Opinión

¡El odio! ¿Sirve de algo?. Por Miguel Alberto Zurita Sánchez


Pepe Mujica

Es posible que leyendo este corto artículo, encuentres respuestas a interrogantes que, tienes pendientes por responder o que quizá, no te habías hecho, te invito, no a aprender acerca de este sentimiento, pero por lo menos a conocer algo, con lo que podrás dar tus primeros pasos hacia su conocimiento y entendimiento, al final, estoy seguro, que podrás responderte si sirve o no de algo, es decir, si vale o no, cultivarlo o hacer uso de él.
La pasión más negativa tiene una explicación evolutiva: en el pasado de la especie, sentir inquina (repulsión o aborrecimiento) hacia los demás podía ser cuestión de supervivencia.
Después del revolucionario libro “El origen de las especies”, Charles Darwin publicó un libro de plena vigencia en la ciencia actual: La expresión de las emociones en el hombre y los animales (1872). Allí analizaba el origen evolutivo de muchas manifestaciones emocionales. Y, significativamente, dedicó todo un capítulo al odio.

El origen de las especies
La expresión de las emociones


Aristóteles – que distinguía entre ira y odio – o Nietzsche –“El hombre de conocimiento debe ser capaz no sólo de amar a sus enemigos, sino también de odiar a sus amigos”, escribió – son otros de los pensadores que han tratado de explicar por qué está tan presente en la psique humana. Las teorías sobre su origen adaptativo, en general, suelen ir en esas dos direcciones.
Por una parte, como sugiere Nietzsche, sirve para mantener un cierto estado de alerta intelectual. En situaciones tan peligrosas como el falso consenso grupal – cuando creemos que todos estamos de acuerdo, aunque no sea así, sólo por el hecho de mantener la cohesión – sólo los odiadores son capaces de actuar con lucidez. Algo que resultaría muy útil cuando, en el pasado de la especie, las decisiones colectivas equivocadas a veces suponían la muerte.
Por otra parte, como señala Aristóteles, puede ser una forma de ira no desahogada. Necesitamos ese sentimiento para separarnos de aquello que previamente hemos amado. Es un combustible vital y diferente, pero igualmente útil evolutivamente: si una persona o idea nos defrauda, tenemos que generar inquina o aversión hacia ella. Si la podemos liberar, se convertirá en ira puntual, y de lo contrario, generará odio crónico. Cualquiera de los dos fue adaptativo, cuando una decepción significaba una traición en la que el individuo se jugaba incluso la vida.

Aristóteles
Nietzsche


El odio hace nuestra mente más peligrosa de lo que se creía

Continuamente nos enfrentamos a historias de odio. Hoy, aún es difícil de entender cómo el nazismo pudo generar un sentir antisemita tan profundo, que arrastró a la muerte a 6 millones de judíos… entre ellos bebés y niños que nunca dañaron a nadie. Pero las historias de odio permanecen y siguen generando gran dolor, como el causado a Malala Yousafzai, quien recibió un disparo en la cabeza cuando regresaba en autobús de la escuela a su casa, el ataque fue perpetrado por el Talibán, debido a que la joven de 16 años se había atrevido a levantar su voz para defender el derecho a la educación de las niñas o el generado por los progenitores, que cada año matan a sus hijos por rencor hacia sus exparejas.

Centro de exterminio Nazi
Fusilamientos en el bosque de Buczyna
Fusilamientos en el bosque de Buczyna


Pero ¿Qué sabemos de este sentimiento? ¿Forma parte de la naturaleza humana? ¿Es posible controlarlo? ¿Qué tan sano es?
De lo que no cabe duda es que es una emoción muy negativa, poderosa y altamente peligrosa.
Numerosas investigaciones provenientes de la psicología social y clínica explican por qué. El odio posee gran capacidad de aprendizaje y de contagio. Es fácil de activar y muy difícil de controlar. Nos hace vulnerables y sobre todo muy manipulables, lo que puede transformarnos en seres dañinos y sin escrúpulos.
Pero hay otro odio que no surge del contagio, sino del desamor, desencanto o frustración. Con frecuencia va dirigido a personas a las que antes se quería o admiraba: un jefe, un amor, un amigo. Este odio también es peligroso. Pero ¿Cómo se puede odiar a quien tanto se ha querido o admirado?
Estudios en clínica establecen que el amor, la admiración o la amistad provocan emociones muy intensas. Al ser dañados o traicionados por quien las genera, estos sentimientos necesitan sustituirse por otros igual de potentes para no hundirnos. El odio es para muchos una forma de sobrevivir, es una tabla de salvación, ante un naufragio. Produce energía suficiente para compensar el dolor y seguir viviendo.

El odio en la naturaleza humana


También las neurociencias han obtenido resultados que ayudan a comprender mejor, por qué es tan fácil pasar del amor al odio.
El odio es un sentimiento de profunda antipatía, disgusto, aversión, enemistad o repulsión hacia una persona, cosa, o fenómeno, así como el deseo de evitar, limitar o destruir a su objetivo. El odio se describe con frecuencia como lo contrario del amor o como lo definió la amistad.
Para los neurobiólogos, el odio es una pasión tan interesante como el amor.
Al igual que el amor, el odio a menudo parece ser irracional y puede conducir al individuo a conductas heroicas o malvadas ¿Cómo es posible que dos sentimientos tan opuestos conduzcan al mismo comportamiento? Esta es la pregunta que se ha planteado el profesor Semir Zeki, del Laboratorio Wellcome de Neurobiología de la Universidad de Londres, quien ha investigado los mecanismos cerebrales del amor romántico y el amor maternal.
En su nuevo estudio Zeki y su equipo, se concentraron específicamente en el odio que siente el ser humano hacia otro individuo. Evaluaron el cerebro de 17 personas, registraron diez hombres y siete mujeres, con una edad promedio de 35 años y que expresaron sentir un intenso odio por alguien, un ex amante o colega. Registraron la actividad cerebral mientras veían las fotografías de aquellos a quienes odiaban y la de otras neutrales. Al comparar la actividad ante una cara odiada y otra neutral, pudieron identificar los circuitos neurológicos que se utilizan cuando se siente un intenso odio, el cual nombraron el “circuito del odio”.
En un principio, el circuito del odio y el amor implica áreas cerebrales que hacen que ambas tengan un componente irracional y a veces incluso agresivo. Sin embargo, más tarde ambas emociones toman caminos muy diferentes. El sentimiento amoroso inhibe muchas zonas del cerebro, destinadas al procesamiento racional. Este descubrimiento explica por qué el amor nubla el entendimiento o impide ver al ser amado tal cual es.
El odio, por el contrario, activa zonas de la corteza frontal que se inhiben en el amor y permiten, a la persona que odia ser altamente eficaz, a la hora de calcular acciones destinadas a dañar a la persona odiada; planificar conductas de agresión; evaluar, predecir, anticipar las reacciones de los demás o encubrirse a sí mismo.
Específicamente este circuito del odio incluye estructuras en la corteza y la subcorteza cerebral y tiene componentes que también se activan cuando se genera una conducta agresiva. Los resultados mostraron una mayor actividad en la circunvolución frontal derecha, de forma bilateral en la corteza premotora, en el polo frontal, y de forma bilateral en la ínsula medial del cerebro humano.
El cerebro funciona traduciendo estas señales de los circuitos cerebrales en acciones, como la planeación de movimientos del cuerpo. El circuito del odio también está ubicado en la corteza frontal medial, que es muy importante en la predicción de las acciones de los demás. De acuerdo a Zeki, esto es lo que nos hace actuar cuando nos enfrentamos a una persona odiada. El putamen – Es una estructura situada en el centro del cerebro, que junto con el núcleo caudado, forma el núcleo estriado- es el encargado de planificar la respuesta activa, como puede ser agredir a la persona odiada o adoptar una actitud de defensa; mientras que, entre las funciones en las que participa la ínsula, se encuentra la de catalizar las expresiones de disgusto y los estímulos desagradables.
Pero además de ayudar a conocer cómo es que se ve el cerebro, los investigadores descubrieron que las regiones, que son activadas por el odio, son las mismas que se iluminan cuando una persona experimenta sentimientos de amor romántico. De acuerdo al Dr. Zeki, el hecho de que las zonas del putamen y la ínsula -También considerada como el quinto lóbulo cerebral, la ínsula es una estructura de la corteza cerebral situada en la profundidad de la cisura de Silvio, en el punto en que confluyen los lóbulos temporal, parietal y frontal, siendo delimitada por sus respectivos opérculos- también se activen por el amor romántico no es sorprendente, ya que ambas pasiones pueden conllevar actos irracionales y agresivos.
La diferencia fundamental entre el amor y el odio, radica en que el amor parece inhibir parte de las zonas donde se procesan las ideas racionales y el odio las hiperactiva. Tanto el odio como el amor, son pasiones que nos consumen totalmente. Pero en el amor romántico, el amante, pocas veces, es crítico o juzga a la persona amada, en el contexto del odio, el que odia utiliza su criterio y es calculador para hacer daño, herir o vengarse de la persona odiada.
De acuerdo al Dr. Zeki un futuro tratamiento contra el odio, podría dirigirse contra las sustancias -aún no identificadas- que hipotéticamente regulan el odio del mismo modo que la oxitocina regula el amor.

Amor y odio, en el mismo espacio


Gracias a los hallazgos de este equipo, hoy entendemos mucho mejor qué pasa en el cerebro de las personas que odian.
Por otra parte, los resultados de esta investigación han logrado demostrar cómo, desde un punto de vista biológico, el odio es un sentimiento muy complejo que activa numerosas áreas cerebrales.
Siempre hemos sabido que existe una línea muy estrecha entre el odio y el amor, aunque no siempre hemos comprendido bien por qué. Gracias a este estudio sabemos al fin que ambas pasiones comparten más semejanzas, que ninguna otra emoción.
Algo más que demuestran estos estudios, es que los individuos que odian son mucho más peligrosos de lo que se creía. Explica por qué parecen a veces tan inteligentes y por qué sus acciones son tan efectivas. Además demuestran algo importante: son muy conscientes de los actos que realizan contra la persona odiada.
También presentan pruebas de por qué el odio, puede provocar tanto mal y por qué fomentarlo puede llegar a producir consecuencias graves.
En pocas palabras, el circuito cerebral del odio, es muy eficaz para hacer daño.
Y lo cierto es que, a pesar de conocer sobradamente sus consecuencias, hoy el odio sigue alentándose, a veces de manera muy sutil.
Odio, es la palabra que mejor define el sentir de ciertos islamistas radicales por occidente o el de algunos fanáticos por el equipo contrario o entre habitantes de un mismo territorio o de unos territorios por otros… En la moral de los líderes se encuentra la clave.
Lo que todos los estudios coinciden en afirmar es, que el odio es un sentir patológico y con consecuencias graves tanto para aquel que lo siente como para aquellos a los que éste va dirigido.
Sin embargo, no siempre es fácil reconocer a personas con emociones tan dañinas, dado que el odio favorece el desarrollo de capacidades para encubrir esa emoción. Pero también porque los que odian poseen mecanismos aún no suficientemente estudiados, que les permite llevar una vida normalizada cuando conviven con esa parte de la humanidad a la que no odian. El odio favorece el desarrollo de capacidades que lo encubren.
El museo del holocausto de EEUU en Washington, contiene un álbum con fotos perteneciente a Karl Höcker, mano derecha de Richard Baer comandante del campo de Auschwitz. En ellas se muestra la vida alegre y distendida de varios nazis, tras una dura jornada de trabajo exterminando judíos.

Irma Grese “El ángel” exterminador de Auschwitz
Del Museo del holocausto en Washington


Lo más difícil de aceptar, es que esas imágenes muestran personas “aparentemente normales, amigables, incluso bondadosas”. Nada en sus rostros muestra maldad, esperada en seres que horas antes mataban despiadadamente. Esto asoma la posibilidad de que, quizás sea verdad, que el daño generado por los que odian, no les impide gozar de otra vida llena amor, amistad o alegría….. ¡Qué paradoja! ¡Es una lástima que muchas víctimas del odio no puedan decir lo mismo!

“El odio es un estado del yo, que desea destruir la fuente de su infelicidad”. Sigmund Freud

Un dicho budista dice: “Sentir odio es como beber veneno y esperar que otra persona muera”. El odio no te ayuda ni hace nada para ayudar lo que deseas lograr. No sólo gastas energía sino que afecta tu salud de forma negativa.

Un diccionario define al odio como: aquel sentimiento de aversión, de rechazo muy intenso, que una persona siente hacia otra o hacia algo. Agrega que, el odio es el sentimiento más negativo que un ser humano pueda experimentar en su vida, porque con él le desea el mayor mal posible, ya sea al sujeto u objeto odiado.

Un estudio publicado por the Public Library of Science evaluó las reacciones de las personas con estudios de imágenes del cerebro (específicamente, estudios de imagen por resonancia magnética o MRI). En ellos demostraron que las áreas del cerebro que se activaban, cuando una persona veía la imagen de un enemigo, eran las imágenes de la corteza cerebral, que se asocian con razonamiento y juicio, que no se activaban al ver una imagen de un ser querido. De acuerdo a uno de los investigadores, esto se puede deber a que cuando vemos a alguien que queremos, no tenemos que estar vigilándolos. O sea, cuando se trata del odio todo es calculado, cuando se trata del amor, se tiene confianza. Este es uno de los primeros estudios que se realiza para evaluar la respuesta emocional de odio a la imagen de la cara de una persona. Se desconoce cuál sería la repuesta, si el odio fuera dirigido a un grupo y no a una persona.
Por otro lado, existen otros estudios publicados en el Journal of Personality and Social Psychology, que sugieren que la razón por la cual a algunas personas no les gusta nada y a otras les gusta todo, se debe a su personalidad. De hecho, los investigadores incluso, inventaron un término nuevo: “actitud de disposición”. Dicen que los que tienen una disposición positiva, tienen una tendencia a que les gusten las cosas, independientemente de las cosas, ya que se enfocan en las características positivas de lo que ven. Y lo opuesto también es cierto.
Ahora, si sabemos que la gente negativa y que odia ciertas cosas, tiene esa predisposición, un estudio publicado en Social Psychology, ha encontrado que se pasan más tiempo participando en menos actividades, comparado con los que tienden a disfrutar de todas las cosas y a ser más positivos. La ironía es que como pasan más tiempo en menos actividades, tienden a perfeccionar sus habilidades en esas tareas específicas y llegan a ser especialmente buenos en ellas. O sea, estaban más enfocados en lo que deciden hacer. Por otro lado, los más positivos tienen oportunidad de disfrutar una variedad más amplia de actividades.
Volviendo a la salud, el odio crónico puede causar estrés (que afecta a la salud) y hasta causar aislamiento social, que también es negativo para la salud.
Hay quien sostiene, que una de las razones para odiar es porque sirve para esconder muchos otros traumas, que la persona preferiría no sentir, como: dolor, pérdida, traición, abandono, envidia, etc. Y, que si te aferras al odio y no perdonas, no tienes que sentir esas emociones, que por demás son intensas, y que a veces, es más fácil aferrarse al odio, que a los sentimientos más profundos que se encuentran detrás de este.
Los beneficios de lidiar con el odio y eventualmente superarlo, incluyen el tener una vida con menos estrés y más saludable.

De un comics


¡Ooooh! ¿No es él un encantoooo?

La gata loca

Mi opinión


Si crees que odiar es la solución, para todo lo negativo que existe y sucede a tu alrededor, entonces no sólo estás perdiendo la vida, sino estás dejando de vivirla.
Cuando decidas entender que odiar, te puede hacer más agudo y acucioso, pero más desgraciado y mala persona, te estará esperando un amanecer espléndido, después de una noche tenebrosa, oscura y sola.
Dicen que, del amor al odio hay un paso, ya hemos visto porqué y su justificación desde la óptica de su naturaleza biológica inclusive. ¿Qué tal si lo hacemos al contrario y damos el paso desde el odio al amor?
Estoy seguro que, desde hoy, sabes algo más en lo referente al odio, es importante que hables con tus hijos y seres queridos, acerca de lo que está sucediendo, en todo el mundo, del odio y la violencia, que nos destruyen y separan, pero más aún, de los actos de amor y de bondad que nos unen.
Es importante recordar el poder de impacto negativo, que tiene el odio en todo lo que toca, sin embargo es imperativo tener presente siempre, el poder transformador, sanador y liberador que tiene el amor.

Frases para reflexionar


-No confío en personas que no se aman a sí mismos y dicen “te amo”. Hay un dicho africano que dice: cuídate de una persona desnuda que te ofrezca una camisa.-Maya Angelou.
-Cuando amamos, intentamos convertirnos en alguien mejor del que ya somos. Cuando nos convertimos en alguien mejor, todo a nuestro alrededor se vuelve mejor.-Paulo Coelho.
-El amor es un lienzo proporcionado por la naturaleza y bordado por la imaginación.-Voltaire
-He decidido quedarme con el amor. El odio es una carga demasiado grande para soportar.- Martin Luther King, Jr.
-Vivimos en un mundo donde nos escondemos para hacer el amor, mientras la violencia se practica a plena luz del día.- John Lennon
-En asuntos del amor los locos son los que tienen más experiencia. De amor, no preguntes nunca a los cuerdos; los cuerdos aman cuerdamente, que es como no haber amado nunca. -Jacinto Benavente-
-Todo lo que se hace por amor, se hace más allá del bien y del mal.-Friedrich Nietzsche-
-La medida del amor es amar sin medida.- San Agustín-

Gracias a:
Luís Muiño – Psicoterapeuta
Rocío Mayoral – Neuropsicóloga
Oscar Castillero Mimenza- Psicólogo clínico

Por compartir sus conocimientos y experiencias

Me despido con una frase de una mujer, una científica polaca nacionalizada francesa. Pionera en el campo de la radiactividad, fue la primera persona en recibir dos premios Nobel en distintas especialidades —Física y Química— y la primera mujer en ocupar el puesto de profesora en la Universidad de París. En 1995 fue sepultada con honores en el Panteón de París, por méritos propios. Me refiero a Maria Salomea Skłodowska-Curie, mejor conocida en el mundo como Marie Curie.

Miguel Alberto Zurita Sánchez. ¡No Más MGF´S! Coro 13 / 11 / 2.020.

Dejar una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *