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Los Tres Camellos Magos (Segunda parte). Por Luis Homes

«Los camellos Mariano, Gregorio y Baldomero…»

Los Tres Camellos Magos (II)

Los camellos Mariano, Gregorio y Baldomero se sentaron en el establo, recortados a sus inmensas jorobas, mientras veían de reojo a sus dueños Melchor, Gaspar y Baltasar partir a la pensión en busca de descanso. Cuando estuvieron solos y seguros de que ninguno de los reyes estuviera cerca, fue que decidieron intercambiar opiniones sobre la reunión en el palacio del rey Herodes. Yo estaba encubierto en la parte de atrás del establo y pude percatarme de la interesante conversación entre los camellos.

– Allí deben estar todavía el resto de los reyes impostores discutiendo con el tal Herodes, la forma de llegar a Belén; dijo el camello Mariano con voz de fastidio.

– Así es. Menos mal que nuestros reyes se vinieron de allí. Porque toda reunión con un rey es una pérdida de tiempo. Solo sirva para decirle y comentar a los amigos, que te reuniste con el famoso rey. Pero ningún rey cumple lo que promete. – Afirmó el camello Gregorio.

– Yo sé cómo llegar a donde está el desciende del rey David, el hijo de Dios y el niño recién nacido. Dijo Baldomero con certeza.

– ¿Cómo crees que podremos llegar? Preguntaron al unísono Mariano y Gregorio.

– Pues la luna y la estrella serán nuestra guía. Y la combinación de las dos sobre el manto de la noche celeste oscura, es nuestra mejor brújula. – Afirmó Baldomero en un tono poético, recostando su cabeza sobre una almohada de pasto seco, para continuar: La estrella que está iluminando a Belén es un astro muy sabio y lleno de esplendor, de luz, de mensajes de esperanza que nos va a guiar. Ella se va a alojar en nuestros ojos a medida que vayamos caminando y nosotros vamos a seguir esa luz, cada vez más intensa. Si la luz permanece cada vez más clara y resplandeciente, eso significa que nosotros vamos por buen camino, el camino correcto. Si la luz disminuye de intensidad significa que nos hemos desviado y que debemos rectificar. Esto es lo que yo siento y lo que me dice mi corazón y Dios, el creador, estará con nosotros porque vamos a adorar a su hijo

Yo creo que tú tienes mucho de razón, Baldomero. – Afirmó el camello Gregorio, para continuar: “Y, además, vamos en un buen plan. Nuestro plan es permitir que nuestros amos adoren al niño. El plan de los demás, por el contrario, solo es alertar al Rey Herodes dónde está el niño para que pueda cumplir su plan de asesinarlo. Allí hay una gran diferencia entre un plan divino y un plan maligno.”

Mariano se atrevió a preguntar a Baldomero:

¿Y qué papel juega la luna en todo esto?

La luna hace un contraste con la atmósfera celeste del cielo nocturno y permite que todo el camino este iluminado bajo la orientación de la estrella de Belén. No hay forma de que podamos perdernos. La luna nos orientará de los peligros, nos avisará de los animales al acecho o de las bestias salvajes. Esa es su función en este camino preparatorio para la adoración.

Gregorio que permanecía en silencio reflexivo, preguntó:

Bueno, ¿si ese es el plan, como hacemos para llevarlo a cabo?

Pues sencillo amigos – replicó Baldomero – Cuando los reyes se levanten de mañana y quieran agarrar camino nosotros estaremos dispuestos a partir, solo que poco a poco iremos tomando nuestros caminos y no el que ellos quieran.

No lo veas tan fácil Baldomero. Ellos son los amos y nosotros sólo obedecemos.

Baldomero soltó una enorme carcajada:

-Tú lo has dicho querido Gregorio: ¡Ellos son los amos, pero nosotros somos los camellos! Y sin nosotros no podrán llegar a ninguna parte.

Yo estaba escuchando esta mágica conversación entre los camellos detrás del establo. Y fascinado por ella, y dándola por terminada fui a comentárselas a los reyes que estaban en la posada.

(La Historia Continuará)

Luis Homes

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