Microrelatos

«Virtud y Pudor». Por Enmanuel

Virtud y Pudor

VIRTUD Y PUDOR

Ella fijó la mirada en las verdes siluetas de las montañas, mientras comenzó a verse por dentro.
Al principio todo era oscuro hasta que atisbó, lo que parecía ser una niña sentada frente al mar, que con una rama dibujaba circulos inconclusos en la arena. Al acercarse mas, distinguió el rostro de la pequeña, que resultó siendo su propio rostro.
Un frío glacial le heló el alma y recordó que siempre de adolescente, cuando la sangre le procuraba sentirse hembra, se refugiaba en la orilla de la playa, mientras las palabras de Sor Irene, caían como puñales filosos, cortando con represión el deseo: «…el diablo se mete en el cuerpo de la mujer, llenándola de lascivia y bajos instintos. Contra ese pecado hay que ofrendar la castidad y la oración a nuestro señor Jesucristo».
Ya mas de treinta años habían pasado de aquellas palabras dichas por la hermana directora del colegio; mas de 42 sumaban los de su existencia, y en su vientre, sin mácula alguna de hombre, aún se libraban batallas, entre el deseo y la represión.
_ ¡María… María!, deja ya de mirar lejos, que las niñas del convento están en la fila, esperando escuchar tu clase sobre «Virtud y Pudor».

Enmanuel

Canción de invierno. Silvio Rodriguez

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