DELIRIO. Por Enmanuel
Todo empezó a las puertas de una antigua iglesia renacentista, erosionada por los años (casi en ruinas), cuando absorto por su portentosa y decadente belleza, creí escuchar:
- «¡Oh ira loca!, ¡oh codicia ciega!»
Volteé rapidamente intentanto buscar el origen de esa extraña voz, y fue cuando escuché también:
- » En medio del camino de la vida, errante me encontré con selva oscura, en que la recta vía era perdida».
Y así supe que era el Dante o Virgilio (si así lo preferís).
Pero, ¿por qué a mí?. ¿Qué extraña disfunción temporal, me llevó a toparme con el poeta?.
Lluvia, mucha lluvia. Las calles atestadas de agua. Oscuridad, mucha oscuridad, apenas un tenue candil que se resiste al aguacero.
- «… fría greva, de eterna lluvia, habitación maldita, donde ninguna vida se renueva»
Justo allí, donde se hace encrucijada el tiempo y partir o volver son siempre la misma cosa, tropecé con Cerbero:
- «… animal feroz y gurvio, por sus tres fauces ladra de continuo, y es de los anegados el disturbio.
De negro hocico y ojo purpurino, de vientre obeso y garras unguladas, muerde a las almas con furor canino…».
La lluvia deja de caer, pero un mar de sombras arropa la noche y la figura del mitológico can parece desvanecerse, dejándome a solas en el profundo abismo de mi alma.
Enmanuel
Un comentario
Jose Reyes
Esto está fuera de serie