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Cuando ya no esté. Reconocerás mi sombra (Quinta parte) por Luis Homes

Cuando ya no esté. Reconocerás mi sombra

V


El Dr. Fernández llegó al Restaurant antes de las ocho de la noche, asegurándose de que esperaría a Virginia. Se sentó en una esquina discreta y pidió una copa de vino tinto “Merlot” y observó detalladamente al resto de los comensales. Se relajó al saber que no había nadie conocido en ese momento. A los quince minutos comenzó a sentirse ansioso, procurando adelantar las agujas de su reloj para que fueran las ocho y treinta, de manera que llamó al mesonero.

  • ¿Desea algo de comer ahora doctor?, le pregunto cortésmente el mesonero

  • No gracias, estoy esperando a alguien. Por ahora, solo otra copa del mismo vino. Esta delicioso.

  • Con mucho gusto.


Ahora si es el momento de relajarme. El tiempo no lo puedo adelantar y una copa me caerá bien. Que será lo que quiere Virginia un Domingo en la noche. Este podría ser una buena noche para hacer el amor y dormir juntos. Es aun temprano y de acá, podría invitarla a mi apartamento. No tengo compromisos antes de las diez y hasta un desayuno juntos seria una buena manera de empezar el día.

  • Buenas noches, Fernández. Se presentó Virginia en el – momento menos esperado.
  • Hola belleza, como estas?


EL mesonero se acercó a la pareja y ofreció algo de tomar. Virginia pidió un campari seco y Fernández otra copa de vino. Un pianista comenzó a tocar y el ambiente era relajado.

  • Fernández quiero comentarte que mi exmarido me llamó y quiere venir a visitarme. No he sabido nada de el en más de un ano. Aparentemente todo el problema en el que había estado involucrado con el problema de trafico de drogas, según él, se ha aclarado. Lo han absuelto completamente en todos los tribunales de Argentina.


Las imágenes y pensamientos de Fernández comenzaron a dispararse en su cabeza con tres copas de vino. “entonces será que tu quieres regresar con él, esto es una despedida, ya no nos vamos a ver más, ella quiere regresar a la Argentina, pues no tenía ningún compromiso, podríamos seguir los tres como si nada”. Las ideas de estrellaban unas a otras como ángeles en pleito, sin que ninguna pudiera salir de la boca de Fernández.

  • ¿Me estas escuchando Fernández?

  • Si claro.


Virginia siguió hablando sin que Fernández estuviera presencialmente allí, nada más recibiendo información mezclada con sus propios pensamientos, los efectos de tres copas de un delicioso vino tinto y las revelaciones de una mujer sorprendida por la aparición de un marido ahora inocente.

  • Yo la verdad no quise saber nada de ese asunto del narcotráfico. Le tuve terror a que mi nombre se viera involucrada en ese mundo que tanto he despreciado. Cuando el problema con mi ex apareció, logre entender que a los militares se les facilitaban los negocios sucios y pues las drogas siempre ocupan el primer lugar. Yo no quise saber de explicaciones profundas. Sencillamente no tenia nada que ver con ese asunto, pedí el divorcio, lo conseguí y me vine.

  • ¿Te arrepientes de haberlo hecho así? Preciso Fernández.

  • La verdad creo que no me sienta arrepentida. Pero creo que el tiene el derecho a ser escuchado con detalles y ahora yo tengo la curiosidad de saber lo que paso.

  • Y si lo que te imaginaste o lo que diste por cierto, no era cierto, que pasaría?

  • Pues muy inteligente tu pregunta Fernández como siempre. Pero la verdad no tengo respuesta para eso ahora. Tengo el derecho a saber, quiero saber que fue lo que paso en verdad con esa historia que me hizo separar de él.

  • Pues nunca lo vas a saber porque nunca se sabe la verdad de las cosas. Lo que realmente nos queda es nuestra propia percepción.

  • Pues llámese como se llame, verdad, percepción o realidad o a la mierda una mezcla de las tres, quiero tenerla.

  • Cálmate no te alteres. Solo quiero ayudarte a pensar.

  • Pues mira esto es una cena y una conversación. No una consulta. Así que, si me permites, voy a pedir el menú.


El mesonero se acercó atento y Virginia pidió el menú y otro Martini. Fernández dudó un momento, pero ordenó otra copa de vino.

  • Si me permites comentarte, creo que es muy bueno que tengas una visión de lo que paso, Virginia con ese problema tan desagradable.
  • Si, eso creo. Por eso estoy pensando decirle que si puede venir a Venezuela o hasta yo podría ir a Argentina.


Llegaron los aperitivos, la comida y se despidieron cariñosos con un beso en la mejilla en el estacionamiento del restaurant.

Luis Homes

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