resultados?
¿Eres capaz de golpearte y hasta hacerte daño, si algo te resulta contrario a como lo esperabas, sintiéndote mal por mucho tiempo?
¿Te deprimes, si no consigues los objetivos trazados?
¿Tienes normas y reglas en tu vida, tan estrictas, que te paralizan llegando a no hacer nada por lograr tus objetivos?
¿Alguna vez, para ti, el éxito es suficiente?
¿Retrasas o postergas tus actividades, intencionalmente, para cuando “sea el momento adecuado” o para cuando “estés preparado?
¿Te obsesiona tanto no cometer errores, que los ves donde más nadie los ve?
¿El tiempo y el esfuerzo, no importan para ti, inclusive sacrificar horas de sueño y ocio, con el único fin de lograr los resultados que quieres?
En realidad, este grupo de preguntas no son un test, sin embargo, al ser respondidas con sinceridad y seriedad, te sirven de mucho para que logres saber, si eres uno más de la familia de los perfeccionistas.
Una vez que hayas respondido estas preguntas y sacado tu conclusión, te pudiera interesar todo lo que sigue y, si no te interesa igualmente, puede servir para que lo recomiendes a quien tú creas que le puede ayudar.
¿Por qué y para qué?
Son preguntas que, de forma natural, pueden surgir antes, mientras o después de haber leído y respondido las anteriores, para eso te deje las respuestas anticipadamente.
Porque obtendrás información acerca de lo que es el perfeccionismo.
Para que sepas, que tan negativo es y cómo cambiar.

Qué es perfeccionismo


Según el D.R.A.E: Actitud de la persona que tiende a buscar la perfección en lo que hace, mejorándolo indefinidamente sin, nunca, decidirse a considerarlo acabado.
En psicología, el perfeccionismo consiste en la creencia de que se puede y se debe alcanzar la perfección. En su modalidad patológica es convicción de que cualquier cosa por debajo de un ideal de perfección es inaceptable.
Como la mayor parte de los rasgos de personalidad, el perfeccionismo es de carácter familiar. Probablemente tiene un componente genético. Los padres que combinan carácter autoritario con amor condicional pueden contribuir al perfeccionismo en sus hijos.
El perfeccionismo puede ser un legado evolutivo. Los homínidos que estaban motivados para una creciente y prolongada mejora, creaban mejores herramientas, lo que les proporcionaba ventajas para la supervivencia.

Perfeccionista

El perfeccionismo es un factor de riesgo propiciante de desorden obsesivo-compulsivo y depresión.
Los perfeccionistas pueden tender a sufrir ansiedad y baja autoestima.
Opinión de algunos psicólogos.
Afirma el Psic Jaime Burque, “El perfeccionismo es una de las mayores fuentes de malestar en las personas, podríamos decir incluso que casi el 100% de los pacientes que acuden a terapia tiene algún problema relacionado con esta actitud. Como psicólogo he visto que el perfeccionismo está presente en casi todos los problemas de ansiedad, en dependencias afectivas, problemas de pareja, inseguridades personales, depresiones, angustias laborales, bloqueos vitales…La lista de problemas creados por esta actitud es interminable”.
El perfeccionismo está muy relacionado con una falta de confianza y seguridad. Por lo que, en extremo, suele dar lugar a comportamientos demasiados rígidos o controladores. «Sienten una gran presión que les produce mucho sufrimiento: nunca están conformes con el resultado de sus acciones y rechazan cualquier error o imperfección, relacionándolo con una falta de valía personal», afirma Josefa Pérez, presidenta de la Asociación Nacional de Psicólogos clínicos y sanitarios (ANPCS) – España.
El verdadero problema del perfeccionismo es realmente: «Tanto aciertos como fallos, no siempre son valorados desde la objetividad, sino desde el fracaso personal», confirma Mª Luisa Regedera, psicopedagoga y directora de ISEP Clinic Mallorca.
«Una persona perfeccionista es aquella que en todo momento está sufriendo y fomenta su inseguridad, ya que quiere llegar a una perfección tal que, o cree que la consigue o no dará por terminada la acción que realiza. Lo normal es que pierda tanto tiempo en realizar acciones cotidianas que tenga que descuidar su vida personal», explica Fernando Miralles, profesor de Psicología de la Universidad CEU San Pablo – Brasil.
Como vez, éstas son opiniones de profesionales de la salud mental, los que afirman, de forma contundente, que el perfeccionismo es dañino y si bien no es una enfermedad, como tal, si es capaz de ser factor determinante, en el origen de estas.

Hermann Hesse

Ahora bien, no todo son malas noticias, porque el perfeccionismo es completamente modificable o, mejor, transformable.
¿De qué manera es transformable el perfeccionismo?
Nosotros nos hemos acostumbrado a darle o buscarle el sentido semántico a casi todas las expresiones que usamos, un ejemplo caro de esto, es cuando hablamos de sinónimos y antónimos de las palabras, entonces desde esta perspectiva y óptica el antónimo de perfeccionismo es imperfeccionismo

Imperfeccionismo


Basado en las Investigaciones de Ronald y Patricia Potter-Efron, los individuos avergonzados frecuentemente tienen rasgos perfeccionistas aunque, muy en el fondo, son imperfeccionistas. Por ejemplo; antes de que lleguen visitas, la casa debe estar inmaculada, nunca terminan un proyecto porque tienen varias fallas: tratando de hacer un trabajo perfecto, se quedan en la escuela o en el trabajo mucho después de que todos los demás se han ido, etc.
Tal parece que es obligatorio, que se sientan muy orgullosos de sus logros.
Uno de los pilares fundamentales del imperfeccionismo es la vergüenza excesiva, desafortunadamente, las personas con tal grado de vergüenza, no esperan llegar a ser competentes porque no creen ser lo suficientemente buenas para hacer las cosas bien. Es el temor al fracaso lo que las conduce a conductas implacables. Por ejemplo, un hombre que ha pasado cientos de horas construyendo una hermosa cómoda, la mantiene en el sótano porque ha notado una pequeña imperfección y no puede aceptar el error humano. Ese único defecto lo hace pensar, que todo el proyecto es una causa perdida, sin importar el tiempo y la dedicación que le brindó, y que el creador de un producto defectuoso también debe estar mal.
Las personas dominadas por la vergüenza son realmente «imperfeccionistas» porque siempre están conscientes de sus defectos. Piensan que incluso los errores más triviales demuestran su incompetencia, y por lo tanto, evitan las actividades en las que se pueden cometer errores, o tratan de esconderlos de los demás. Tienen miedo de ser observados porque creen, por supuesto sin justificación, que los otros tal inquisidores, también están buscando los errores.
Realmente no se sienten orgullosos de sus acciones. Lo mejor que aspira es a alcanzar un sentimiento de alivio: «Coño, pasé el examen. Saqué un dieciocho. Ese profesor es chimbo, ni siquiera comentó el error de ortografía que cometí. Sólo por eso yo me hubiera calificado con un doce».

Imperfeccionismo

El objetivo es evitar la humillación, fácilmente recuerdan sus errores, pero tienen dificultad para recordar sus logros. Por añadidura, los fracasos les parecen permanentes; no importa lo que hagan, simplemente no pueden ser redimidos. Sus éxitos, no obstante, parecen ser temporales; podrían desvanecerse en un instante. La vergüenza nunca está demasiado lejos.
Hemos encontrado un ingrediente más de esta ensalada, la vergüenza en generosas cantidades, eso sí, y para colmo es prácticamente el determinante del imperfeccionismo.
La vergüenza de la que uno no se puede desprender, poco a poco se convierte en odio a uno mismo. Es como si hubiera un «hueco negro» en el alma de la persona, por el cual desapareciera para siempre, todo lo bueno de ella dejando un residuo de disgusto y desprecio. Cuando se piensa únicamente en lo malo que existe dentro de uno, se pierde la belleza de la propia humanidad y es cuando, estas personas, ven fealdad en lugar de belleza, vergüenza en vez de benevolencia y debilidad en lugar de fuerza.
El odio a uno mismo no es sutil ni sofisticado, Los mensajes a los que hacer referencia, son básicos y crudos. Pueden hasta incluir palabras obscenas y desaprobatorias: «No eres más que una mierda», o «nunca servirás para nada».
Todos podemos experimentar la vergüenza y el odio a uno mismo, además no son exclusivos de las personas profundamente avergonzadas, la diferencia la hace, aprender a equilibrar nuestra vergüenza con mensajes internos, que nos afirman en nuestro valor, como seres humanos.
Casi todos queremos vernos bien a los ojos de nuestros amigos, familia y conocidos, Podemos ganar su aprobación si nos vestimos y actuamos «correctamente» o si nos adaptamos al estilo de vida de los que nos rodean. Sentimos vergüenza cuando sobresalimos porque nos vemos o actuamos en formas diferentes, o cuando un amigo cercano o un miembro de la familia se comportan de un modo que consideramos inapropiado o que va en contra de los estándares convencionales.
La vergüenza excesiva, se desarrolla en un clima en el que la apariencia significa todo. En este caso, la amenaza de desgracia inmediata, empuja a los individuos a conformarse (o a pretender que lo hacen) a las expectativas públicas.
Los siguientes son ejemplos de esto:
Una mujer, cuya hija tenía una temperatura de 40 grados, se detuvo a ponerle el mejor vestido antes de llevarla al doctor, para mantener su imagen de buena madre. Algunas personas se horrorizan, sólo de pensar, que otros vean su casa un poco menos que perfecta. Hay quienes sirven bebidas alcohólicas porque es lo que se estila, a pesar de que a ellos les disguste beber.
Algunas personas que «parecen tener todo perfecto» en realidad sufren y están confundidas, pero se niegan a que alguien pueda ver dentro de la máscara que usan, quizá tienen miedo a sentir vergüenza si alguno descubre que no son tan perfectas, como la sociedad espera que sean. Hay otras que, por su parte, están felices consigo mismas, pero desearían poder esconder a algún miembro de la familia que no cabe dentro de la imagen apropiada.
La vergüenza en su forma negativa, también se desarrolla en un mundo donde se está perdiendo un sentido más apropiado de la privacidad. Los noticieros regularmente pasan historias sobre personas que están sufriendo una gran pena; los sentimientos de la persona que sufre, se exhiben para que todos los vean. Existe un claro peligro, de que nuestros actos más privados, se vean repentinamente expuestos al escrutinio de otras personas. Razón por la cual, forzosamente, la vergüenza acompañará a este peligro.
Muchos de nosotros, por querer ser aceptados, nos conformamos exageradamente a las demandas sociales. Aprendemos, a sonreír cuando se espera que lo hagamos, que les digamos a otros que nos sentimos muy bien, en vez de pedir ayuda, actuamos cuidadosamente igual que los demás y, a veces, hasta empezamos a pensar como todos los demás. Nos concentramos en preservar nuestra imagen, para evitar la amenaza de una humillación. Insistimos también en que nuestros amigos y familiares se vean y actúen igual a todos, en vez de aceptar sus excentricidades y permitirles explorar el mundo de las diferencias sanas, cuando están creciendo. Tenemos tanto miedo de que nos reflejen algo malo, que no podemos reconocer la libertad que necesitan, para descubrir quiénes son en realidad.
No es decir que conformarse sea algo malo, pero aquellos que nos esforzamos demasiado por evitar cualquier posible vergüenza, causada por alguna inconformidad, podemos llegar a perder el contacto con nosotros mismos. Cuando usamos una máscara durante demasiado tiempo, a veces olvidamos que podemos quitárnosla, el peligro es que olvidemos que las personas, siendo humanas, son únicas y algunas veces ‘fachosas», que nuestras familias tienen problemas y que también podemos aprender a resolverlos y a vivir mejor, confiando y compartiendo con otros. Una manera para disminuir nuestra vergüenza consiste en compartir los problemas en un ambiente seguro. Estar siempre preocupado por la propia imagen sólo aumenta la vergüenza.
La vergüenza ocurre siempre y cuando las personas creen, que no son inherentemente tan buenas como las otras.

Vergüenza

Dentro de la vergüenza existe un tipo, que es la vergüenza social, esta empieza, cuando un grupo trata a algunos individuos como si valieran menos que la mayoría. Los miembros de los grupos discriminados tratarán de luchar contra los sentimientos de vergüenza, pero muchos de ellos llegarán a la conclusión de que «no pertenecen por completo».
Los prejuicios y la discriminación con frecuencia se apoyan en las creencias sociales, que muchos ven como «correctas» o «lógicas», aunque no sean ciertas. En ocasiones, la baja condición económica de los grupos estigmatizados, facilita que estas creencias parezcan más factibles de lo que realmente son.
El patrón que se niega a contratar a algún miembro de un grupo de ese tipo, debido a que «esa gente es muy floja», de hecho está asegurándole que realmente es flojo. Si la persona discriminada pierde la esperanza, caerá en la desesperación y en la depresión y perderá la motivación, que necesita para continuar manteniendo su integridad y respetabilidad. Incluso puede llegar a creer, que realmente hay algo malo en ella y luego empieza a avergonzarse.
Muchos de nosotros pertenecemos a grupos que son discriminados en cierto grado, algunos de los cuales, con mayor frecuencia, reciben el mensaje de que son defectuosos e inferiores comparados con otros; éstos son:
Mujeres. Ancianos. Personas con sobrepeso. Alcohólicos. Inválidos. Negros. Hispano parlante. Árabes. Indígenas. Pobres. Judíos. Inmigrantes recientes, sobre todo asiáticos.. Campesinos. Adolescentes. Personas con ascendencia de Europa Oriental. Bisexuales y homosexuales.
Por supuesto que algunos de estos grupos enfrentan más discriminación que otros, sin embargo, la vergüenza puede ser parte de la experiencia de vida de los individuos pertenecientes a cualquiera de ellos.
La vergüenza social puede aparecer en forma de burlas, bromas e intimidación, también puede ser más sutil como los chistes humillantes, señalar continuamente sus fallas y asumir, que una persona perteneciente a un grupo estigmatizado, es incapaz de desempeñarse igual que otras. La experiencia de vergüenza, puede provocar la ira cuando se avergüenza a una persona o a un grupo, por algo que no puede cambiarse.

Vergüenza social

Podemos contrarrestar parcialmente la vergüenza social, negándonos a hacer lo mismo y atreviéndonos a tomar el riesgo de apoyar a aquellos que están siendo avergonzados. Podemos aprender a apreciar las diferencias, podemos hacerles saber que queremos descubrir quiénes son, en lugar de juzgarlos por su apariencia o por mitos preconcebidos. Podemos defender a los que están siendo avergonzados. Además, podremos entender mejor cómo adaptarnos a los grupos estigmatizados y reconciliarnos con el efecto, que la vergüenza social ha tenido sobre nosotros. Podemos aprender y enseñar a nuestros hijos a reconocer, a la vergüenza social, sin ser parte de ella.
Como podemos darnos cuenta, la vergüenza excesiva en cualquiera de sus manifestaciones y causas, es dañina y perjudicial, para todo ser humano que la experimente y está asociada, forma parte o es soporte fundamental, en la estructura del imperfeccionismo, el cual a su vez, es tan particularmente contrario al perfeccionismo, que pueden llegar a ser iguales, por eso la afirmación de que los perfeccionistas son, muy en el fondo, imperfeccionistas.
La buena noticia, el perfeccionismo si se puede transformar y cambiar. El cambio es de actitud, el cual es del perfeccionismo al optimalismo.
Aprender a cambiar actitudes no es fácil ni mágico, como buen aprendizaje, normalmente se requiere de tiempo para que, en este caso, una actitud optimalista forme parte de nuestra vida. Se requiere de mucha paciencia, persistencia y trabajo personal. Es probable que no resulte a la primera, pero con la perseverancia y el interés, por lograr el cambio, además de tomar el tiempo necesario, se termina consiguiéndolo.
Si te ha gustado o interesado este tema, te invito a seguir la próxima publicación, donde nos lanzaremos a nadar, en el mar del ¿Cómo? Del ¿Qué? Y del Cambio.
¡Si has llegado hasta acá, puedes haberte dado cuenta de que, “Alrededor de la perfección, hay de todo, menos ella misma”!

Frases para reflexionar.


“Superar el abuso no ocurre solo. Se hace paso a paso y positivamente. Que hoy sea el día en que comienzas a moverte hacia delante”. Assunta Harris.
“Nadie puede hacerte sentir inferior, sin tu consentimiento”. Eleanor Rossevelt.
“No importa que te ocultes tras una sonrisa y uses ropa linda, si algo no puedes ocultar, es lo podrido que estás por dentro”. John Lennon.
“Nacimos para cometer errores, no para fingir ser perfectos”. Bob Marley.
“Incluso la gente que afirma que no podemos hacer nada, para cambiar nuestro destino, mira, antes de cruzar la calle”. Stephen Hawking.
“La paciencia no es simplemente la capacidad de esperar, es como nos comportamos cuando esperamos”. Joyce Meyer.

Me despido con una frase de un hombre de brega, guerra y humano, que fue víctima de la ambición política e individual de un líder, quien se colocó primero, antes que el bien colectivo; me refiero al aviador y escritor Francés, Antoine Marie Jean-Baptiste Roger Conde de Saint-Exupéry o simplemente Antoine de Saint-Exupéry, autor de la famosa obra “El principito”.

Antoine de Saint-Exupéry

Miguel Alberto Zurita Sánchez. Coro 31 / 02 / 2.020.

Le Petit Prince

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