Opinión

Los Hijos de Eva. Por José Luis Reyes Montiel.

Los Hijos de Eva

Los Hijos de Eva

Cada noche, en pueril aprendizaje, mi madre me enseñó las oraciones católicas principales, además del Padre Nuestro y el Credo, aquella Salve a María algo más extensa: -Dios te salve reina y madre, madre de misericordia, vida dulzura y esperanza nuestra. Dios te salve, a ti llamamos los desterrados hijos de Eva, a ti suspiramos gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos; y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. Oh clemente, oh piadosa, oh dulce virgen María. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las promesas y gracias de nuestro señor Jesucristo. Amen.

Desde el regazo de mi madre, miraba los resplandores en el cielo raso de mi habitación, de la vela sobre el pequeño altar, que desde la contigua habitación de mi fallecido padre, irradiaba sus luces, mientras pensaba cada una de las palabras contenidas en esa oración, y muy especialmente las referidas a «los desterrados hijos de Eva, suspirando, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas” quienes después de su destierro pedían a la Virgen María por su clemencia y como su abogada les mostraran a Jesús; de toda esta oración me hacía una figuración mental y escénica de los desterrados por una parte, María por la otra y finalmente Jesús con sus grandes y tristes ojos azules, enmarcados por sus rubias cejas y barba que caía sobre su sangrante corazón coronado de espinas, tal cual el Sagrado Corazón de Jesús del cuadro central que coronaba el pequeño oratorio de mi madre.

El momento de los desterrados, esperando ser dignos de alcanzar las prometidas gracias de Jesús, cerraba la secuencia en mi ingenuo pensamiento, como final feliz de un cuento, porque así lo asumía, en el mismo sentido de los relatos que mi madre me contaba de su infancia y juventud.

Hoy está tan clara y precisada aquella oración Mariana, ¿Quiénes somos los desterrados? Los de ahora, los desterrados de siempre, los desterrados de ayer y de hoy, los desterrados de todas las guerras, los desterrados de todos los tiranos, pues, somos los mismos desterrados en diferentes tiempos y gentes, pero somos los mismos ante la infinita majestad y a la vista de la Divina Providencia. Somos los desterrados del timbo al tambo en este valle de lágrimas del mundo.

Ahora ha tocado las puertas a los venezolanos, por todas nuestras culpas, «Porque aquel que esté libre de pecado que arroje la primera piedra» Esa verdad será asumida por unos, mientras otros en su arrogancia difícilmente entenderán el mensaje de la Mariana oración, porque su soberbia es tal que enceguece todo discernimiento.

Somos los nuevos hijos de Eva en este valle de Lágrimas, la Venezuela que vivimos en una trasnoche de aquelarre y abundancia se diluyó entre nuestras manos, mientras otros se repartían a dentelladas los pedazos de nuestro país, se consolidaban las cadenas de la opresión de los tiranos y sus serviles, en un festín vergonzoso y perverso, sembrando un odio entre los venezolanos no sentido entre compatriotas con sus castas y clases sociales desde la época de nuestra historia colonial, descomposición social irremediablemente detonante de la Guerra de Independencia y secuelas civiles de finales del siglo XIX de la llamada Guerra Federal.

Ahora nos toca esperar las promesas y gracias de Nuestro Señor Jesucristo para redimirnos mediante la mediación de Nuestra Abogada Madre María Santísima, pero antes tenemos que ser dignos de alcanzarlas, liberándonos de nuestras propias culpas, aquellas consecuencia de una bonanza país desmesurada, porque todos de una u otra manera prodigamos nuestro país, y es ésta la hora de asumir la expiación necesaria, para que sea en esta generación o en próximas generaciones, el regreso de los desterrados dentro y fuera de Venezuela, con un nuevo espíritu nacional regenerado de las cenizas, un sentido de patria nueva perdida en hora malhadada.

José Luis Reyes Montiel

Los hijos de Evan/Los hijos de Adán

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