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Por allí está el Licenciado (Relato de Migrantes en Serie):“LVI. El Reencuentro” (Capítulo Final). Por Luis Enrique Homes.

El Reencuentro

LVI. El Reencuentro

(Capítulo Final)

Pues de pronto me vi sola en Matamoros. Mi mama en Río Blanco. Julian fallecido. Y mi hijo Jesus y mi entrañable hermana Jacinta ya en los Estados Unidos. Mi alma estaba hecha pedazos porque estaba completamente sola. Nunca me había pasado en la vida. Y además, con la convicción de que el licenciado me iba a encontrar. Yo pasaba los días y las noches como un fantasma. Mirando a lo lejos sin un punto fijo. Hablaba sola cuando no me preguntaban nada y me quedaba callada cuando alguien se acercaba a mi, o quería hablar conmigo.
No se como las abogadas Linda, Kati y Leonardo conocieron de mi situación y arreglaron varios traslados de mí a varios centros en Matamoros. Estuve en refugios, en hoteles, en casas de amigos deambulando como un aparecido. A veces me bañaba y a veces no. La mayoría de las veces no comía.


Yo comencé a resucitar de esta tragedia porque un día me llamó Jacinta y me comentó que ya tenía a Jesus con ella. Luego de un complicado proceso para liberar el niño del refugio de menores donde se encontraba, le dieron a ella la custodia y ella se encargaría. Allí fue que comencé a hablar por teléfono con Jesus todos los días, dos y hasta tres veces. Yo lo veía contento. Sabia que esta comiendo bien y pues solo me volvia a partir el alma cuando él me preguntaba que cuando me iba a ver y como estaba Julian.


Comencé a tener una ilusión de que si, efectivamente iba a volver a Jesús. No sabía cómo, pero si lo iba a ver. Mi mamá también me decía que la abuela Petra me mandaba mensajes de aliento. Que estuviera confiada en un milagro. Una noche de Noviembre la gente del campamento salió a gritar de alegría a poblar las calles del pueblo diciendo que nos iban a pasar a los Estados Unidos. La noticia me parecía extraña porque yo estaba desubicada. Llamé a Leonardo y le pregunté qué había de cierto y me dijo que el nuevo Presidente había prometido la entrada de nosotros a los Estados Unidos de manera que desde acá, y pudiéramos seguir los procedimientos de la corte de inmigracion dentro de Estados Unidos. Al fin podría encontrarme con mi hijo. Ya habían pasado más de seis meses de esa dolorosa separación.
Pasaron varias semanas. Me hicieron varias llamadas, hasta que por fin me mandaron a estar en el puente a las 8 de la mañana porque íbamos a pasar a los Estados Unidos. Nos hicieron una fila, nos pidieron los papeles y nos montaron en un bus de lujo para cruzar el puente. Desde lejos vi que del lado Mexicano, estaba Linda, Katy y otras abogadas ayudando a otro grupo con sus papeles y hablando con oficiales de inmigracion. Íbamos un grupo como de 25, la mayoría de ellos familias obligadas a permanecer en México. Casi todos por más de año y medio. Ya sus rostros no eran de tragedia y desesperación, sino de esperanza y alegría. Las familias se abrazaban, los niños brincaban en los asientos y las miradas de incredulidad se cruzaban entre todos al ver que el bus avanzaba y dejaba atrás a Matamoros y una parte de nuestras historias y de nuestras vidas.


Nos dejaron en la estación de bus y allí había un grupo de gente esperándonos como si fuéramos unos héroes de guerra. Aplaudían, cantaban, pegaban gritos y yo empecé a llorar de la emoción. De lejos vi a Leonardo que estaba organizando unos papeles. Yo me bajé del bus y salí corriendo a abrazarlo, casi lo tumbo del impacto. Él se asustó porque lo aborde de pronto. Pero también me abrazó como si fuera parte de su familia y me dijo al fin estás aca. Yo estaba llorando de la emoción y no podía contener las lágrimas.
De pronto sentí un abrazo en las caderas y el grito de Jesús, ¡mami, mami, mami!, ya estas acá. Lo levanté en los brazos y me abrazó la cara bañándome de besos. Me apretaba con tal fuerza el cuello que casi no podía hablar. Se acercó Jacinta y se unió a nosotros en un fuerte abrazo de libertad. No se cuanto tiempo tuvimos abrazados los tres, pero es el abrazo más fuerte que he dado en toda mi vida y allí dejé toda mi desesperanza y desaliento, para comenzar a respirar.


Así fue cómo puede liberarme de la persecución del licenciado.


FIN

Luis Enrique Homes

9 Comentarios

  • Jose Reyes

    Que buena novela Luis Homes. Su papá Pablo Elias Homes García debe estar orgulloso de usted, en cualquier parte que mi diosito lo tenga.
    Un caluroso abrazo

  • Luis Homes

    Queridisimos lectores:

    Infinitas gracias por su fidelidad y constancia en la lectura y sus comentarios

    Cuando empece a enviar los capitulos del Licenciado al Margen del tiempo, no imaginaba que esta historia despertaria tanto interes y curiosidad que es real. Solo he cambiado nombres, circunstancias, le puesto vuelo a la imaginacion y pues, lo demas, ya lo conocen.

    La semana pasada hable con Andea por telefono. Ella me autorizo hace meses a contar su historia. Y como soy abogado, pues le pedi una autorizacion por escrito. Estuvo feliz con que yo me decidiera a decir lo que le paso y ademas, se pudo a la orden a contar detalles ( le dije: Mas?.jajjajaja) Pues si, descubri que la gente que mas sufre es gente tan buena !

    Ahora no se como respodnerle con tantas fidelidad. Pero en unas semanas quiero contarles la historia de una nina muy bella de quince anos, de Honduras, perseguida por las Maras (pandillas) en Honduras. Su mama con cancer ( condicion que le oculto ) y se vino a Estados Unidos como nina no acompanada. Tamabien es real la historia, tan real como mi imaginacion. Porque sencillamente, no hay ni margenes ni tiempos para contar! Seguimos o paramos?

    • Mirtha Odalis

      Siempre supe que debia haber algo de verdad en esta historia. Confieso que muchas veces sufrí con Andrea.
      No pare, siga llenando estas páginas virtuales con su talento
      Saludos también a todo el equipo de almargendeltiempo.com

  • admin

    Gracias Luis por esta maravillosa y sensible historia que, semana a semana, llenó de interés a cientos de lectores de Al Margen del Tiempo.
    De nuevo ¡gracias!

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