¡Galatea y Pigmalión, la profecía autocomplacida y el gigantesco poder de las expectativas!. Por Miguel Alberto Zurita Sánchez
Se llama Galatea a la estatua erigida por Pigmalión, el rey de Chipre, cuya historia narra Ovidio en el libro décimo de sus Metamorfosis. Al rey no le gustaban las mujeres porque las consideraba quisquillosas e imperfectas, y llegó a la conclusión de que no quería casarse con nadie y vivió sin ningún tipo de compañía femenina. Con el paso del tiempo, el rey se sintió solo, y empezó a esculpir una estatua de marfil, muy bella y de rasgos perfectos. De tanto admirar su obra, se enamoró de ella. En una de las grandes celebraciones en honor a la diosa Afrodita que se celebraba en la isla, Pigmalión suplicó a la diosa que diera vida a su amada estatua. La diosa, que estaba dispuesta a atenderlo, elevó la llama del altar del escultor tres veces más alto que la de otros altares. Pigmalión no entendió la señal y se fue a su casa muy decepcionado. Al volver a casa, contempló la estatua durante horas. Después de mucho tiempo, el artista se levantó, y besó a la estatua. Pigmalión ya no sintió los helados labios de marfil, sino que sintió una suave y cálida piel en sus labios. Volvió a besarla, y la estatua cobró vida, enamorándose perdidamente de su creador. Afrodita terminó de complacer al rey concediéndole a su amada el don de la fertilidad. De esa unión nació su hijo Pafo, que dio su nombre a la ciudad de Pafos, y su hija Metarme.
Para cualquier mortal, a este desconcertante y extraño hecho, con el paso del tiempo y la generación de la historia, se le dio por nombre el Efecto Pigmalión.
El “Efecto Pigmalión” es un término que se utiliza en psicología para referirse al fenómeno por el cual las expectativas y las creencias, que posee una persona influyen directamente en las conductas, en el rendimiento y en los resultados de otra, bien sea de manera positiva, produciendo un alto rendimiento, o por el contrario afectando de manera negativa sobre el mismo, saliendo así perjudicado. Término que ya se manejó en el año 1965, recibiendo también el nombre de “Efecto Rosenthal”, el por el psicólogo social Robert Rosenthal, a raíz de unos experimentos realizados.
Dicho de otra manera, se llama Efecto Pigmalión, al hecho de que las expectativas que tenemos sobre las personas o situaciones, tienden a realizarse.
Sin embargo, cuando estas expectativas, del mismo modo, ya sean altas o bajas, proceden del propio individuo hacia sí mismo, se produciría el mismo fenómeno, pero en vez de efecto Pigmalión, lo denominan “Efecto Galatea”.
Las expectativas, en términos generales, la esperanza o posibilidad de conseguir una cosa, las tenemos todos los seres humanos y las hacemos presente e influyen en nuestra cotidianidad, por lo tanto las hay en lo más común de nuestras existencias, como son en la escuela o centros de formación, en el trabajo, sean cuales sean nuestras labores u ocupaciones y en nuestros hogares y entorno familiar.
Como influye y se manifiesta el gran poder de las expectativas en la escuela o centros de formación.
Indudablemente, que entre un niño, un adolescente y un adulto, la vulnerabilidad es mayor en los niños, muy a pesar de que la forma de atacar esa vulnerabilidad, también cambia cuando se es adolescente o adulto, por lo tanto es en la edad escolar, donde las expectativas de la niñez nos traerán resultados o afectaciones positivas o negativas, dependiendo como sean manejadas.
En los años sesenta el profesor de Harvard Robert Rosenthal y Leonore Jacobson, directora de escuela, publicaron “Pygmalion in the classroom: Teacher expectation and pupils’ intellectual development ”. La obra era producto de la investigación del efecto de las expectativas del profesorado de una escuela californiana, sobre el rendimiento de sus alumnos.
Este experimento, consistió en proporcionar información falsa a los profesores sobre el potencial de aprendizaje de los alumnos de, entre primer y sexto grado de educación primaria, de una escuela de San Francisco. A los profesores se les dijo que se había realizado un test de inteligencia a los chicos, y que una serie de estudiantes, se encontraban a punto de entrar en un periodo de rápido crecimiento intelectual, y contaban con un potencial de crecimiento inmenso. Pero, en realidad, los chicos de la lista proporcionada a los profesores habían sido escogidos al azar.
Ocho meses después, el rendimiento escolar y los resultados académicos de dichos alumnos, mejoró considerablemente.
¿Qué es lo que había ocurrido? El efecto Pigmalión nos muestra cómo las expectativas del profesor sobre el alumno, pueden condicionar su comportamiento hacia él y afectar su evolución académica. Esto se puede justificar porque el profesor, al tener grandes expectativas sobre el alumno, se esforzará más para que el aprendizaje sea más productivo. Al mismo tiempo el alumno puede percibir, su posibilidad de mejora, a través de la actitud del profesor. Esto es lo que se conoce como profecía autocumplida: Una predicción que, una vez hecha, es en sí misma, la causa de que se haga realidad.
Este es un ejemplo claro, de cómo influye en nuestro comportamiento el creer o no en nosotros mismos. En este caso, el mensaje de que no serían capaces no les llegó directamente a través de otras personas, pero transmite, con claridad, la idea de cómo influyen nuestras creencias en nuestro potencial.
El efecto Pigmalión en el trabajo, empresa o cualquier ocupación u oficio. Este efecto es muy importante para mejorar la productividad. Un ejemplo claro de ello lo comprobamos cuando un trabajador recibe de manera continuada la aceptación y el reconocimiento de su jefe, aquí, su autoestima sube y existe una alta posibilidad de que el empleado muestre un alto desempeño en sus actividades y funciones. En el polo opuesto tendríamos justo lo contrario, y es que cuando de manera habitual, las capacidades y funciones de un trabajador son criticadas lo que ocurre, de nuevo por el efecto pigmalión, es una disminución en la calidad del trabajo. De esto se deduce que transmitir expectativas positivas sobre un grupo determinado de personas, impacta en el buen rendimiento de ese grupo.
El efecto Pigmalión en casa o entorno familiar. Tenemos que tener mucho cuidado de lo que este efecto puede provocar en los niños desde la comunicación que utilicemos en casa. La familia (padres, hermanos, abuelos…) son una gran influencia en los niños y sus expectativas más o menos directas, pueden llegar a producir mucha presión sobre ellos. Por esto es fundamental y muy importante generar expectativas positivas sobre los más pequeños.
Muchas veces, juzgamos y etiquetamos a los niños prematuramente acerca de sus capacidades y habilidades, sin ser o estar plenamente conscientes de, que esto va a influir directamente sobre su comportamiento, y no solo eso, sino sobre lo que él se considere capaz de hacer o no. « Pedrito es muy tímido», «Carlitos es muy malo y desobediente», «Patricia no se entera de nada», «Esteban es lento»… En casa padres y en las escuelas los educadores fijan etiquetas a los niños, sin tener presente que estos se encuentran en pleno desarrollo físico, psicológico y afectivo, por lo que son altamente vulnerables a la influencia que se les ejerce a través de la comunicación.
Las madres y padres de hoy hemos crecido bajo una tradición machista, inculcada durante siglos también de madres y padres a hijaos, depositando expectativas y estereotipos muy diferentes para uno y otro género. De un tiempo a esta parte vivimos un momento importante en las calles, el movimiento feminista trae una ola de energía y valor que está inundando los barrios, las aceras, el aire -que se hace mucho más fresco-, pero la labor más importante como siempre está en las casas, en las expectativas que depositamos en nuestros hijos/as, en los mensajes que día a día les trasladamos, en la posibilidad de ofrecerles ropas de cualquier color independientemente de su género, en la seguridad de recordarles que obviamente los niños también lloran y las niñas son también heroicas, campeonas, salvadoras, … en el gesto de trasladarles nuestras debilidades como padres y nuestras fortalezas como madres y a la inversa, como personas en definitiva, en la forma de comunicarnos respetuosamente en el seno familiar, en la forma de dirigirnos hacia ellas/os como respetables personas de corta de edad, en cada gesto amable que suponga condenar cualquier forma de violencia de género, verbal, psicológica, social o física, en cada deseo de éxito en disciplinas que supuestamente están predestinadas para “el otro género”, en cada nombre de profesión citando la posibilidad de que sea chico o chica, en cada muestra de respeto -citando expresamente la posibilidad- de que nuestra hija/o se sienta atraída/o por personas del otro o del mismo sexo, o ambos, en definitiva con “pigmalión de andar por casa”, depositando expectativas realistas, positivas sin carga alguna de estereotipos de género para que la profecía de un mundo de igualdad de derechos y oportunidades reales para todas/os se autocumpla.
Un ejemplo real, verdadero y nuestro, es el caso de Deyna Castellanos, la futbolista Maracayera, que milita en el Athletico de Madrid Femenino.
Su papá no la dejaba jugar fútbol, Deyna inició sus prácticas a los 5 años en Maracay, pero su padre, Richard Castellanos, no estaba muy convencido por considerar el fútbol como un deporte de hombres. Con el paso del tiempo, terminó aceptando la práctica del futbol, de Deyna tras ver las habilidades y el tesón de la niña.
Continuó sus prácticas en la academia de Juan Arango.Y allí impresionó al excapitán de la selección de fútbol de Venezuela, quien ha dicho: “Fue impresionante ver a una niña de su edad jugar con tanta habilidad y potencia, pegarle a la pelota con ambas piernas y tener tanta explosión de velocidad. No hay muchos jugadores que puedan anotar los goles que ella hace, y estoy hablando tanto de hombres como de mujeres”.
¿Qué hubiese pasado con Deyna, de haberse quedado con la opinión y actitud de su papá?
Posibles consecuencias negativas
Definitivamente el Efecto Pigmalión también puede producir un efecto nocivo, ¿cómo? Continuando con el caso de los más vulnerables, haciendo que probablemente si le hablo a mi hijao o a mi alumnao, desde mi propio filtro, diciéndole que tiene que esforzarse por aquello, que yo no he conseguido, el mensaje que el pequeño capte, es muy probable que sea, que al igual que yo, no lo va a poder alcanzar, frases de este tipo pueden ser ejemplos de esto: “¿quieres que te pase como a mí y no terminar los estudios?, ¿sabes que si no te esfuerzas ahora, es muy posible que como yo no consigas alcanzar tus sueños?…¿lo que quieres es ser el mismo pela bolas, que soy?”
Normalmente esto sucede, porque las expectativas sobre el otro cambian al pasarlas por mi propio filtro personal o desde mis perspectivas.
El adulto lo hace de manera inconsciente, por supuesto que no tiene la culpa de ello, de hecho muchas veces lo hace esforzándose y creyendo, que esta forma de hablar es lo mejor para ese menor, y que haciéndolo así le va a motivar y no lo contrario.
Para conseguir evitar esto, los mayores debemos tener claras y cristalinas, cuáles son esas expectativas reales, que queremos transmitir al menor y por qué.
De manera que es imprescindible, que les comuniquemos y les recordemos, de manera habitual, cuáles son sus cualidades, sus puntos fuertes y sus habilidades.
¿Qué o cómo hacer al respecto?
A continuación, algunas recomendaciones que padres y educadores debemos tener en cuenta para potenciar la autoestima de los pequeños:
Recordar que todos y cada uno de nosotros tenemos capacidades.
Adaptar las tareas a las posibilidades del niño, baja tú a su nivel y actúa desde allí.
Fomentar la participación responsable y disciplinada (en casa y en la escuela).
Reconocer el esfuerzo realizado, queda entendido, que el éxito se debe al esfuerzo no a la capacidad.
Enseñar a capitalizar los errores y a entender, que forman parte del proceso de aprendizaje.
Centrarse y reconocerle sus fortalezas no sus carencias; aunque parezca mentira, desde pequeños, a nuestro modo, tenemos la facultad de reconocer nuestra falta de competencia, de hecho, en muchos casos sirve, de motivación para lograr metas si se tiene un buen manager al lado.
Acompañar y tutelar el desarrollo de la resiliencia.
Motivar el aprendizaje y desarrollo de nuevas habilidades, ayuda a sentirse valiosos y, por consecuencia, aumenta la autoestima.
Adoptar una perspectiva optimista y un estilo más positivo. ¿Por qué no recibir así a tus alumnos en clase o a nuestros hijos en casa?
Un cuento para reflexionar…
Y para finalizar, un estupendo cuento, que bien puede inspirar una valiosa reflexión.
Había una vez, dos niños que patinaban sobre una laguna helada. Era una tarde nublada y fría, los pequeños jugaban sin preocupación. De pronto, el hielo se reventó y uno de ellos cayó al agua, quedando atrapado. El otro niño, viendo que su amigo se ahogaba bajo el hielo, cogió una piedra y empezó a golpear el hielo, con todas sus fuerzas, hasta que logró romper la capa helada, agarró a su amigo y lo sacó del agua, salvando así la vida.
Cuando llegaron los bomberos y vieron lo que había sucedido, se preguntaban cómo lo hizo, pues el hielo era muy grueso y el niño no parecía contar con una fuerza extraordinaria.
– “Es imposible que lo haya podido romper con esa piedra y sus manos tan pequeñas”, afirmaban.
En ese instante apareció un anciano y dijo:
– “Yo sé cómo lo hizo”.
– “¿Cómo?”
– “No había nadie a su alrededor, para decirle que no podía hacerlo”.
Frases para reflexionar.
“Cambiaré de opinión tantas veces y tan a menudo como adquiera conocimientos nuevos, el día que me aperciba que mi cerebro ha dejado de ser apto para esos cambios, dejaré de trabajar”. Florentino Ameghino
“Quiero llorar, lo hago porque no hay seres mágicos. Mi ser no tiembla ante ningún nombre, ni ninguna mirada. Todo es posible y sin sentido”. Alejandra Pizarnik
“Tanto si piensas que puedes, como si piensas que no puedes, estás en lo cierto”. Henry Ford
“Los seres humanos tendemos a actuar según las expectativas de los demás”. Josh Kaufman
“Todo lo que te molesta de otros seres, es sólo una proyección de lo que no has resuelto de ti mismo”. Siddharta Gautama Buda
Mi opinión
Quizás sea mucho o poco lo que pueda decir u opinar, a favor o en contra del efecto Rosenthal o Pigmalión, como popularmente se lo llama, sin embargo lo que si se, es que es impresionante como las expectativas son instrumentos o herramientas, con las que podemos transformar nuestra existencia o la de otraos de buena o mala forma, para bien o para mal.
Existen frases, como “cree y lo lograrás”, cuando me refiero a la expresión “cree”, no tiene nada que ver con algo religioso, supersticioso, mágico o esotérico, me refiero al creer en nosotros mismos, al valor que tenemos como seres humanos y como persona, al poder que todaos tenemos, por el simple y veraz hecho de que contamos con el poderoso elemento llamado cerebro. El asunto es que ese poderoso elemento, poniéndolo a nuestro favor o servicio, nos sirve de mucho, pero no sucede igual, si por el contrario, lo desperdiciamos y lo mantenemos, como una simple masa que nos ayude en el funcionamiento vital de nuestra estructura corporal y, debido a su naturaleza, a comportarnos de la forma básica y elemental, como lo reptiles, de los cuales evolucionamos, cerebralmente hablando.
Desde luego que esa frase “cree y lo lograrás” debería ser más específica, porque nuestro cerebro nos engaña y muchas veces es cómodo, entonces una de las claves, para mantener el cerebro activo y presto, para nosotros, es ser específicos, en todo lo que sea nuestra comunicación con los demás y necesariamente con nosotros mismos, lo que nos lleva a transformar la frase anterior en “cree en TÍ y lo lograrás”, así también nuestras expectativas se hacen tan explícitas como específicas, no permitiendo, al cerebro, jugarnos alguna mala pasada.
Cree en Ti, significa que tú eres quien lo hace, por y para ti, ojo sin caer en la personalización e individualismo, que pueden llegar a convertirnos en ególatras, a quienes no nos importa nada más que nuestra existencia.
Me despido con una frase de Walter Elias Disney quien fue un empresario, animador, guionista, doblador de voz y productor de cine. Pionero de la industria de la animación estadounidense, que introdujo novedades en la producción de dibujos animados, más popularmente conocido en todo el mundo como Walt Disney.
Miguel Alberto Zurita Sánchez. ¡No Más MGF´S! Coro 28 / 06 / 2.020.
3 Comentarios
Maria
Creo que ha sido bien escogido el tema, para estos momentos que vivimos… Hay que seguir adelante y no darse por vencido
Mónica L Márquez C
Me encantó!
Desde la bien estructurada referencia y situación en el tema, hasta su opinión!
Gracias…obras de teatro a recreado de alguna manera el efecto Pigmalion
Muy muy interesante
MCristina
Excelente lectura!