Opinión

¡Pon tú el título!. Por Miguel Alberto Zurita Sanchez

«Nadie está libre de decir estupideces, lo grave es decirlas con énfasis».
Michel de Montaigne.
«¿Cómo es que siendo tan inteligentes los niños, son tan estúpidos la mayor parte de los hombres? Debe ser el fruto de la educación». Alexandre Dumas (hijo)
«Contra la estupidez, hasta los dioses luchan en vano». Goethe o Schiller
«Cuando se habla a la gente como si fuera estúpida, se matan células de su cerebro». Julian Beck
«Cuando un estúpido hace algo que le avergüenza, siempre declara que es su deber».
George Bernard Shaw
«¡Cuánta estupidez, cuánta bellaquería y cuánta tristeza se esconde a veces bajo la máscara del buen sentido!». Arturo Graf
«Cuatro cosas no pueden ser escondidas durante largo tiempo: la ciencia, la estupidez, la riqueza y la pobreza». Averroes
«Debe valuarse la opinión de los estúpidos, porque ellos son mayoría». León Tolstoi
«El estúpido es un necio que calla; y desde este punto de vista es más soportable que el necio que habla». Séneca
«El fútbol es popular, porque la estupidez es popular». Jorge Luis Borges
«El matrimonio acaba muchas locuras cortas, con una larga estupidez».Friedrich Nietzsche
«Estamos especializados en una armoniosa repetición del desastre y la estupidez».
Terenci Moix
«Es una gran estupidez querer ser exclusivamente sabio». Francisco de La Rochefoucauld
«Historia: un relato, generalmente falso, de sucesos, generalmente sin importancia, que son obra de gobernantes, generalmente bribones, y de soldados, generalmente estúpidos». Ambrose Bierce
«La estupidez es una roca inexpugnable: todo lo que da contra ella se despedaza».
Gustave Flaubert
«La estupidez, en los pobres, pasa casi inadvertida, pero en los ricos es algo que resalta mucho». Aquiles Nazóa
«La estupidez es una asociación internacional». Enrique Jardiel Poncela
«La estupidez humana es la única cosa, que nos da una idea del infinito». Ernest Renan
«La estupidez insiste siempre». Albert Camus
«La guerra vuelve estúpido al vencedor y rencoroso al vencido». Friedrich Nietzsche
«La moral y el buen gusto son un matrimonio: tiene por hijos a la estupidez y el aburrimiento». Francis Picabia
«Las mujeres necesitamos la belleza para que los hombres nos amen, y la estupidez para que nosotras amemos a los hombres». Coco Chanel
«La única defensa adecuada contra el impacto de una nueva idea es la estupidez». Burton, Kimball y Wing
«Los hombres son tan estúpidos, que dando un nombre nuevo a una cosa vieja, creen haber concebido algo nuevo». Remy de Gourmont
«Nada en el mundo es más peligroso que la ignorancia sincera y la estupidez concienzuda». Martin Luther King
«Nada es infinito en el universo salvo la estupidez humana». Anatole France
«Nada tan estúpido como vencer; la verdadera gloria está en convencer». Víctor Hugo
«No hay cosa más difícil de soportar, que la fe ciega del estúpido». Rabindranath Tagore
«No ocurre nada irracional, que la inteligencia o el azar no vuelvan a poner en recta vía, ni tampoco nada racional, que la estupidez y el azar no puedan desencaminar». Goethe
«Ser estúpido, egoísta y estar bien de salud, he aquí las tres condiciones que se requieren para ser feliz. Pero si os falta la última, estáis perdidos». Gustave Flaubert
«Si el Creador puso tan graves límites a la inteligencia humana, parece injusto que no haya señalado también límite a la estupidez». Konrad Adenauer
«Si no quieres ver a un estúpido, primero tendrás que romper tu espejo». François Rabelais
«Solo hay dos cosas infinitas: el universo y la estupidez humana. Y no estoy tan seguro de la primera». Albert Einstein
«Solo los tontos tienen muchas amistades. El mayor número de amigos marca el grado máximo en el dinamómetro de la estupidez». Pío Baroja
«Sólo los estúpidos se creen muy despiertos». Chuang Tzu
«Somos avatares de la estupidez pasada». Fernando Pessoa
«Todos los cerebros del mundo son impotentes contra cualquier estupidez que esté de moda». Jean de la Fontaine
«Una estupidez no se puede rebatir si no es con otra». José Ortega y Gasset
«Un pedante es un estúpido adulterado por el estudio». Miguel de Unamuno
«Estupidez humana. Humana sobra, los únicos estúpidos son los hombres». Jules Renard

Como se han dado cuenta, doy inicio a este artículo, con cuarenta y seis citas que tratan o tienen que ver con la estupidez, de las cuales, sólo dos autores se repiten, uno por decisión y el otro por indeterminación, lo resaltante de todo, es que existió y existe mucha gente, que ha dedicado parte de sus esfuerzos vitales, a esa cualidad de los humanos.
La estupidez, cualidad del estúpido suele referirse a la torpeza para comprender las cosas, la falta de atención, entendimiento, inteligencia o, con mayor gravedad, a las acciones con consecuencias dramáticas. Según Wikiquote.

Particularmente, la última de las cuarenta y seis citas, está escrita en letras de mayor tamaño, con el propósito de manifestar, que estoy de acuerdo, con la cita y con el autor, pues es completamente cierto, que sólo los humanos somos, hacemos o cometemos estupideces; en mi opinión lo que ha sucedido, es que muchos estudiosaos, para resaltar esa cualidad, con sus características, consecuencias y profundidad, la han extrapolado a los animales y, a partir de allí demostrar, cuánto daño puede causar esa cualidad, bajo la siguiente premisa “Si la estupidez, entre los animales inteligentes e irracionales, conlleva a consecuencias desastrosas, entre los inteligentes y racionales, es infinitamente indefinible, incontable e incalculable”.
Sin embargo, para no entrar en contradicciones e irrespeto a los conocimientos, estudios y personas, desarrollaré el artículo como la estupidez humana.
La sociedad se divide en cuatro tipos de personas – inteligentes, bandidos, incautos y estúpidos. Y estos últimos son los más peligrosos. Le contamos por qué no debemos subestimar a este grupo, y por qué pueden suponer una mayor amenaza de lo que parecen.
En 1976, un profesor de historia económica de la Universidad de California en Berkeley, publicó un ensayo que describía las leyes fundamentales de una fuerza, que él percibía como la mayor amenaza existencial de la humanidad: la estupidez. Estas leyes, las enumeró y denominó “Las cinco leyes básicas de la estupidez humana”.
La gente estúpida, explicaba Carlo M. Cipolla, comparte varios rasgos identificativos: son abundantes, son irracionales y causan problemas a otros sin un beneficio aparente para sí mismos, reduciendo así el bienestar de la sociedad.

Carlo M. Cipolla


No existe defensa contra la estupidez, argumentó el profesor nacido en Italia, quien murió en el año 2000. La única manera en que una sociedad puede evitar ser aplastada por la carga de su gente idiota, es que, la que no lo es, trabaje más duro para compensar las pérdidas de sus estúpidos compañeros.
Echemos un vistazo a las cinco leyes básicas de la estupidez humana de Cipolla:
Ley nº 1: Inevitablemente todo el mundo subestima siempre el número de individuos estúpidos que nos rodean.
No importa el número de idiotas que creamos tener a nuestro alrededor, escribió Cipolla, hay muchos más de los que creemos. Este asunto se agrava, ante la presencia de ciertas personas, que calificadas como inteligentes y racionales, resultan inequívocamente estúpidas. Siempre aparecerán, a individuos obstinadamente estúpidos, que con una monotonía incesante, entorpecen y obstaculizan nuestras actividades, de improviso e inesperadamente, en lugares y tiempos menos oportunos.
Lo que nos lleva a:
Ley nº 2: La probabilidad de que una persona sea estúpida es independiente de cualquier otra característica de esa persona.
Cipolla postula, el grado de estupidez viene determinado genéticamente por la naturaleza y es una variable que permanece constante en todas las poblaciones. Cada categoría que se pueda imaginar – género, raza, nacionalidad, nivel de educación, ingresos – posee un porcentaje fijo de personas estúpidas. Hay profesores universitarios estúpidos. Hay gente estúpida en Tokio y en la Asamblea General de la ONU. Hay gente estúpida en cada nación de la tierra. Entre los laureados premios Nobel, hay estúpidos ¿Cuántas son las personas estúpidas entre nosotros? Es imposible decirlo. Y, de todos modos, cualquier suposición casi seguramente violaría la primera ley.
Ley nº 3. Una persona estúpida es una persona que causa pérdidas a otra persona o a un grupo de personas, mientras que no obtiene ningún beneficio e incluso puede que sufra por sus acciones.
Cipolla llamó a esto la Ley de Oro de la estupidez. Una persona estúpida, según el economista, es aquella que causa problemas a otros sin ningún beneficio claro para sí mismo.
El análisis de costos y beneficios de Carlo M. Cipolla permite clasificar a los seres humanos en cuatro tipos de personas, cada uno de los cuales ocupa un cuadrante en un sistema de coordenadas. Si representamos en el eje de abcisas (X) el beneficio, positivo o negativo, que obtiene el individuo y en el eje de ordenadas (Y) el beneficio (+) o coste (-) que causa a los demás, podemos definir y estimar las coordenadas de los siguientes tipos:
Desgraciado (D): aquel que se causa un perjuicio a sí mismo, beneficiando a los demás.
Inteligente (I): aquel que se beneficia a sí mismo, beneficiando a los demás.
Bandido (B): aquel que obtiene beneficios para sí mismo, perjudicando a los demás.
Estúpido (E): aquel que causa pérdidas a otros, perjudicándose a la vez a sí mismo.

Gráfico de Cipolla 1


La mayoría de los individuos no actúa consistentemente. Bajo ciertas circunstancias una persona puede actuar inteligentemente y en otras actuar como desgraciado. La única importante excepción a esta regla es la de las personas estúpidas que normalmente muestran una fuerte tendencia hacia un comportamiento estúpido en cualquier actividad o empresa. Para los demás, podremos calcular su posición en el eje de coordenadas del gráfico 1 como una media de los resultados de sus acciones en términos de costes y beneficios causados sobre sí mismos y sobre los demás.
Esta posibilidad nos permite hacer la siguiente digresión:
Consideraremos un «bandido perfecto» aquel que mediante sus acciones obtiene para sí mismo un beneficio igual al costo que origina en los demás. Es el caso del ladrón que roba a otro, sin causarle ningún costo adicional. Esta situación puede ser definida como un «juego de suma cero» en el que el conjunto de la sociedad ni gana ni pierde. El «bandido perfecto» quedaría representado en el eje de coordenadas del gráfico 2 sobre la línea OM que bisecta el cuadrante B.

Gráfico de Cipolla 2


Sin embargo los «bandidos perfectos» son relativamente escasos. Es más frecuente que haya «bandidos inteligentes» (Bi) que obtienen más beneficios, que los costos que causan, o «bandidos estúpidos» (Be), que para obtener algún beneficio causan un costo alto a los demás. Desgraciadamente los bandidos que permanecen por encima de la línea OM son relativamente poco numerosos. Es mucho más frecuente el individuo Be. Ejemplo de este último puede ser el ladrón que destroza los vidrios de un carro, para robar el frontal del equipo de sonido o el que asesina a alguien para irse con su mujer a pasar un fin de semana en Aruba.


El poder de la estupidez

Los estúpidos son peligrosos y funestos porque a las personas razonables les resulta difícil imaginar y entender un comportamiento estúpido. Una persona inteligente puede entender la lógica de un bandido. Las acciones de un bandido siguen un modelo de racionalidad. El bandido quiere obtener beneficios. Puesto que no es suficientemente inteligente, como para imaginar métodos con los cuales obtener beneficios para sí, procurando también beneficios a los demás, deberá obtener su beneficio causando pérdidas a su prójimo. Ciertamente, esto no es justo, pero es racional, y siendo racional, puede preverse. En definitiva, las relaciones con un bandido son posibles puesto que sus sucias maniobras y sus deplorables aspiraciones pueden preverse y, en la mayoría de los casos, se puede preparar la oportuna defensa.
Con una persona estúpida todo esto es absolutamente imposible. Tal como está implícito en la Tercera Ley Fundamental, una criatura estúpida nos perseguirá sin razón, sin un plan preciso, en los momentos y lugares más improbables y más impensables. No existe modo racional de prever si, cuando, cómo y por qué, una criatura estúpida llevará a cabo su ataque. Frente a un individuo estúpido, uno está completamente desarmado.
Puesto que las acciones de una persona estúpida no se ajustan a las reglas de la racionalidad, es lógico pensar que tienen todas las de ganar porque:

1.-Generalmente el ataque nos agarra por sorpresa.

2.-Incluso cuando se tiene conocimiento del ataque, no es posible organizar una defensa racional porque el ataque, en sí mismo, carece de cualquier tipo de estructura racional.


El hecho de que la actividad y los movimientos de una criatura estúpida, sean absolutamente erráticos e irracionales, no sólo hace problemática la defensa, sino que hace extremadamente difícil cualquier contraataque. Y hay que tener en cuenta también otra circunstancia: la persona inteligente sabe que es inteligente; el bandido es consciente de que es un bandido y el desgraciado incauto está penosamente imbuido del sentido de su propia candidez. Pero al contrario que todos estos personajes, el estúpido no sabe que es estúpido y esto contribuye en gran medida a dar mayor fuerza, incidencia y eficacia a su poder devastador. No existe manera racional de saber si, cuándo, cómo o por qué ataca esa estúpida criatura. Cuando te enfrentas a un individuo así, estás completamente a su merced.
Todo esto nos lleva a:
Ley nº 4: Las personas no estúpidas subestiman siempre el potencial nocivo de las personas estúpidas. Los no estúpidos, en especial, olvidan constantemente que en cualquier momento, lugar y circunstancia, tratar y/o asociarse con individuos estúpidos se manifiesta infaliblemente como un costosísimo error.
No hay que asombrarse de que las personas desgraciadas e incautas, es decir, las que en los gráficos 1 y 2 se sitúan en el cuadrante D, no reconozcan la peligrosidad de las personas estúpidas. El hecho no representa sino una manifestación más de su falta de previsión. Pero lo que resulta verdaderamente sorprendente es que tampoco las personas inteligentes ni los bandidos consiguen muchas veces reconocer el poder devastador y destructor de la estupidez. Es extremadamente difícil explicar por qué sucede esto. Se puede tan sólo formular la hipótesis de que, a menudo, tanto los inteligentes como los bandidos, cuando son abordados por individuos estúpidos, cometen el error de abandonarse a sentimientos de autocomplacencia y desprecio en lugar de preparar la defensa y segregar inmediatamente cantidades ingentes de adrenalina ante tamaña situación de peligro.
Uno de los errores más comunes es llegar a creer que una persona estúpida sólo se hace daño a sí misma, pero esto no es más que confundir la estupidez por la candidez de los desgraciados.
A veces hasta se puede caer en la tentación de asociarse con un individuo estúpido con el objeto de utilizarlo en provecho propio. Tal maniobra no puede tener más que efectos desastrosos porque:
a) Está basada en la total incomprensión de la naturaleza esencial de la estupidez y
b) Da a la persona estúpida la oportunidad de desarrollar sus capacidades aún más allá de lo originalmente supuesto. Uno puede hacerse la ilusión de que está manipulando a una persona estúpida y, hasta cierto punto, puede incluso que lo consiga, pero debido al comportamiento errático del estúpido, no se pueden prever todas sus acciones y reacciones y muy pronto uno se verá arruinado y destruido sin remedio.
A lo largo de los siglos, en la vida pública y privada, innumerables personas no han tenido en cuenta la Cuarta Ley Fundamental y esto ha ocasionado pérdidas incalculables.
Macroanálisis y Ley nº 5: La persona estúpida es el tipo de persona más peligrosa que existe.
Las consideraciones finales de la Ley cuarta nos conducen a un análisis de tipo «macro», según el cual, en lugar del bienestar individual, se toma en consideración el bienestar de la sociedad, definido, en este contexto, como la suma algebraica de las condiciones del bienestar individual. Es esencial para efectuar este análisis una completa comprensión de la Quinta Ley Fundamental. No obstante, es preciso añadir que de las cinco leyes fundamentales, la Quinta es, de largo, la más conocida.
El corolario de la ley dice así:
EL ESTÚPIDO ES MÁS PELIGROSO QUE EL BANDIDO.
La formulación de la ley y el corolario son aún del tipo «micro». Sin embargo, tal como hemos anunciado anteriormente, la ley y su corolario tienen profundas implicaciones de naturaleza «macro». Si todos los miembros de una sociedad fuesen bandidos perfectos, la sociedad quedaría en una situación estancada pero no se producirían grandes desastres. Todo quedaría reducido a transferencias masivas de riqueza y bienestar. Pero cuando los estúpidos entran en acción las cosas cambian completamente. La personas estúpidas ocasionan pérdidas a otras personas sin obtener ningún beneficio para ellas mismas y, por consiguiente, la sociedad entera se empobrece.

Gráfico de Cipolla 3


El gráfico 3 muestra un sistema de clasificación simple entre las acciones que causan beneficio o perjuicio a la sociedad como un todo. Toda actividad representable a la derecha de la línea ZOM implica una redistribución con beneficio social neto, mientras que las actividades que caen a la izquierda o debajo de dicha línea implican pérdidas sociales netas.
El profesor Carlo Mₐ Cipolla, erudito historiador que ha investigado intensamente la sociedad clásica romana, la sociedad medieval y muchas otras de la antigüedad, está perfectamente cualificado para afirmar, como hace, que el coeficiente σ es una constante histórica. ¿Por qué entonces unas sociedades prosperan y otras entran en decadencia? Depende exclusivamente de la capacidad de los individuos inteligentes para mantener a raya a los estúpidos.
Más aún: en las sociedades en decadencia, el porcentaje de individuos estúpidos sigue siendo igual a σ; sin embargo, en el resto de la población Cipolla observa, sobre todo entre los individuos que están en el poder, una alarmante proliferación de bandidos con un elevado porcentaje de estupidez. Y entre los que no están en el poder, un igualmente alarmante crecimiento del número de los desgraciados incautos. Tal cambio en la composición de la población de los no estúpidos, es el que refuerza inevitablemente el poder destructivo de la fracción σ y conduce al país a la ruina.
Fuente de apoyo: https://info.nodo50.org/Las-leyes-fundamentales-de-la.html

Cinco leyes de Cipolla


Decía Albert Einstein, que solo existen dos cosas infinitas, el universo y la estupidez… y que no estaba seguro de, que la primera, lo fuera en su totalidad. Sin embargo, la «torpeza notable» (como define la Real Academia esta característica del ser humano) no ha sido nunca fácil de clasificar. ¿Es posible ser poco o muy estúpido? ¿Qué actos se consideran estúpidos? A todas estas preguntas, precisamente, ha tratado de encontrar respuesta un curioso estudio cuyos autores sostienen, que es posible clasificar a las personas atendiendo a su grado de idiotez.

Evolución de la estupidez


La investigación, concretamente, ha sido realizada por la Universidad Eötvös Lornand (en Hungría) y la Universidad de Baylor (en Texas). Titulado « What is stupid?: People’s conception of unintelligent behavior» y dirigido por el psicólogo Balázs Aczél, el estudio fue publicado hace menos de un mes por la revista especializada « Intelligence». En palabras del experto, se aventuraron a llevar a cabo el análisis tras observar la escasa cantidad de los mismos que se han hecho por parte de la comunidad científica en relación a este tema.

Balázs Aczél


Así pues, determinaron que era necesario establecer, en primer lugar, qué actos son considerados estúpidos por la sociedad y, a continuación, los grados de los mismos. «Teniendo en cuenta la frecuencia con la que nos encontramos con situaciones de la vida cotidiana en las que llamamos a alguien estúpido o cometemos actos estúpidos, cabría pensar que deberíamos entender cuándo y por qué la gente experimenta este sentimiento», explica Aczél en declaraciones al « Medical Daily». Con todo, lo cierto es que a su equipo le costó más de lo razonable develar todas las incógnitas e hipótesis planteadas.
«La gente suele pensar que la estupidez está ligada o asociada con un bajo coeficiente intelectual, pero nuestros hallazgos muestran que las personas califican como “estúpidas” tres situaciones independientes. Los resultados nos acercan a la comprensión de la concepción, que tiene la gente, acerca de la conducta inteligente, haciendo hincapié en las perspectivas psicológicas más amplias de estudiar, el atributo de la estupidez en la vida cotidiana», añade el experto.
Los tres tipos de estupidez
Atendiendo a los resultados obtenidos, el equipo de Aczél ha clasificado la estupidez (los comportamientos cotidianos considerados torpes o poco prácticos) en tres grados:

Ignorancia – confianza. Este grado es el más alto de estupidez y aparece en aquellas personas que asumen situaciones de riesgo (de cualquier tipo) a pesar de que carecen de las habilidades o conocimientos necesarios para resolverlas. Curiosamente, son conscientes de las consecuencias que se pueden suceder.

La falta de control. Es el grado medio de estupidez. Se corresponde con aquellos sujetos que tienen un comportamiento obsesivo compulsivo y carecen de autocontrol.

Distracción. El grado más leve de estupidez. Aparece en aquellas personas que no solventan una tarea práctica debido a una distracción o porque carecen de las destrezas necesarias para llevarla a cabo.

Ejemplo de estupidez


Fuente de apoyo: https://www.abc.es/ciencia/abci-descubren-cuales-tres-tipos-estupidez

Mi opinión

Resulta tanto complicado, como interesante y atractivo, entrelazar dos versiones, de trabajos de especialistas, de diferentes ramas del saber, en torno a un peliagudo tema, como es la estupidez, tanto así que Balázs Aczél, la denomina, en los inicios, de forma suave y sutil “Idiotez”, siendo muy lógico desde el punto de vista u óptica de la psicología, mientras que Carlo Mₐ Cipolla, lo hace, de frente, sin tapujos ni rodeos, lo que también resulta lógico desde la óptica o cristal de la economía, plasmada como una relación, netamente matemática, no obstante y sin poner a un lado los trabajos de investigación de historia, de las diferentes culturas, realizados por Cipolla, que lo califican como erudito, en la materia.
Tomando y aceptando como ciertos, los resultados de ambos estudios, las leyes básicas o fundamentales de la estupidez, nos dan una tremenda orientación, acerca de cuan estúpidos podemos llegar a ser, cada uno en un momento o situación, pues ninguno de nosotros escapamos de la estupidez o mejor, que todos podemos cometer estupideces, que puedan ser desde el menor grado, hasta el mayor, es otra cosa.
Otra especial contribución o aporte, es que podemos distinguir, de forma clara, los tipos de personas y que, aun los desgraciados, son dañinos, más si se mimetizan con su candidez.
Es necesario entender y aprender, que la estupidez tiene poder y que los estúpidos, son más peligrosos que los bandidos, al menos se nos advierte, que es una desventajosa situación, si hacemos frente, con la lógica de la inteligencia.
Es supremamente importante entender y aprender, por encima de todo, que no se puede desestimar ni menospreciar a un estúpido, aún con la mayor cara de pendejo, que éste pueda utilizar.
La creencia de que la estupidez está ligada o asociada con un bajo coeficiente intelectual, nos puede entrampar, pues eso es absoluta y completamente falso.
Por último, si sabemos que todos estamos a merced de la estupidez, propia o ajena, en lo propio, seamos lo suficientemente capaces de discernir, en las determinadas situaciones, como actuar de la manera más acertada y asertiva posible, de forma tal que el nuestro sea “un juego de suma cero”.
“Todos fuimos, somos o seremos víctimas de alguna estupidez, de nosotros depende, que nuestras decisiones no sean nuestras victimarias”. Miguel A Zurita S

Me despido con una frase del escritor, orador y humorista estadounidense Samuel Langhorne Clemens, mejor conocido bajo su seudónimo de Mark Twain.

Miguel Alberto Zurita Sánchez. ¡No Más MGF´S! Coro 09 / 05 / 2.020.

«Decisiones» Ruben Blades

2 Comentarios

  • Julio Perez

    Excelente tratado, sin desperdicio. No estamos exentos de cometer nuestras propias estupideces, lo importante es reconocerlas y actuar para minimizar o eliminar su efecto, más complejo es cómo minimizar las estupideces de los demás .

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