Opinión

«Que me perdonen los muertos». Por Delfos

David Carradine como Kwai Chang Caine

Que me perdonen los muertos

Que me perdonen los muertos.

Pero algo está pasando que se burla de lo normal. No sé de dónde viene ni quienes son los involucrados, pero el SARS-COV-2 y su mediática presencia en el cerebro, conjuntamente con su actividad real en pulmones y aparato digestivo, está acabando con la normalidad de lo que conocíamos por «normal».

El miedo hace la antesala, tácita o explícitamente, con temores que anticipan o agravan los síntomas de abordaje, del inpertinente algoritmo biológico.

No es fácil opinar de lo que solo sus creadores conocen, llámense laboratorios oscuros o ángeles de contravida.

No es simple menospreciar «algo» que ya ha matado a muchos.

Pero tampoco se puede caer en la torpe maniobra del miedo incontrolado, de la mágica especulación ni mucho menos esperar que la solución sea solo la vacuna.

Me niego a aceptar la universal sentencia de la pandemia y que me perdonen los muertos y sus dolientes, pero hay algo mas allá de lo simple y mediático, que solo nuestros leucocitos, fagocitos, linfocitos y neutrófilos entienden en su pulsión natural a defendernos.

Algo mas está involucrado en esta pandemia y por el camino que vamos, terminará socialmente cuando sus gestores de origen decidan hacerlo, cada vez que alguien muera, cuando el sistema inmunitario de cada cual decodifique, sin miedo ni intervenciones, al invasor patógeno o cuando el alma entregada de algún devoto abrace el milagro.

Que me perdonen los muertos y su inoportuna partida.

Delfos

Tambor chamánico de curación

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